martes, 4 de octubre de 2016

Mensaje de conversión Muertes repentinas.






El mundo está lleno de muertes repentinas, no sólo de adultos y personas mayores, sino incluso de jóvenes, y hasta niños y bebés.

Siendo esto así, no debemos dormirnos en los laureles, como quien dice, y preparar nuestras almas para el tránsito al más allá, puesto que nadie sabe en qué momento deberá partir de este mundo. Por eso es necesario estar siempre en gracia y amistad de Dios, para que la muerte no nos sorprenda en pecado mortal o grave, lo cual sería nuestra condenación eterna.

A veces vivimos la vida tranquilamente y por largo tiempo sin confesarnos con el sacerdote, y así creemos que nosotros tenemos el Cielo asegurado, o que Dios nos dará un tiempo antes de la muerte para arrepentirnos y salvarnos.

Despertemos porque este pensamiento no viene de Dios, sino de nuestra presunción y de las astucias del Maligno, que también estará presente en el momento de nuestra muerte, para acusarnos y perdernos a último instante.

Ya Jesús nos previene en el Evangelio que debemos estar siempre preparados, es decir, en gracia de Dios. Si hacemos así, entonces no debemos temer a la muerte repentina, porque tendremos asegurado el Paraíso.

¡Cuántos que se han acostado para pasar la noche, no despertaron más en este mundo! ¡Y nosotros que nos vamos a dormir quizás con odio en el corazón, y en pecado mortal, sin ni siquiera hacer un acto de contrición perfecta cada noche para ponernos en amistad con Dios, así si en la noche nos sobreviene la muerte, evitaremos el Infierno!

¿Dios es bueno? Sí. Infinitamente bueno es Dios. ¿Dios es misericordioso? Sí. Dios es infinitamente misericordioso. Pero nosotros tenemos un tiempo para aprovechar la bondad y misericordia de Dios, y ese tiempo es mientras estamos vivos en este cuerpo mortal. Llegada la muerte, terminó el tiempo de la misericordia y llega el de la justicia.

Locos son los que no piensan en estas cosas, de las que todos los días hacemos experiencia, porque vemos morir a nuestros amigos, vecinos, parientes, y nosotros quizás seguimos en la tibieza, sin confesarnos, sin convertirnos.

Aprovechemos el tiempo de vida, porque se vive una sola vez, y en ese tiempo hay que ganar el Cielo y evitar el Infierno. Si no aprovechamos la vida para esto, habremos vivido inútilmente.

domingo, 2 de octubre de 2016

Mensaje sobre el Santo Rosario




Madre de Dios.

La Santísima Trinidad reveló la primera parte. Santa Isabel –iluminada por el Espíritu Santo– añadió la segunda. Y la Iglesia –en el primer concilio de Efeso, celebrado en 430– sugirió la conclusión, después de condenar el error de Nestorio y definir que la Santísima Virgen es verdaderamente Madre de Dios. El concilio ordenó que se invocase a la Santísima Virgen bajo este glorioso título con estas palabras: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

(De “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort)

Comentario:

Este título de la Virgen: “Madre de Dios”, es el título por el que le llegan a María todas las demás excelencias. No es de extrañar que este título sea tan atacado por los herejes, y por el mismo demonio, casi tanto como la virginidad perpetua de María, pues con el título de Madre de Dios, la Iglesia dice que María es sólo inferior a Dios, que en cierta manera Dios se le somete como Hijo suyo, y que la Virgen es la Omnipotencia suplicante, y que todo lo que Dios hace por naturaleza, María también lo hace por gracia.

Cosas grandiosas se deducen de que María es la Madre de Dios, y por eso los malos quieren borrar este título de la Virgen. Pero los católicos, lo repetimos muchas veces en el rezo del Rosario, al cual el enemigo le teme profundamente.

Recemos mucho el Rosario y tendremos a esta Madre de Dios, pero también Madre nuestra, con nosotros, y nada malo nos podrá suceder, porque si Dios nos puede proteger, y mucho; María nos protege como lo hace Dios, pero además, nos protege como madre, porque una madre sabe dar lo mejor a sus hijos.

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