jueves, 7 de junio de 2012

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y SANTA MARIA DE ALACOQUE


A Santa Margarita María de Alacoque se le debe el establecimiento
del culto litúrgico al Sagrado Corazón de Jesús, que se simboliza en una imágen del mismo con las tres insignias: Cruz, Corona y Herida de la Lanza para mostrarnos que El vivió para morir por nosotros y rescatarnos del pecado, por amor a Dios y a los hombres y cuyo Corazón es océano infinito de amor y misericordia. El Corazón de Cristo es perfecto modelo divino y humano.
La devoción al Sagrado Corazón es tan antigua como el cristianismo fundada en dos textos del evangelio que dicen: " De su seno brotarán fuentes de aguas vivas" y "Uno de los soldados le atravesó el costado... y al instante brotó sangre y agua". ( Jn. 7,37 y 19,34 ). Nos muestra su Corazón muy especialmente en su muerte ya que no hay mayor amor que el que da la vida por los amigos.
En las antiguas culturas el corazón simbolizaba todos los estados de la vida: afectiva, psíquica, racional, moral y religiosa. Reflejaba la personalidad en sus distintas expresiones, sea bondad o maldad, dinamismo o apatía, dolores o alegrías, deseos , inquietudes etc, la conciencia, la afectividad y la inteligencia.
En las Sagradas Escrituras encontramos en el corazón el centro de la vida natural y sobrenatural del hombre y la expresión de todas sus manifestaciones. (Rm 1, 24; Dn 2, 30; Jn 11, 20 Mt 15, 19)
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos lleva al deseo de identificarnos con El, poder captar el inmenso amor de Dios hacia los hombres en la persona de su hijo Jesucristo, sentir su Adorabilísimo Corazón y llevarlo a lo más profundo de nuestro ser, tratar de imitar sus maravillosas cualidades, magistralmente resumidas en las Letanías en su honor: " Casa de Dios y puerta del cielo" , " Horno ardiente de caridad", " Abismo de todas las virtudes", " Lleno de bondad y de amor", " Fuente de todo consuelo", " Vida y resurrección nuestra", " Hecho obediente hasta la muerte", " Traspasado por una lanza", " Paz y reconciliación nuestra" y muchas más.
La devoción al Sagrado Corazón nos propone fundamentalmente una "Consagración" a su Amor Infinito de personas y familias, sociedades y naciones, canalizado particularmente en las numerosísimas asociaciones y congregaciones religiosas que viven en el deseo de adorar, dar gracias, reparar y suplicar al Señor por cada uno de nosotros y por el mundo entero; hacerle conocer, amar y vivir según la espiritualidad de su Divino Corazón. El Amor de Cristo nos llama a todos: niños, jóvenes y adultos, laicos y religiosos para entregarle todo nuestro ser en alma y cuerpo, sentidos , afectos, potencias y también nuestros pecados, porque "El es el Cordero que quita todos los pecados del mundo".
Esta " Consagración" fortalece aún más las naturales consagraciones de todo cristiano: la primera es la recibida en el sacramento del santo Bautismo y la segunda en la Confirmación.
Santa Margarita María tiene una fórmula llamada " Pequeña Consagración" que expresa una entrega total y confiada al Amor de Cristo. A todos los que quieran serle fieles el Señor los invita a despojarse del hombre viejo y vivir según los designios de su Amantísimo Corazón: obediencia a la voluntad del Padre, servicio y entrega a los demás, humildad y amor a la Cruz y al prójimo de tal manera que ya no seamos nosotros, sino que sea Cristo el que viva nuestra propia vida.
"PRIMERA Y PEQUEÑA CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZON DE JESÚS"
" Yo N.N., me doy y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo, mi persona y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, para no servirme ya de ninguna parte de mi ser sino para honrarle, amarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable: ser toda suya y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pudiera desagradarle.
Os elijo, pues, Oh Sagrado Corazón, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la garantía de mi salvación, el remedio de mi fragilidad, el reparador de todas las faltas de mi vida y mi asilo seguro en la hora de mi muerte.
Sed, pues, ¡Oh Corazón de bondad , mi justificación para con Dios Padre, y desvía de mí los dardos de su justa cólera. ¡ Oh Corazón de amor!, pongo toda mi confianza en Ti, porque aunque todo lo temo de mi malicia, todo lo espero de tu bondad. Consume, pues, en mí todo lo que te desagrade o haga resistencia. Que tu puro amor se imprima en lo íntimo de mi corazón de tal modo que jamás te olvide, ni me separe de Ti. Te suplico por todas tus bondades que mi nombre esté escrito en Ti, porque quiero vivir y morir en calidad de esclava tuya. Así sea".


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