Virgen Bendita, Madre de Dios, desde el Cielo donde estás sentada como Reina, vuelve benigna Tu mirada hacia este miserable pecador; tu siervo, quien aunque penetrado de su indignidad, te bendice y ensalza desde lo más intimo de su corazón, como a la más Pura, la más Bella, la más Santa de todas las criaturas; en reparación de las ofensas que te hacen las lenguas impías y blasfemas; bendice tu nombre, bendice tus sublimes prerrogativas de verdadera Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin mancha de pecado, de Corredentora del género humano, bendice al Eterno Padre que te escogió de un modo particular por Hija; bendice al Verbo Encarnado; que vistiéndose de la naturaleza humana en tu purísimo seno, te hizo madre; bendice al Espíritu Santo que te quiso por esposa suya; bendice y ensalza a la augusta Trinidad que te escogió y amó con tanta predilección, que te exaltó sobre todas las criaturas a la más sublime alteza. Oh Virgen Santa y misericordiosa, alcanza el arrepentimiento a los que te ofenden y dignate aceptar este pequeño obsequio de tu siervo, obteniéndome de tu divino Hijo el perdón de mis propios pecados. Así sea.
Amén.