sábado, 23 de junio de 2012

LA EUCARISTÍA FUENTE DE SANTIDAD



 

 
LOS NUEVOS SANTOS“No tengáis miedo de ser los santos del Nuevo Milenio”, fue una de las grandes exhortaciones del Santo Padre a toda la Iglesia en el Año Jubilar. En este grito amoroso, el Papa hace una invitación que manifiesta la esperanza puesta en los hijos e hijas de la Iglesia de hoy y su visión del futuro de la historia. En este “no tengáis miedo” nos llama a asumir, con determinación, valentía y gozo, el reto a vivir la vocación universal a la santidad que se nos ha sido dada en la gracia bautismal y también a desplegar toda su fuerza transformadora y misionera, llegando a ser la presencia viva de Cristo, presencia tan viva y real que tiene el poder de transformar la historia de este nuevo milenio.

Nuestro mundo y nuestra civilización vive una especie de “ruina espiritual y moral, y por lo tanto, de decadencia en todas las áreas de la vida humana. La única forma de reconstruir la humanidad contemporánea es construyendo una nueva civilización de amor, de vida, de solidaridad, de valorización de la persona humana. A la Iglesia del TM, le toca la ardua tarea de remar mar adentro y adentrarse en las ruinas de esta civilización, para construirla desde adentro. Este remar la barca de la Iglesia hacia las profundidades de la civilización actual, se hará con dos grandes remos: La Santidad y la Misión. Misión que no dará fruto, nos dice el S. Padre en su carta NMI, si no proviene de la Santidad, por que la Misión requiere un testimonio, coherente y elocuente, de vida. "Esta generación tiene la misión de llevar el Evangelio a la humanidad del futuro. Vosotros sois los testigos de Cristo en el nuevo milenio. Sed muy conscientes de ello y responded con pronta fidelidad a esta urgente llamada. La Iglesia cuenta con vosotros." (SS JP II, 21 de nov, 2000)

Juan Pablo II nos ha dicho en NMI que el Camino pastoral de la Iglesia de hoy es uno solo y es urgente: el de la santidad. Para Juan Pablo II, la nueva primavera de la Iglesia es ante todo un momento de gracia abundante, por la cual se forjarán grandes santos y santas. Los nuevos santos de este Milenio.

Hemos escuchado tantas veces las profecias que el Señor diera en el Congreso Internacional de la Renovación Carismática en Roma, en 1975: “tiempos de oscuridad vienen para el mundo y tiempos de gloria para la Iglesia”. ¿Cuál es la gloria de la Iglesia? Es la santidad de sus hijos, santidad que refleja la luz de Cristo, la vida de Cristo en el mundo.. “La Iglesia aumenta, brilla, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39)”. La característica principal de la Iglesia del TM debe ser la santidad. Nos toca a nosotros reconocer este llamado y esta responsabilidad. La historia se forja con la vida de los hombres y mujeres que viven en ella.

El siglo pasado, el siglo que cerró el II milenio, ha pasado a la historia como uno de los más oscuros para la humanidad, por su egoísmo generalizado y olvido de Dios. Ha sido el siglo de las guerras mundiales, de grandes sistemas políticos opresores, de la bomba atómica, del aborto legalizado, del holocausto, de los experimentos humanos, del ateísmo... el siglo de gran persecución a la Iglesia y el que ha dado más mártires. En este siglo, en medio de tanta oscuridad y de figuras potentes de mal, hemos visto surgir en medio de esa historia de sombras, grandes rayos de luz. En este mismo siglo, la Iglesia ha sido coronada con hombres y mujeres que en medio del mal han surgido para ser en el mundo “grandes candelabros que iluminan”Santa Teresita de Lesiux, Santa Gemma Galgani, Santa María Goretti, San Maximiliano Kolbe, Santa M. Faustina, Santa Teresa de los Andes, San Padre Pío, Santa Edith Stein, S. Josemaría Escribá, Beatos Jacinta y Francisco, Beato Pier Georgio, Beato Padre Pro, el beato P. Hurtado, el beato Obispo Manuel Gónzalez, beato Carlos Rodríguez, los esposos Beltrame y pronto a ser beatificada, Madre Teresa de Calcuta. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, matrimonios, solteros, niños y niñas. Más los cienes de cristianos que han dado su vida en el martirio por su fidelidad a Cristo. . “Días de oscuridad para el mundo y de gloria para la Iglesia.” En medio de la historia oscura de la humanidad, Dios revela su presencia santificadora... La luz de Cristo no puede ser apagada por la oscuridad. “La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron”. Juan 1,4 - Precisamente para mostrar que la luz de Cristo nunca es vencida por la oscuridad es que SS Juan Pablo II, ha revelado la abundante santidad que ha surgido en la Iglesia a través de las tantas beatificaciones y canonizaciones. Esto es prueba que el poder de Dios trasciende la oscuridad del mundo y que en medio de una generación hostil e indiferente, se confirma lo que Jesús nos dice en San Juan: «Mi Padre obra siempre» (5,17). Cuando el mundo ha querido excluir a Dios de la historia, Dios manifiesta que El es su Señor: a través de los santos.

¿QUIENES SON LOS SANTOS? Hombres y mujeres que han tenido el amor y la valentía suficiente para sobrepasar las tentaciones del demonio, las seducciones del mundo y las inclinaciones de su carne, y así, crecer a la estatura de Cristo, hasta llegar a decir, como S. Pablo: “ya no soy Yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mi”. Los santos se hacen presente en la historia de la Iglesia, y con un paso al frente dicen: Aquí estoy. Presente. Igual que hizo S. Maximiliano Kolbe, al dar un paso al frente entre el grupo de prisioneros en el campo de concentración, para dar testimonio del amor heroico al tomar el lugar de otro prisionero y morir en ves de él. Testimonio vivo de la presencia de Cristo en el mundo.

LA SANTIDAD ES PARA TODOS
‘Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la
vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (LG 40)
Para alcanzar esta perfección, los cristianos deben disponerse con todo el corazón a seguir las huellas de Cristo haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos. (LG 40).

“La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite en el amor y la virtud’ (San Gregorio de Nisa, v. Mos.). S. Josemaría Escribá nos explica: "El gran secreto de la santidad se reduce a parecerse más y más a El, que es el único y amable Modelo". (Forja, 752). 

¿DONDE SE FORMAN Y FORJAN LOS SANTOS? En el mismo lugar en donde ustedes están, ante la presencia real de Jesús en la Eucaristía. La Eucaristía es “Dios con nosotros”, el Emmanuel. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (S. Juan 1)... y habita... “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. (Mt. 28,20) Y está con nosotros para actualizar todo su poder salvador y santificador en cada generación. “ Su misericordia llega de generación a generación”, nos dijo la Santísima Virgen en el Magnificat. (Ya en esta proclamación se profetiza el poder de la Eucaristía)

Un día alguien dijo a Santa Teresa de Ávila: “Si tan solo hubiese vivido en el tiempo de Jesús. Si tan solo le hubiese visto y le hubiese hablado. Santa Teresa le respondió: Pero acaso no tenemos ante nosotros a Jesús vivo, verdadero y realmente presente en la Eucaristía?

La Eucaristía es Nuestro Señor realmente presente, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, oculto bajo las apariencias de pan, pero real y físicamente presente en la Hostia Consagrada. Vive en medio de nosotros para santificarnos, transformarnos en su imagen, paraliberarnos del pecado, del demonio y de la carne, para levantarnos con el poder de su vida divina resucitándonos de toda muerte y esterilidad espiritual. Está con nosotros para calmar las tempestades interiores de nuestras pasiones bajas; para abrir los ojos ciegos de nuestras almas, para romper las cadenas de opresiones, hábitos pecaminosos, ataduras a lo terreno y elevar todas nuestras potencias humanas a los bienes celestiales. Para transmitir la caridad y misericordia de su corazón, y darnos corazones generosos capaces de perdonar y hasta de hacer el bien a los enemigos. Para capacitarnos formarnos, forjarnos en su imagen... para ser modelados en él, de tal forma que el mundo reconozca el rostro de Cristo en los nuestros. La Eucaristía es Cristo Mismo, Luz del Mundo: : "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12). Quien está ante la luz, y se impregna de la luz, no puede hacer nada mas que iluminar. ¡"No se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín" (cf. Mt 5,15). “Bajó Moisés del Monte Sinaí y, cuando bajó del monte con las 2 tablas del testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él.”. Ex 34.29 San Esteban fijó sus ojos en el cielo y contempló al Hijo de Dios. Su rostro se llenó de la luz de Cristo.(Hecho 6, 15)

“La santidad es el mensaje elocuente que no necesita palabras, la santidad representa al vivo el rostro de Cristo". (NMI, 7). La santidad es visible, hermanos, y con esto no hablo necesariamente de manifestaciones extraordinarias, que muchas veces El Señor ha permitido en la vida de los santos para revelar externamente su gran obra interior. A muchos santos se le iluminaban sus rostros, con ello manifestaban la luz de Cristo de la cual estaban llenas sus almas, como Santa Clara de Asís que le sucedía después de estar horas ante el Santísimo. Otros, por donde pasaban dejaban un aroma de rosas, flores, para revelar que eran el buen olor de Cristo, como el Padre Pío. Otros, levitaban, para mostrar cuan elevadas en santidad estaban sus almas como S. José de Cupertirno que en la misa durante la Consagración al Contemplar la hostia consagrada y el calíz, se elevaba tan alto, que a veces llegaba al techo de la iglesia....etc...

LA EUCARISTÍA ES EL SECRETO DE LOS SANTOS. (JPII) ¿No nos dijo acaso Jesús?: “Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.” (S. Juan 15, 5).
La santidad es fruto de la Eucaristía porque esta es su fuente. Solo quien está en comunión con la vid, Jesús Eucarístico, puede ser una sarmiento fecundo. Veamos la vida de los santos, testigos elocuentes de esta verdad: La Eucaristía es el secreto de los santos. Es la escuela en donde se forjan las grandes almas.

CURA DE ARSCuando S. Juan M. Vianney llegó a la pequeña villa de Ars, alguien le dijo con amargura: “aquí no hay nada que hacer”. El Santo replicó: “pues entonces hay mucho que hacer”. E inmediatamente comenzó a actuar: se levantaba a las 2:00 am para estar en oración ante el S. Sacramento, pasaba horas hasta que temprano en la mañana celebraba la Santa Misa. Al terminar, volvía a quedarse en adoración, con el rosario en mano y sus ojos fijos en Jesús Eucarístico.
La santidad del Cura de Ars, santidad forjada en esas horas ante la Eucaristía, atrajo a tantos hombres y mujeres, que se vio obligado a escuchar confesiones por 10, 15 y hasta 18 horas. ¿Quien logró esta transformación? El poder de la Eucaristía.

BEATO PADRE DAMIAN, APÓSTOL DE LOS LEPROSOS:“Si no fuese por la constante presencia de Nuestro Divino Maestro en nuestra humilde capilla, no hubiese podido perseverar en participar de la misma suerte de los leprosos en Molokai. La Eucaristía es el pan de vida que me da fuerza para todo esto. Es la prueba mas elocuente de Su Amor y el medio mas poderoso para aumentar en nosotros su misma caridad. El se nos da diariamente para consumir nuestros corazones con su fuego purificador y transformador, para que incendiemos a los demás con el ardor de su amor”.

MADRE TERESA “Recién en 1973, cuando empezamos nuestra Hora Santa diaria, fue que nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer . . . En nuestra congregación solíamos tener adoración una vez a la semana durante una hora; luego en 1973 decidimos dedicar una hora diaria a la adoración. El trabajo que nos espera es enorme. Los hogares que tenemos para los indigentes enfermos y moribundos están totalmente llenos en todas partes. Pero desde el momento que empezamos a tener una hora de adoración cada día, el amor a Jesús se hizo más íntimo en nuestro corazón, el cariño entre nosotras fue más comprensivo y el amor a los pobres se nos llenó de compasión, y así se nos ha duplicado el número de vocaciones. La hora que dedicamos ante Jesús en la Eucaristía es la parte más valiosa de todo el día, es lo que cambia nuestros corazones.”

SAN PADRE PÍO la vida del Padre Pío se mueve alrededor del Tabernáculo. La Eucaristía es su centro de gravitación. La gente de Pietrelicina atestigua que desde niño visita asiduamente a Jesús Sacramentado. Ya de fraile, nos dicen, pasaba largas horas ante la Eucaristía, a veces noches enteras. Durante la adoración sentía un gran fuego en su pecho, que consumía todo su interior. Si el Padre Pío no estaba en el altar, sus ojos estaban continuamente dirigidos hacia el tabernáculo. Igual durante las largas horas de confesiones. Una de las hijas espirituales del Padre Pio que murió en olor de santidad, participando de una Misa celebrada por el Padre Pío, vio como un rayo de fuego salir del corazón del santo hacia el tabernáculo. Jesús le explicó que era el amor que se comunicaba constantemente entre el corazón del P. Pio y el Corazón Eucarístico de Jesús. Ya no se diga, las Misas del Padre Pío.... duraban a veces hasta 2horas y media... Sumergido en completa comunión con el sacrificio de Cristo.


SANTA FAUSTINA Nos narra en su diario: “ A los siete años, cuando estaba ante Jesús expuesto en la custodia, entonces, por primera vez se me comunicó el amor de Dios y llenó mi pequeño corazón y el Señor me hizo comprender las cosas divinas. Desde aquel día mi amor al Dios oculto ha crecido hasta alcanzar la más estrecha intimidad. Todo el poder de mi alma procede del Santísimo Sacramento.”
Sor Crecencia (una hna de Congregación) dijo: La hna Faustina “Vivía en total recogimiento la Misa sin ver nada de cuanto estaba a su alrededor. Tenía una devoción inmensa por el Santísimo Sacramento. Cuando estaba ante la Eucaristía oraba con profundo fervor y con mirada fija y ardiente en Jesús. En todos los momentos libres corría a visitar a Jesús Sacramentado”.

SANTA TERESITA DE LESIEUXEl centro de toda su vida, su afecto y atención era “el prisionero de amor” como llamaba a Jesús Eucarístico. A tal punto que compuso un hermosa poesía que nos revela su amor ardiente y dependencia total por el Sacramento de Amor. En esta poesía abre su corazón para manifestar un gran deseo : “quiero ser llave del sagrario para abrir la prisión de la Santa Eucaristía. Quiero ser la lámpara que se consuma cerca del sagrario.. Quiero ser la piedra del altar para ser un nuevo establo en donde repose la Eucaristía. Quiero ser corporales para guardar en ella la hostia consagrada. Quiero ser patena .... quiero ser custodia... quiero ser cáliz ..”
Ese era su gozo... Cuenta como una gran dicha, un día en que en el momento de la Comunión, habiendo caído la Santa Hostia de las manos del sacerdote, ella tendió el escapulario para recibirla.. Consideraba esto un privilegio tan grande como el de la Virgen Santísima, pues había tenido en sus brazos al mismo Jesús.

VEN. ALEJANDRINA DA COSTA- vivió para la Eucaristía, se alimentó de la Eucaristía y murió queriendo ser enterrada en la iglesia parroquial y que la colocaran de tal forma que su rostro contemplara el Sagrario.

SS JUAN PABLO II- seguramente pasará a la historia como uno de los Papas más grandes que ha dado la Iglesia.. De donde surge su grandeza tanto en santidad como en un pontificado tan fecundo? Lo entenderemos a la luz de esta historia, narrada por un sacerdote que trabaja muy cercano al Papa.

Recién elevado JPII al pontificado, uno de sus secretarios lo buscaba. No sabía nadie donde se encontraba. Nos narra que fue a su cuarto después de cena, tocó la puerta, fue con una montaña de papeles para que leyera y firmara, y él no estaba allí. Preguntaba a todos los Cardenales, nadie sabía donde él estaba. Fue a la cocina pensando que quizás el Santo Padre al no haber cenado, tenía hambre y fue en búsqueda de algo de comer. Lo cierto es que no se encontraba por ninguna parte y nadie sabía donde estaba.
En eso, este secretario se encontró con el sacerdote que era secretario del Santo Padre desde Polonia. Cuando le preguntó, éste le contestó: Cuando sepas donde está el Santo Padre, puedes estar seguro que lo encontrarás en la capilla orando ante la Eucaristía. Fue a buscarlo a la capilla para confirmar la información y lo encontró: postrado con su rostro en tierra y con sus manos extendidas ante Jesús Eucarístico.”
El Papa nos ha dicho que en sus 50 años de sacerdocio lo mas importante ha sido y es la celebración de la Eucaristía. He tenido el privilegio de estar en la Misa Privada de Su Santidad, en Roma, y no se pueden imaginar lo que se experimenta. He visto en sus ojos, profundamente fijos en la Eucaristía... entra en una dimensión que nos trasciende a los que estamos con él. Me sentí estar presenciando un alma sacerdotal completamente sumergida en el misterio de la Presencia real. Aquí se ha forjado Juan Pablo II. Pude ver como sus palabras se cumplían: “La Santa Misa es el centro absoluto de mi vida y de cada día de mi vida”. Como no llamarle a su última encíclica“La Iglesia vive de la Eucaristía”.. Si Juan Pablo II, vive de la Eucaristía? “La adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente de vida y santidad.” (Enciclica de JPII Ecclesia de Eucharistia). Desde su primera comunión ha recibido la Eucaristía todos los días.

“Sigamos, queridos hermanos la enseñanza de los Santos, grandes intérpretes de la verdadera piedad eucarística. Con ellos la teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida, nos contagia y nos enciende”. EE, 62)
CONCLUSIÓNEn estas horas de sombras, necesitamos que brille la luz de Cristo en la santidad de los hijos de la Iglesia. Debemos presentar a la humanidad la "luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1, 9). Milagro Eucarístico de Cracovia: del pantano surgía una luz tan fuerte que podía verse a larga distancia... Encontraron la hostia consagrada después de drenar la porción de pantano, completamente limpia.

Jesús, el Redentor y Salvador de los hombres permanece con nosotros realmente en la Santa Eucaristía. Jesús en el Santísimo Sacramento se da por completo "para la vida del mundo" , para nuestra vida, para la vida de nuestro mundo y nuestra historia. La Eucaristía es la presencia sublime del amor de Cristo.. Amor permanente, santificador, eficaz y poderoso. Decía el beato obispo Manuel Gónzalez, obispo de la Eucaristía: el sagrario es el lugar mas poderoso de la tierra”. De verdad lo creemos? Aquí está el tres veces Santo, para forjar y formar santos con el poder de su gracia y en su escuela de santidad. El mundo de hoy necesita “testigos” para que pueda con gozo decir: “Dios está con nosotros, pues visto los efectos de su presencia en hombres y mujeres que no han tenido miedo de abrir de par en par, generosamente, las puertas de su corazón a Jesús y que se han dejado transformar en imágenes vivientes de su amor y su santidad.

Concluyo con las palabras de Su Santidad Juan Pablo II: "Pido a Dios tres veces santo, que, por intercesión de esta inmensa multitud de testigos, los haga santos, los santos del tercer milenio".
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

viernes, 22 de junio de 2012

EL ENCUENTRO CON EL CORAZÓN EUCARÍSTICO FORMA TESTIGOS DEL AMOR

















En la carta apostólica Novo Milenio Ineunte, Su Santidad Juan Pablo II, invitó a toda la Iglesia a entrar en este Tercer Milenio con una clara convicción: solo los testigos del amor serán eficaces en la nueva evangelización.
El amor es la identidad del cristiano auténtico y es el amor la fuerza de toda evangelización. El Espíritu Santo está queriendo formar en este momento histórico, grandes testigos del amor: de un amor que conlleva la disposición a abrazar grandes sacrificios, tomar grandes riesgos y llevar a cabo todos los designios de Dios edificándolos sobre la abnegación y la generosidad de dar la vida, para que otros la tengan. Solo esta clase de amor es el que sanará y restaurará al mundo de hoy, convirtiéndolo en una civilización de amor y vida. Solo el amor crea, decía San Maximiliano.
El amor es verdaderamente el corazón de la Iglesia, por que la Iglesia nace del Corazón traspasado de Cristo. La caridad es verdaderamente el « corazón » de la Iglesia. como bien intuyó santa Teresa de Lisieux:« Comprendí que la Iglesia tenía un Corazón y que este Corazón ardía de amor. Entendí que sólo el amor movía a los miembros de la Iglesia. Entendí que el amor comprendía todas las vocaciones, que el Amor era todo ».
El amor debe ser el origen y a la vez la meta, de toda misión en la Iglesia. El gran desafío de la Iglesia en el tercer milenio, nos dijo el Siervo de Dios Juan Pablo II, es hacer de la Iglesia una “casa y escuela del amor”. Para ello, la Iglesia, ha sido invitada a postrarse ante el amor de Cristo Eucaristía, para aprender en la escuela de su Corazón, a amar como el nos ha amado.
El Corazón Eucarístico de Jesús escuela de amor "Os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13, 34). Estamos llamados a asemejarnos a Jesús, siendo testigos del amor, amando como el nos ha amado. El es el modelo supremo del amor, y es en semejanza a su Corazón que llegamos a vivir y testimoniar la plenitud del amor y la santidad.. “Él mismo nos enseña que el corazón de la santidad es el amor que conduce incluso a dar la vida por los otros" (cf. Jn 15, 13)Por ello, imitar la santidad del Corazón de Cristo, no es otra cosa que prolongar su amor en la historia” (exhortación apostólica Ecclesia in America, 30). Siendo testigos del amor prolongamos su amor en la historia.

Para amar como Él nos ha amado debemos entrar en la escuela de su Corazón y aprender de Él las dimensiones verdaderas del amor. No podemos conformarnos con vivir menos que el amor pues como nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses, 2: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo ”y como nos dijo S.S. Benedicto XVI, el 13 de mayo 2005: “Tenemos que ser realmente amigos del Señor, tener los mismos sentimientos que Él, querer lo que Él quiere y no querer lo que Él no quiere."

¿Como ama Jesús? Escuchemos las palabras del Sagrado Corazón a Santa Margarita: “he aquí el Corazón que tanto ha amado sin escatimar en nada por salvarles...” y San Juan nos dice en su Evangelio capítulo 13: “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Hasta el extremo significa sin escatimar en nada, absolutamente en nada, para manifestar su amor.

¿Como ama Jesús?En el Corazón de Jesús había un solo amor; siendo su Corazón tan grande, tan profundo, tan ancho y tan largo, no tenía, ni tiene, ni tendrá más que un solo amor. Pues su amor nace de su santidad, y la santidad tiene como característica la “sencillez”. Nosotros entendemos la riqueza como multiplicidad, pero en Dios, su infinita riqueza está ordenada por la simplicidad y la indivisión de su amor. La sencillez del Corazón de Dios, le hace ser un amor riquísimo, un amor universal que abarca cielo y tierra, el universo entero. Pero es un solo amor: un amor tierno, apasionado, obediente y dispuesto en todo al Padre Celestial; y a la vez, un amor puro, abnegado, generoso y sacrificial por los hombres. Dos amores fundidos en un solo amor.
Cristo ama a los hombres y los salva por que son hijos del Padre, ama tanto al Padre que quiere devolverle el amor perdido de sus hijos y quiere manifestarle a los hombres el amor con que el Padre les ama. “Padre, para que el amor con que tu me has amado esté en ellos” (Jn 17, 26). Ama al Padre, amando y cuidando de sus hijos. “Yo cuidaba en tu nombre a los que me has dado, he velado por ellos” (San Juan capítulo 17).

Amar como Jesús ama, es amar con un amor único, indiviso y total por el Padre y por la humanidad. Ahí radica la santidad, en la pureza de nuestro amor. Nuestras luchas, inquietudes y ansiedades nacen de la multiplicidad de afectos que batallan entre sí en nuestro corazón. De manera que el primer proceso interior para la perfección en el amor es ir arrancando de nuestro corazón todo aquello que se opone al amor, todos los obstáculos que bloquean o destruyen en nosotros esa sencillez en el amor. Todos los afectos del corazón humano deben canalizarse, ordenarse hacia un solo e indiviso amor: Dios y el prójimo.

Amar como Jesús ama, es amar con un amor universal.El amor del Corazón de Jesús es radicalmente nuevo porque trasciende las limitaciones y restricciones que estrechaban la idea del amor. En el Antiguo Testamento se pensaba que el prójimo era solamente los miembros del mismo pueblo y de la misma fe.
- Cristo rompe las barreras de esa hermandad restringida, y causa una gran revolución de amor: su amor es universal, su salvación es universal..
- Es tan universal que aún los enemigos no están excluidos: "Pues yo os digo: amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injusto" (San Mateo 5:43-48).
Nuestro amor debe ser semejante al del Corazón de Cristo: universal, que no excluye a nadie. No puede haber indiferencia, frialdad, desprecio para ninguna persona, o ninguna nación, o ninguna raza o ninguna otra fe. El verdadero amor cristiano, vence haciendo el bien a todos. El amor es la victoria sobre la división, la animosidad, la rivalidad, la competencia. El amor es la victoria sobre el mal. Esta lección es aprendida en el corazón Eucarístico de Jesús, que vence el pecado, el rechazo y el desprecio de los hombres, entregándose, donándose, voluntaria y libremente para salvarnos. “Solo el amor crea, solo el amor triunfa”, nos enseñaba San. Maximiliano Kolbe, porque “solo el amor tiene una potencia invencible”. Solo el amor de Cristo fue capaz de vencer el pecado, la oscuridad y la muerte. Solo el amor es capaz de vencer la cultura de muerte y egoísmo del mundo moderno.

Amar como Jesús ama es amar con amor profundo. Jesús nos ama tan profundamente, tan apasionadamente que nos lleva grabados en su corazón, lleva escrito cada uno de nuestros nombres en Su Corazón. Por ello nos diría en Cantar de los Cantares:” Ponme cual sello en tu corazón, como un sello en tu brazo. Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo”.
Por ser su amor la razón de nuestra salvación, Él permitió que su Corazón fuese traspasado en la cruz, que su misión redentora fuese culminada con el sello del amor: la llaga de su Corazón. Y ahí en la profundidad de la llaga de su Corazón graba nuestros nombres. Isaías 49: “en las palmas de mis manos te llevo grabada”.... Jesús no solo quiso llevar grabados nuestros nombres en las llagas de sus manos, sino que permite que se le haga una llaga en el Corazón para guardarnos en ella.
“Al recibir la Eucaristía, me parece escuchar los latidos profundos del amor de tu Corazón, Jesús. Me parece escuchar como me llamas, como pronuncias mi nombre, que llevas grabado en la llaga de amor de tu corazón” (Santa Teresita de Lisieux). Jesús, quiere, en la escuela de su Corazón enseñarnos a amar profundamente, a dejar tanta superficialidad. El amor debe calar lo mas profundo del ser, el amor debe ser la fuerza motora de toda nuestra existencia. Con cuanta facilidad abandonamos el camino del amor, y es porque no le hemos permitido echar raíces, sellar el corazón, marcarlo profundamente para que sea nuestra identidad.
El Corazón de Jesús, nos ha amado hasta el extremo, con amor abnegado y sacrificial. Nos ha amado hasta el extremo entregándose total y libremente para nuestra salvación. No ha escatimado en nada, hasta el punto de darnos Su Cuerpo, Su Sangre y Su Corazón en la Cruz, y continúa haciéndolo en la Sagrada Eucaristía. La Eucaristía es el don de su auto-donación y su amor sacrificial por los hombres. En la Última Cena, Jesús dijo a sus apóstoles, y a la Iglesia hasta el fin de los tiempos: "Éste es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, entregada por vosotros" (San Mateo 26). Que abnegación, que generosidad!! Y no solamente entregó su vida, sino que lo hizo de forma voluntaria y libre, pues éste es la marca del auténtico amor, "Yo doy mi vida.., nadie me la quita, la doy voluntariamente" (San Juan 10,18).

El corazón que se olvida de si, es el amor abnegado, el que sabe sufrir por amar. Santa Clara de Asís, “el amor que no conoce el dolor no es digno de ese nombre”. Todo amor autentico experimentará necesariamente un desgarramiento de corazón. El amor conlleva la inmolación del propio deseo, de la propia voluntad, el amor conlleva renuncia y por eso dolor. La abnegación es en si, la donación del ser por la causa del amor. Santa Margarita nos dice que Jesús le relevó como desde la Encarnación, su Corazón estaba marcado con la cruz. “Pues el amor y la abnegación fueron la razón de mi Encarnación”.
El amor generoso, abnegado, es el amor que crece, el que es fecundo. “ El amor entre mas se da, mas crece, mas se multiplica, mas se extiende... el amor en su esencia crece cuando mas se entrega” (Juan Pablo II, 1986).
Esto es precisamente lo que el Corazón Eucarístico de Jesús quiere formar en nosotros: corazones abnegados, dispuestos a dar la vida para el bien del mundo y de la Iglesia. A la Venerable Conchita Armida, gran mística mexicana de los 1920, el Señor le explicó: "Necesito un ejército de almas santas transformadas en mí que convirtiéndose en hostias vivas que se ofrezcan en total unión a la oblación de Cristo al Padre para el bien del mundo y de la Iglesia." Conchita profetizó un segundo Pentecostés, tan necesitado en el mundo: "éste Pentecostés será interior, habrá una poderosa transformación de los corazones formados en la abnegación del Corazón Eucarístico." El amor es siempre ofrenda, y toda ofrenda debiera ser eucarística, es decir: como la de Jesús".
El Corazón de Jesús forma a los santos y testigos del amor“Cuanto se alegra la Iglesia, de que en el amor del Corazón de Jesús se enciendan de amor los corazones de tantos, y se conviertan en testigos del amor” (Juan Pablo II, 1986). El Corazón de Jesús es un horno ardiente de amor, una zarza ardiente e inextinguible de amor. El quema con el amor que lo colma. El amor posee algo de la naturaleza del fuego: arde y quema, ilumina, derrite, calienta.. Jesús, en la Eucaristía, arde de amor por nuestros corazones, y ese ardor es el que consume todo lo que en nuestros corazones es materia pasajera, es impureza, es egoísmo, es impedimento al amor.

“Todo corazón humano, nos dijo S.S. Juan PabloII en 1985, está llamado a palpitar al ritmo del amor, así se mide su dignidad y su altura”- Esta medida, esta altura es la que han alcanzado los santos que se han dejado encender, se han dejado consumir en el fuego de amor del Corazón Eucarístico de Jesús. Ellos se han dejado llenar de esa plenitud de amor y se han dejado llevar a esas alturas de amor. Ellos dejaron que el amor de Cristo ensanchara la estrechez de sus corazones como dice el profeta Isaías, capítulo 54: “ensancha el espacio de tu tienda, pues te expandirás a derecha e izquierda”. El Corazón Eucarístico de Jesús es el tesoro, el modelo, el santuario y la morada de las grandes almas, de los grandes testigos del amor."

Testigos del AmorSan Juan 19, 33: “uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio', lo atestigua y su testimonio es válido; él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.” San Juan es testigo del amor, por que contempla, por que ve, no solo con sus ojos sino que también con su corazón, el misterio de amor del Corazón de Cristo. Hay un “ver” que se queda en lo exterior, hay un ver que es histórico, que está unido al momento que se vive, es el ver del testigo ocular. Pero el testigo que es a la vez, apóstol y discípulo, es el que se hace presente en el momento histórico, en la hora precisa y en el lugar, y por ello puede contemplar el hecho con sus ojos, pero sobre todo, lo contempla con el corazón lleno de fe y esto le permite penetrar el sentido mas profundo del evento. Contempla el amor y capta su sentido mas profundo, su sentido redentor........contempla desde dentro, no solo desde afuera, ve el misterio de amor y lo atestigua con sus palabras pero sobre todo con su propia vida.
San Juan contempla el Corazón que tanto ha amado a la humanidad hasta el punto de dejarse traspasar para dar vida. Ahí, al pie de la cruz, San Juan comprendió las dimensiones fecundas del amor sacrificial del Corazón de Cristo, ahí se convierte en testigo de que el amor es mas fuerte que la muerte. (cf. Cantar de los Cantares, capítulo 8).

En este amor se consumió el corazón de Santa Rosa de Lima, “la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo”, como se le nombra en la Exhortación Apostólica Ecclesia in America, pasaba tiempo con Jesús eucarístico, dibujaba su corazón con diferentes aspectos de la transformación interior que se sucedía mientras ella estaba expuesta a los rayos de amor del Corazón de Cristo. “Ahí he aprendido a amar, decía Santa Rosa, ahí aprendí que el amor consume y desea entregarse, por ello debo darlo a los que sufren, a los enfermos: “no tengo miedo que se manchen mis vestidos con las llagas de los que sufren, pues así limpio las llagas del rostro de Cristo”

¿Como no entregar mi vida por amor, si el Corazón de Jesús me entrega su amor a diario en la Eucaristía? Decía San Martín de Porres. Esta conciencia del amor generoso de Cristo en la Eucaristía lo llevó a ser gran apóstol de los enfermos. Fraile Cristóbal de San Juan testificó que «a los religiosos enfermos les servía de rodillas; y estaba de esta suerte asistiéndoles de noche a sus cabeceras ocho y quince días, conforme a las necesidades en que les veía estar, levantándoles, acostándoles y limpiándoles, aunque se tratase de las más grotescas enfermedades».
Con la fuerza del amor del Sagrado Corazón se forma el corazón misionero de Madre Cabrini, quien movida por este amor se lanza con su orden misionera y llega a América para cuidar de los inmigrantes. Si el Sagrado Corazón me da la fuerza y los medios, iré a esas tierras lejanas a llevar el amor de Cristo tanto para los que no lo conocen como para los que se han olvidado de él”. El ardor misionero de Madre Cabrini surge después de una experiencia ante el Santísimo Sacramento: El Sagrado Corazón le mostró el amor de su Corazón, y le dijo: “tu corazón es mío, y mi Corazón es tuyo. Desde este momento todas tus empresas las harás con el amor de mi Corazón.” Desde ese momento, sintió unas palpitaciones en su corazón por las cuales no hubo explicación médica.
A lo largo de su recorrido por tierras guatemaltecas profesando amor, devoción, y caridad, el Santo hermano Pedro, profesaba ardientemente su amor por el Corazón de Cristo. “Es él, decía el santo, el que mueve mi pobre corazón al amor. Cuando lo contemplo a diario en mi oración amando intensamente a la miseria humana que no puedo conformarme con yo no hacer lo mismo”. Este amor fue el motor para todas sus obras sociales. “la virtud de la caridad ardía en su corazón. Fue pacífico, benigno, manso, sin nota de malicia, de soberbia, sin ambición, ni protagonismos, sin irritación, se dolía en el sufrimiento ajeno y se gozaba en la verdad y la justicia”.
Santa Teresa de los Andes, carmelita que ardía como ella explica “en el fuego consumidor del amor de Cristo” y que deseaba ser para la Iglesia, para el mundo, en el silencio del Carmelo un holocausto de amor como lo es el Corazón Eucarístico. “Quiero proclamar, decía, con mi ofrecimiento y mi sufrimiento, el gran evangelio del amor.”
América, tierra de lagos y volcanes, de altas cumbres y hermosos mares... fue llamada en 1992 por Su Santidad Juan Pablo II, en el V centenario de nuestra evangelización, a ser el Continente de la Esperanza. Recuerdo que estas palabras resonaron fuertemente, en el momento que se encendía con poderosa luminosidad el faro de Colón, y de sus rayos, se reflejaba en el oscuro firmamento, el signo de la Cruz.
América Continente de la esperanza, porque estás llamada a formar grandes testigos del amor en el inicio de este Tercer Milenio. “América, Avanza, dijo Juan Pablo II, entre gozos y lágrimas hacia la anhelada civilización del amor. . América, resiste a los embates del mal y a la tentación de la violencia........no te dejes vencer."
Y en el 2001, nos exhortaba “preparense para la nueva evangelización en el Corazón amante de Cristo: para ser testigos en el mundo, de que el Cristianismo es la religión del Amor”. Su Santidad Benedicto XVI, nos llamó a “ser testigos del amor, a no olvidarnos que esta es la esencia del cristiano”. “No se olviden de amar” fueron las palabras que San Maximiliano gritara a los frailes cuando los nazis se los llevaban a las prisiones y campos de concentración.

El Siervo de Dios, Su Santidad Juan Pablo II, dijo en 1987: “La construcción de una civilización del amor requiere temples recios y perseverantes, dispuestos al sacrificio e ilusionados en abrir nuevos caminos de convivencia humana, superando divisiones y materialismos opuestos. Esta es una responsabilidad de todos, los hombres y mujeres del mañana, en los albores del tercer milenio cristiano.” Y el Padre Kentenich, fundador de Shoenstatt: nos dijo "Queremos asistir a la escuela superior de la Eucaristía y aprender allí cómo debe ser la culminación de un amor creciente y de un espíritu de sacrificio que se muestra en los hechos". Si "Pruébenme primero por hechos que me aman realmente… Ahora tienen la mejor oportunidad para ello."

América, América cristiana, América eucarística y mariana, ahora es tu mejor oportunidad de ser para el mundo entero, como nos pidió S.S. Benedicto XVI : “testigos luminosos del amor”

Madre Adela Galindo, Fundadora sctjm

jueves, 21 de junio de 2012

LAS PROMESAS DEL CORAZÓN DE JESÚS A SANTA MARIA MARGARITA


Jésus le dijo a Santa María Margarita:
He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado  hasta agotarse y consumirse para demostrarles su Amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este sacramento de Amor. Pero lo que me es aun mucho más sensible, es que son Corazones que me están consagrados los que así me tratan, por esto te pido que se dedique el primer viernes después de la Octava del Santísimo Sacramento, a una fiesta particular para honrar Mi corazón, comulgando ese día y reparando su honor, para expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que ha estado expuesto en los altares. Te prometo también, que Mí corazónse dilatará para derramar con abundancia su divino amor sobre los que le rinden este honor, y los que  procuren que les sea tributado.
De un modo más explicito Jesús expresa el infinito amor que tiene a todos los hombres por quienes dio la última gota de su sangre y quiere que todos conozcan con certeza que en el encontrara el amor y la paz que el mundo no puede darles.
Promesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque:
  1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
  2. Daré la paz a las familias.
  3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
  4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte
  5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas
  6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
  7. Las almas tibias se harán fervorosas
  8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección
  9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
  10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos
  11. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
  12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

CEREMONIAL DE LA ENTRONIZACIÓN DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARIA EN LOS HOGARES, PAISES Y DEMAS INSTITUCIONES SOCIALES



Es costumbre muy recomendable comenzar la Entro de bienvenida y cantar el himno de los sagrados corazones.
HIMNO
¡Reinen por fin Sagrados Corazones!
entren aquí que el tiempo ya llegó
canten y bailen llenos de alegría 
porque Jesús muy pronto vencerá.
Vengan aquí, María nos reune
para formar: “Su ejercito de Paz” 
¡reinen por fin Sagrados Corazones! 
no tarden más pedimos por piedad.
Es la unidad Sagrados Corazones 
que ha de reinar en todo corazón
para formar el reino prometido 
reino del Amor, justicia y santa paz.
Ya lo juré Sagrados Corazones 
siervo seré de vuestro eterno Amor.
Siempre seré esclavo de María 
para construir el reino de su Amor.
Hágase en mí, en los cielos y tierra 
su voluntad, reflejo de su amor. 
¡Reinen por fin Sagrados Corazones! 
y así se hará la voluntad de Dios.

BENDICIÓN DE LAS IMÁGENES
Se ben­decirá la imagen, diciendo:
-Nuestra auxilio esta en  el nombre del Señor.
–Que hizo el cielo la Tierra.
-El Señor sea con ustedes.
-Y con tu espíritu
OREMOS
Omnipotente y sempi­terno Dios, que no reprue­bas el que se pinten las imágenes (o se esculpan las estatuas) de tus Santos, a fin de que cuantas veces las veamos con los ojos de nuestro cuerpo, otras tan­tas veces nos determinemos a imitar los ejemplos de su santidad: te rogamos que te dignes bendecir y santificar esta Imagen (o estatua) hecha en honor y memoria de los amantísimos Sagrados Corazones de Jesús y de María, concédenos que cuantos ante ella procu­remos honrar y consolarlos, obtengamos por sus méritos infinitos e intercesión, las gracias en la vida presente y la gloria en la Eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
-Amén.

Rociada la imagen con agua bendita, se entona un canto a los Sagrados Corazones, mientras se ordena la proce­sión hasta el lugar donde va a quedar colocada la imagen, como en su trono, adornada, si fuera posible, con algunas flores.
Mientras se coloca la imagen, reafirmamos nuestra fe rezando con mucho amor y fervor el Credo, como testimonio explicito de la fe de todos los presentes. Después de los aplausos y aclamaciones se les invita a escuchar atentamente la explicación de la importancia de la entronización.



ACTO DE CONSAGRACIÓN
A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESUS Y DE MARIA
(Rezado, si es posible, por el jefe de la familia.)
Corazon Sagrado de Jesua que has manifestado a Santa Margarita María el deseo de reinar en las fami­lias cristianas y de ellas a toda la sociedad,  venimos hoy a proclamar tu Realeza, la más absoluta, sobre la nuestra. Queremos vivir en adelante de tu vida, consagrados también al corazón de la Virgen Maria, tu madre. Queremos hacer florecer en nuestro hogar, sociedad y nación las virtudes a las cuales prometiste la paz aquí en la Tierra, queremos desterrar lejos de nosotros el espíritu mundano que Tú maldijiste.
Reinarán en nuestra inteligencia por la sencillez de nuestra fe, reinarán en nuestros corazones por el amor sin límites en que arderán por Ustedes, y cuya llama ali­mentaremos con la recepción frecuente de la divina Eucaristía.
Dígnense, ¡oh Sagrados Corazones!, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, ahuyentar nuestros pesares, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas. Si alguno de nosotros tuviera la desgracia de afligirles, acuérdense, ‘oh amantísimos Corazones de  Jesús y de Maria!, de que son buenos y misericor­diosos para el pecador arrepentido. Y cuando llegue la hora de la separación, cuando la muerte venga a cubrirnos de luto, todos, tanto los que partan como los que queden, estaremos sumisos a sus decretos eternos y nos consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que todas las familias reunidas en el cielo cantarán para siempre su gloria y sus beneficios.
Dígnense oh Sagrados  Corazones de Jesus y de María a cuyos servicios queremos vivir y morir y bajo el cuidado y patrocinio del glorioso Patriarca San José presentar esta consa­gración, y recordárnosla todos los días de nuestra vida.

Corazón Sacratísimo de Jesus; se mi camino y mi luz (tres veces)
Corazón inmaculado de Maria; se mi defensa y mi guía (tres veces)
A los Sagrados Corazones de Jesus y de Maria;  Honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amen

Uniéndonos todos en un solo corazón, presentes y ausentes, vivos y difuntos, evocando su recuerdo, recemos un Padrenuestro y un Ave María.

ORACIÓN
Deberá ser  rezada por el sacerdote y toda la familia y si se entroniza alguna otra institución o nación, participan todos los concurrentes.
Gloria-a los  Sagrados Corazones de Jesús y Maria cuya mise­ricordia ha sido infinita-con los miembros-de este-cristiano hogar-(nación o institución), al escogerlo-entre millares-como herencia-de amor-y santuario-de reparación-por las ingratitudes-humanas.
Con cuánta confusión-Sagrados Corazones de  Jesús y de Maria-esta porción de su rebaño fiel-acepta-el honor insigne-de verlos presidir-nuestra familia, (institución o nación). Cómo los adoramos-en silen­cioso fervor y nos regocijamos-al verlos compartir-bajo el mismo techo,—las fatigas-los afanes-y también las alegrías-de estos hijos suyos.-Verdad es-que no somos dignos-de que entren-en nuestra humilde mo­rada,-pero Tú Jesus-dejaste escapar-de tus labios divinos-aquellas palabras-que nos tranquilizan-cuando nos revelaste-la hermosura-de tu Divino Corazón-_y nuestras almas-que tanta sed tienen de Ti-¡oh Buen Jesús!-hemos encontrado-en la preciosa herida de tu Costado-las aguas vivas-que brotan-hasta la vida eterna.
Así, pues,-arrepentidos y confiados-venimos-a con­sagrarnos-a Ustedes-que son-la vida inmutable.-Quédense entre nosotros-’oh Sagrados Corazones!,-.–pues sentimos-ansias supremas-de amarlos y de hacerlos amar,-porque Ustedes son-el fuego divino-que ha de abrasar al mundo-para regenerarlo.-¡Oh, sí! Que esta casa, (institución o nación)-sea su refugio-tan dulce-como el de Betania, -donde encuentren descanso y consuelo-en las almas amigas-que hemos escogido-la mejor parte-en la intimidad-ven­turosa-de sus amorosos corazones-Sea esta-familia, (institución o nación)-el asilo pobre,-pero cariñoso,-de Egipto-en el des­tierro-de sus enemigos.
‘Ven, divino Jesús,-ven amadísima Maria,-pues en esta casa, (institución o nación)-se les ama con entrañable amor-Vengan a llenar-con su dulcísima presencia-los vacíos y soledades-que la muerte-el pecado y la desgracia-han dejado-entre nosotros.-¡Oh, Jesus, si Tú,-con tu amantísima madre hubieran estado-en nuestras horas de duelo,-cómo se hubieran endulzado-tantas lágrimas,-y cuánto bálsamo de paz-hubiéramos sentido-en aquellas heridas secretas-que sólo ustedes conocen y comprenden.

¡Vengan-porque se acerca,-tal vez-para nosotros,-la tarde angustiosa-de nuevos pesares-y sufrimientos. Ya declina-el día fugaz-de nuestra juventud-y de nuestras ilusio­nes.-Quédense con nosotros-porque ya anochece-y el mundo malvado y perverso-quiere envolvernos-en las tinie­blas-de sus negaciones, –vicios-y vanida­des, violencia y apostasía, pero  nosotros-nos acogemos a ustedes-porque los queremos como nuestros Reyes y Dueños absolutos, porque en ustedes encontramos el Camino-la Verdad-y la Vida.
Exclama, Jesús amado -como en otro tiempo:-<<Es pre­ciso-que desde hoy-me den hospedaje-aquí en su casa, (nación o institución).>>
(todos juntos con mucho amor y fervor)
Sí, Dios mío,-establece aquí tu tabernáculo-a cuya sombra vivamos,-en tu compañía,-nosotros-que te proclamamos-nuestro Rey y a Maria nuestra Reina y Madre -porque no queremos-que nada ni nadie-reine sobre nosotros, sino solamente ustedes. Renunciamos a cualquier otro intruso que quiera usurpar su realeza y soberanía sobre nosotros en nuestra familia, (nación o instituciones).
Vivan siempre amados,–bendecidos-y glorificados-en este hogar, (nación o institución) los Sagrados Corazones triunfantes-de Jesús y de Maria!-Venga a nosotros-su reino. -Amén.

Récese en alta voz una SALVE para cerrar con júbilo la ceremonia de entronización.
Honor y gloria a los sagrados corazones de Jesus y de Maria, Amen. (Tres veces).
Se invoca la intercesión de San José, Santa Margarita Maria, Santa Faustina y los Pastorcitos de Fátima.
Diciendo  “rueguen por nosotros”

ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN NUESTRO HOGAR



Padre Mateo Crawley-BoeveyEl fundador de la Obra de la Entronización fue el sacerdote peruano P. Mateo Crawley-Boevey (1875-1961) de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Parte de su juventud vivió en Valparaíso, Chile, y estableció muchos lazos con ese país. Al visitar Paray-le-Monial en 1907, el P. Mateo idealizó allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad. A través de una cruzada moral, se propuso hacer reinar a Nuestro Señor en las familias para así hacer viable su Realeza Social.
El P. Matías deseaba que “la devoción integral de Paray constituyese el alma del hogar… La idea principal, el alma divina de la obra, es la revelación de Paray, realizada práctica y socialmente, revelación que ilumina, con toda su luz y misericordia, al hogar, célula social” (De Becker, “Léxico de la Teología del Sagrado Corazón, v. Entronización”, p. 136, v. Matías Crawley-Boevey, p. 233).
El P. Matías sometió su plan al Cardenal Vives y Tutó –también propagador de la devoción al Sagrado Corazón y fiel colaborador de San Pío X– que lo estimuló diciéndole: “Esta es una obra magnífica; a ella debéis consagrar vuestra vida”.
Igualmente la sometió al Pontífice reinante, San Pío X, el cual la aprobó con las siguiente palabras: “No solamente os lo permito, sino que os ordeno de dedicar vuestra vida a esta obra de salvación social” (Congregación de los Sagrados Corazones (Picpus), “La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares por la Consagración Solemne de las Familias a este Divino Corazón”, publicación oficial, R. de Janeiro, 1941, p. 66).
El P. Mateo comenzó su obra en Valparaíso, Chile, con el apoyo de su Superior General, y de allí se extendió a todo el mundo.

Contrarrestar al enemigo

El Papa Benedicto XV (1914-1922), en carta dirigida al P. Mateo en abril de 1915 afirma que nada en nuestra época es más oportuno que esa consagración de las familias. Dicha consagración se orienta a contrarrestar un plan llevado a cabo por un enemigo en el sentido de pervertir el interior de los hogares. Ese enemigo, dice el Papa, tiene en vista sobre todo la sociedad doméstica, pues ésta es el germen de la sociedad. Si consiguieran corromperla, corromperán toda la sociedad.
Benedicto XV también advierte: “Los golpes del enemigo tienen principalmente en vista la sociedad doméstica. Al contener ésta, como en germen, los principios de la sociedad civil, ellos saben muy bien que la transformación, o mejor dicho, la corrupción que esperan de la sociedad común, es consecuencia necesaria de la de la familia, desde que hayan viciado los fundamentos de esta última”.

Una consagración creadora de buenos
hábitos y destruidora de vicios

El Papa no quería una consagración superficial; la deseaba seria, creadora de buenos hábitos y destruidora de los vicios.
“Importa sobremanera conocer a Cristo; conocer su doctrina, la vida, la pasión, la gloria; seguirlo no es dejarse guiar por un sentimiento superficial de religiosidad, que conmueve fácilmente los corazones tiernos y delicados y arranca lágrimas fáciles pero deja los vicios intactos” (C. SS. Corazones, la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, op. cit. pp. 17-18).
Lo mismo señalaba el Cardenal Van Rossum, en carta del 16 de enero de 1919, enviada en nombre de Benedicto XV al P. Joaquín Kapteinm SS.CC, director de la Obra de la Entronización en Holanda: “Lo que realmente queremos es que no se haga una consagración pasajera de la familia al Sagrado Corazón, una pequeña fiesta familiar que mañana tal vez sea olvidada; sino que, en realidad, Jesús sea colocado en un trono en la familia”.
También es fundamental lo que afirmaba la revista Acta Pontificia del 25 de mayo de 1915. La reparación que la Obra de la Entronización quiere hacer no es tan sólo individual sino que tiene un componente social: “Este apostolado se aplica de hecho a reparar dos pecados característicos de nuestra época: la laicización y la disolución de la familia, como también el atentado social contra la majestad divina de Jesucristo sobre la sociedad humana” (op. cit. p. 30).
Esta orientación se refleja con fidelidad en la publicación oficial de la Entronización que la compara a una cruzada de reconquista y restauración, cuyo objetivo es el Reinado Social del Corazón de Jesús.
“Una obra que, por su organización y su proyección social, constituyera una verdadera cruzada, cuyo fin sería centralizar y acentuar el movimiento mundial para el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús” (op. cit. p. 55).
El mismo espíritu marca el Diploma oficial de la Entronización, el denominado Documento Familiar, firmado por el sacerdote, por los padres y por los hijos:
Por este acto, expresión solemne de sincero amor y reparación, nosotros, los abajo firmantes, queremos afirmar el reconocimiento oficial de la REALEZA de Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Maestro; prometer la observancia incondicional de los Mandamientos de Dios y de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana; defender los Derechos Absolutos de Dios contra las violaciones sacrílegas practicadas por los individuos, por las familias, por las naciones; someternos completamente a la autoridad infalible del Sumo Pontífice” (op. cit. pp. 112).

Algunas prácticas de piedad

Para mantener encendida la llama de los buenos propósitos que acompañan a la consagración, la publicación oficial de la Obra de Entronización recomienda algunas prácticas piadosas:
1. La oración en común ante la imagen del Sagrado Corazón, al menos a la noche, y la renovación de la consagración con la fórmula abreviada.
2. Bendición a los niños por parte de los padres, como jefes del hogar, ante la imagen del Sagrado Corazón y en nombre del Sagrado Corazón.
3. Comunión frecuente con intención reparadora.
4. La Hora Santa los días viernes o por lo menos en la víspera de los primeros viernes de mes.
Tales prácticas, como puede observarse, son muy aconsejables. Sin embargo, según las circunstancias concretas, cada familia puede elegir otras. El objetivo es el de mantener, por medio de actos piadosos internos y externos, siempre viva la llama de la consagración y el espíritu reparador propio de la devoción al Sagrado Corazón. Uno de los actos más meritorios es el rezo del Rosario en familia.
También es necesario aclarar que la Obra de la Entronización no se limita a las familias. Desea llegar a otras sociedades, como la escuela, la fábrica, el hospital y la oficina.

Como es la ceremonia

La ceremonia de la Entronización es muy simple. En un día determinado, delante de los miembros de la familia reunidos, el párroco u otro sacerdote bendice la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la coloca normalmente en la sala más digna de la casa. Después de dirigir a los presentes unas palabras que recuerden el espíritu y los deberes de esta práctica de piedad, el sacerdote recita con toda la familia una fórmula de reparación y consagración.
Si el sacerdote no pudiera comparecer, la imagen, previamente bendecida, podrá ser colocada y la fórmula recitada por un laico, de preferencia el jefe de familia, el patrón o el director de la organización.

EL REINO DEL CORAZÓN EUCARÍSTICO: EL TRIUNFO DEL AMOR




La Eucaristía es un don del amor del Sagrado Corazón La Eucaristía es el don por excelencia del amor del Sagrado Corazón. No podemos entender la Eucaristía sin entender el amor del Corazón de Jesús. En el capítulo 13 de su Evangelio, San Juan nos dice: Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13,1). Hasta el extremo, significa sin escatimar en nada, absolutamente en nada, para manifestar Su amor. Jesús dirigió estas palabras a Santa Margarita María: He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, sin escatimar en nada, hasta el punto de consumirse para darles a conocer Su amor.

El Sagrado Corazón de Jesús nos ha amado hasta el extremo entregándose total y libremente para nuestra salvación. No ha escatimado en nada, hasta el punto de darnos Su Cuerpo, Su Sangre y Su Corazón en la Cruz, y continúa haciéndolo en la Sagrada Eucaristía. La Eucaristía es el don de su auto-donación y su amor sacrificial por los hombres. Al instituir la Eucaristía en la Última Cena, Jesús dijo a sus apóstoles, y a la Iglesia hasta el fin de los tiempos: Éste es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, entregada por vosotros (Mt 26). La Eucaristía es muestra del amor y de la generosidad del Sagrado Corazón. No solamente entregó su vida, sino que lo hizo de forma voluntaria, libre, pues ésta es la marca del auténtico amor: Yo doy mi vida.., nadie me la quita, la doy voluntariamente (Jn 10,18).

Y no sólo la dio voluntariamente, también intensamente, hasta el extremo. Tal como lo dijera Jesús a Santa Margarita: Mi divino Corazón está tan inflamado de amor por los hombres, que no pudiendo contener en sí las llamas de su ardiente caridad, debe repartirlas y darse a conocer (manifestarse) a ellos para enriquecerles con los tesoros de mi Corazón.

Cuando contemplamos la Eucaristía, contemplamos el Corazón que ha sido traspasado por amor, el Corazón que constantemente renueva su inmolación, su entrega, su sacrificio. Por lo tanto, contemplamos el amor oblativo y permanente del Corazón de Cristo. Contemplamos el Corazón de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo de la Cruz, y hasta el extremo de la Eucaristía. ¿Acaso no es la Eucaristía el recordatorio permanente y continuo de la generosidad y auto-donación de Cristo? La generosidad y entrega total son los frutos de su amor hasta el extremo. La oblación del Corazón de Cristo nos revela que el amor es la victoria sobre el mal. Él conquista la dureza del corazón humano; no a la fuerza, sino ofreciendo el testimonio del poder de Su amor. ¿Acaso no es la Eucaristía el signo viviente de su amor sacrificial? El se nos da a nosotros, a nosotros quienes le hemos rechazado y maltratado. Él nos ha enseñado a vivir en el camino del amor, el único camino que triunfa sobre el mal:

Nos dio el testamento del amor e instituyó el sacramento del amor en la noche en que iba a ser traicionado, negado y hecho prisionero por nosotros. Tomó sobre Sí mismo nuestros pecados, cargando nuestra debilidad; por sus llagas hemos sido sanados. Sus sufrimientos nos alcanzaron la eterna felicidad. Nos da su Sangre para apagar nuestra sed, aún cuando vamos detrás de charcos de agua, sucios y estériles. (mi Sangre es bebida que brota para la vida eterna, Jn 6,55)
Nos da su Carne para saciar nuestra hambre, aún cuando buscamos satisfacción en alimentos temporales. (Yo soy el Pan de Vida, el que venga a mí no tendrá hambre Jn 6)
Permanece con nosotros hasta el fin de los tiempos, para acompañarnos, aún cuando nosotros le abandonamos. Nuestro amado Redentor, en la última noche de su vida, sabiendo que había llegado la hora en que debía morir por amor a los hombres, no pudo dejarnos solos en este valle de lágrimas; y así, para que la muerte no le separase de nosotros, habría de ofrecerse a sí mismo en el Sacramento del Altar, sabiendo que era lo máximo que podía darnos para demostrarnos Su amor. (San Alfonso de Ligorio) Por nuestro rechazo, le traspasamos el Corazón, y de él brotaron Sangre y Agua; los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía.

De su costado herido, dio vida a la Iglesia y nos dejó la Eucaristía para ser el corazón latente de la Iglesia, para sostenerla, alimentarla y fortalecerla en su misión de ser gran signo de amor en el mundo. El Santísimo Sacramento es el Corazón vivo de cada una de nuestras iglesias. (Papa Pablo VI).
Para actualizar el poder de Su redención a todas las generaciones, mandó y dio poder, a los Apóstoles y a sus sucesores, para perpetuar su Sacrificio en la Cruz, haciendo posible de este modo que todos los hombres, de cada generación, pudiesen estar al pie de la Cruz, recibiendo el poder de la salvación. El permanece en cada tabernáculo, nos dice Sta. Teresa de Lisieux, como prisionero del amor; prisionero, para que así podamos recibir su libertad. Él está presente en la Eucaristía, y ha escogido permanecer ahí aún vulnerable a los hombres, simplemente para poder ofrecer su amor al corazón humano. Jesús dirigió estas palabras a Sta. Faustina desde el tabernáculo: El amor me ha traído aquí y el amor me mantiene aquí.

¡¡Eso es amor!! El Corazón Eucarístico es el modelo de amor, tal y como nos lo describe San Pablo en la 1ra Carta a los Corintios, 13: El amor es paciente, servicial, no tiene envidia, no se irrita, no busca su interés; no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, el amor nunca falla (no acaba nunca).

San Francisco de Sales nos dice: No hay aspecto más amoroso o tierno de Nuestro Salvador que podamos contemplar, que este acto, en el cual Él, por decirlo así, se aniquila, y se nos da como alimento, para saciar nuestras almas, y unirse de este modo de una forma más íntima, al corazón de sus fieles.

Podemos ver como en la Cruz y en la Eucaristía, el amor ha triunfado, pues el amor triunfa cuando el mal es conquistado con la bondad; cuando la entrega sacrificial de uno mismo es la respuesta a la dureza del corazón, como nos lo enseña San Pablo en la Carta a los Romanos 12, 21:"resistid el mal, venciendo al mal con el bien". A sus discípulos, Jesús no les prometió estar exentos del mal, pero sí les prometió la victoria sobre el mismo: Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero, ánimo! Yo he vencido al mundo: (Jn 16,33) ¿Cómo conquistó Jesús al mundo? Amando hasta el extremo de la Cruz y de la Eucaristía. Amando hasta el extremo de olvidarse a sí mismo. El Papa León XIII nos dijo:"recordad el acto supremo de amor mediante el cual nuestro Redentor, vertiendo para nosotros las riquezas de Su Corazón, instituyó el adorable Sacramento de la Eucaristía, para así permanecer con nosotros hasta el fin del mundo. Y ciertamente la Eucaristía, la cual hemos recibido del gran amor de Su Corazón, es Su Corazón, el amor de Su Corazón".

El Corazón Eucarístico es el signo viviente del Reino del amor. Jesús dijo que el Reino de Dios estaba en el corazón. Vino al mundo a establecer Su Reino, como lo dijo el ángel a la Santísima Virgen en la Anunciación:"su Reino no tendrá fin". Qué clase de reino es aquél que no tiene fin? Ha de ser un reino que se establece en el corazón del hombre, donde nada externo puede removerlo. Qué nos separará del amor de Dios? La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? No, en todo esto salimos vencedores gracias a Aquél que nos amó. (Rm. 8,34)

Cuando estudiamos el Evangelio, vemos claramente que Jesús dirigió su misión a una profunda transformación del corazón humano, puesto que vino a establecer una nueva alianza. Esta Nueva Alianza fue profetizada y explicada por el profeta Ezequiel 36: "Os daré un corazón nuevo, e infundiré en vosotros un espíritu nuevo. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne." Mientras que los hombres esperaban un reino terrenal, con poderes de este mundo, Jesús nos dijo que Su Reino no era de este mundo. No es de este mundo, puesto que no es producido por las acciones de este mundo, sino que se establece en el corazón del hombre por el poder de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. (Rm 5). Por lo tanto, el Reino de Dios es un reino de amor, amor que es capaz de transformar los movimientos más profundo del corazón humano, hasta el punto de arrancar la dureza, la frialdad, el egoísmo, la auto protección, las piedras de nuestro corazón, tornándolas en carne, lo cual significa ser sensible, noble, generoso, dócil, sacrificial y completamente abiertos y dispuestos al amor de Dios y del prójimo. Es por esto que Su Reino solo puede ser extendido en el tiempo mediante la Presencia Real del Corazón de Cristo en la Eucaristía, porque es su amor, vivo, latente, con el poder de transformar el corazón humano y el mundo entero:"Yo soy la vida del mundo."

El Corazón Eucarístico es el Horno de amor en el cual nuestros corazones han de ser consumidos por (para) la vida del mundo.

"He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y cuánto desearía que ya estuviera encendido! (Lc.12,49) ¿Cuál es el fuego que Jesús ha venido a arrojar sobre el mundo? Es el fuego de su infinito amor y misericordia, el fuego del Espíritu Santo que transforma nuestros corazones haciéndonos imágenes de Su Corazón. Es por esto que desde el Antiguo Testamento Él ha identificado su amorosa Presencia con el fuego, así como se manifestara a Moisés en Ex. 3,2: la zarza estaba ardiendo, pero no se consumía." Nunca se consumirá pues su amor es infinito, es eterno. A Santa Margarita María el Sagrado Corazón siempre se le aparecía cuando ella se encontraba en adoración ante el Santísimo Sacramento, y se le revelaba en llamas:"el divino Corazón se me reveló como en un trono de llamas, más resplandeciente que el sol y transparente como el cristal, parecido a un horno abierto. Su Corazón abierto era la fuente de estas llamas".

Puesto que el fuego consume todo lo que toca, de este modo debe consumir nuestro pecado, nuestra frialdad, nuestro egoísmo e indiferencia, y todas esas actitudes que nos impiden responder a la llamada de amar como Jesús nos ha amado. Debemos entrar en el fuego del Corazón de Jesús y permitir que Él nos purifique de todo lo que en nosotros es contrario al amor. Esto causará dolor, ya que el egoísmo está fuertemente enraizado en nuestro corazón, pero es la única forma de hacernos uno con Cristo, de llegar a tener comunión verdadera con Cristo. Debemos permitirle al Señor purificarnos para verdaderamente convertirnos en incienso que cuando es quemado despide su dulce aroma frente al altar. El fuego del amor del Corazón de Jesús siempre será el remedio para nuestra frialdad y egoísmo. San Mateo nos dice en su Evangelio, en el capítulo 24, que en el transcurso del tiempo, la caridad se enfriará en la mayoría de los hombres. Jesús dijo a Santa Margarita que la revelación de su Corazón era el último esfuerzo de amor en los últimos tiempos, para calentar al mundo que había crecido en la frialdad. A Santa Faustina, Jesús le dijo que Él estaba ofreciendo a un mundo frío, el último refugio: la misericordia de Su Corazón. Creo que en nuestros tiempos los corazones han vuelto muy fríos, el egoísmo reina entre los hombres y la forma común de vida es la violencia. Los hombres han olvidado el significado del amor. Es por eso que el Señor ofrece a nuestra generación su Corazón Sagrado, Misericordioso, y Eucarístico. Él quiere transformar nuestro corazón, para que así pueda surgir una nueva civilización en la que el amor triunfe sobre el mal. A varios santos el Señor les dio la gracia de introducir sus corazones en el fuego de su Sagrado Corazón. Santos como Santa Margarita María, Santa Faustina, Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, y muchos otros, recibieron este intercambio de corazones. Estos santos simbolizan lo que el Corazón Eucarístico desea hacer en cada uno de nosotros cuando nos acercamos con apertura a Él. Nos quiere dar Su Corazón, sus sentimientos, sus deseos, sus movimientos internos, su amor. En la primera aparición a Santa Margarita María, el Sagrado Corazón le pidió que ella le diera su corazón. Ella lo colocó en las llamas del Corazón de Jesús, y vio su corazón como un pequeño átomo que se consumía en un gran horno. Cuando le fue devuelto, sintió un amor intenso que a partir de ese día, nunca se agotaba y solo deseaba darlo a los demás.

En una ocasión, el Señor tomó el corazón de Santa Faustina y lo introdujo en las llamas de su Corazón misericordioso. Después le dijo:"hija mía, te he llevado a las profundidades de mi Corazón misericordioso para que reflejes en tu corazón mi misericordia; solo así podrás proclamarla al mundo. Enciende el mundo con ella."

A Santa Catalina de Siena, estando en adoración ante el Santísimo Sacramento, Jesús se le apareció con su Corazón en llamas, y en ese momento, tomo el corazón de la santa y lo introdujo en su costado abierto. Después, Jesús le dijo:"mira, hija mía, he tomado tu corazón para darte uno nuevo, encendido de mi amor, para que siempre experimentes mi inmenso amor hacia las almas".

Para San Maximiliano Kolbe, recibir el Corazón de Jesús en la Eucaristía significaba consumir nuestros corazones en su amor y ser purificados de todo lo que es contrario al amor. ¨El amor, por su propia esencia, nos debe transformar. Debe consumirnos, y a través de nosotros, encender en llamas al mundo. Debe destruir y hacer desaparecer todo el mal que existe en él. Este es el fuego al que se refirió el Señor, cuando dijo que había venido a arrojar fuego sobre la tierra.¨ (San Maximiliano) En la Eucaristía contemplamos el acto de oblación del Corazón de Cristo, Él se consume de amor por nosotros y esa es la razón de su ofrenda. La Eucaristía debe formar en nosotros un corazón que es capaz de darse a sí mismo como sacrificio vivo, ofrecido por la vida del mundo, así como Él se ofrece. El Corazón de Jesús, vivo en la Eucaristía, quiere formar un ejército de corazones eucarísticos, sacrificios vivos, hostias vivas donde el amor del Corazón Eucarístico pueda reinar. Rm 12: "Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios". A la Ven. Conchita Armida, una gran mística mexicana de los 1920s, y fundadora de varias comunidades religiosas, el Señor le explicó: Necesito un ejército de almas santas transformadas en mí, quienes exhalen virtudes y atraigan otras almas con el buen aroma de Cristo Eucarístico. Convirtiéndose en hostias vivas que se ofrezcan en total unión a la oblación de Cristo al Padre para el bien del mundo y de la Iglesia.¨ Conchita profetizó un segundo Pentecostés, tan necesitado en el mundo: "éste pentecostés será interior, trayendo una poderosa transformación de los corazones de los hombres en el Corazón de Cristo en la Eucaristía.” Según la Madre Auxilia de la Cruz, fundadora mexicana de las Oblatas del Santísimo Sacramento, y amiga de Conchita, el Espíritu Santo habría de traer en nuestros tiempos, el fuego del divino amor, el fuego que nos transforma en hostias vivas. Lo cual significa, personas que están dispuestas a ser como Cristo en la Eucaristía, totalmente consagradas a Dios, dispuestas a ser partidas y entregadas, dispuestas a abrazar sufrimientos y sacrificios por amor a los demás. Creo que estas revelaciones nos explican la razón por la cual en los últimos 150 años hemos visto un aumento de almas víctimas, con un claro llamado eucarístico de ofrecerse para el bien de la Iglesia y del mundo, por los pecadores, sacerdotes, y almas consagradas, por las familias... por la paz. Estas almas víctimas han sido llamadas a ser de tal forma sacrificios vivos, hostias vivas, que muchas de ellas han vivido solamente de la Eucaristía. Este milagro pone de manifiesto la perfecta comunión de sus vidas con el sacrificio Eucarístico de Cristo. Podemos traer a la mente el ejemplo de tres estigmatizadas: Teresa Newman, quien se ofreció primordialmente por los sacerdotes, la cual vivió 40 años sin ningún otro alimento que la Eucaristía. La Venerable Alejandrina da Costa, una joven portuguesa quien fue llamada a sufrir como alma víctima por la consagración del mundo al Inmaculado Corazón, vivió de la Eucaristía por los últimos 13 años de su vida. La Ven. Ana Catalina Emmerick, gran mística y alma víctima, la cual se ofreció por la Iglesia, vivió los últimos 12 años de su vida solo de la Eucaristía. Santa Faustina, la gran apóstol de la Misericordia del Corazón de Dios, consideraba un aspecto esencial de su vida el ofrecerse para ser transformada en hostia viva."Transfórmame en Ti, oh Jesús, para que pueda ser un sacrificio vivo. Deseo expiar a cada momento por los pobres pecadores (908)
Para ella, la experiencia de ser una hostia viva, solo podía provenir de su comunión con la Santa Eucaristía. Esta comunión con el Corazón Eucarístico es lo que causa que nuestros corazones sean uno con el Suyo y produce en nosotros la capacidad de amar hasta el extremo."No es posible tener una unión de amor más profunda y más total: Él en mi y yo en Él. El uno en el otro, qué más se puede desear?" Sta. Gema Galgani.

"La Santa Eucaristía es el Sacramento del Amor: Significa amor y produce amor." -Sto Tomás de Aquino.
Al Arzobispo Fulton Sheen, una vez le preguntaron quien era la persona que más le había inspirado en su vida? Respondió que había sido una niña china de once años. Explicó que cuando los comunistas tomaron el poder en la China, apresaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la iglesia. Después de haberle encerrado, el sacerdote pudo ver como los comunistas entraban en la iglesia y rompían el tabernáculo. Tomaron el ciborio y lo tiraron al suelo, haciendo caer las Hostias consagradas. El sacerdote sabía que habían treinta y dos hostias. Cuando los comunistas se fueron, no se dieron cuenta de que había una pequeña niña rezando al fondo de la iglesia, la cual había visto lo ocurrido. Aquella misma noche la niña logró entrar a escondidas en la iglesia, a pesar de que había un guardia comunista dentro. Una vez dentro, la niña hizo una hora santa de oración y reparación, un acto de amor a cambio del acto de odio que había presenciado. Después de la hora santa, se acercó a las Sagradas formas en el suelo, se arrodilló, se inclinó y consumió una de ellas con su lengua. (En aquél entonces no era permitido tocar la Eucaristía con la mano).

La pequeña continuó yendo cada noche, treinta y una noches más, para hacer su hora de reparación y oración, consumiendo cada hostia que había en el suelo. En la última noche, después de haber consumido la última hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. El corrió tras ella, alcanzándola y golpeándola con su rifle hasta que la mató. Este acto de martirio heroico fue presenciado por el sacerdote, quien observaba desde la rectoría este testimonio de amor por el Sacramento del amor. El Corazón Eucarístico, signo del amor sacrificial de Jesús por los hombres, inspira amor como respuesta. El Santo Padre nos dice en su Carta Apostólica: Misterio y Culto de la Eucaristía: "Junto al don infinito y gratuito del amor sacrificial de Dios, ... y del cual la Eucaristía es el signo indeleble, también brota de nuestro ser una viva respuesta de amor. No solamente contemplamos el amor, nosotros mismos comenzamos a amar. Gracias a la Eucaristía, el amor que brota de nuestro ser por la Eucaristía se desarrolla en nosotros, se hace más profundo y crece cada vez más fuerte." (Juan Pablo II, 1980)

El Corazón Eucarístico forma grandes testigos del amor. “Sed, pues, imitadores de Cristo, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entrego por nosotros como oblación y víctima de suave aroma” (Ef 5,1)

Su Santidad Juan Pablo II, al concluir el año jubilar, nos dijo en su carta apostólica Novo Millennio Ineunte, que la mayor evangelización de la Iglesia al comienzo de este siglo, se realizaría si nos convertíamos en testigos del amor. El afirma que la Iglesia del tercer milenio, necesita convertirse en un gran signo de amor para el mundo. El amor es verdaderamente el corazón de la Iglesia, así lo entendió Santa Teresa de Lisieux, a quien proclamé Doctora de la Iglesia precisamente porque ella es una experta en la ciencia del amor,"scientia amoris": "Comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que ese corazón estaba encendido en llamas de amor. Comprendí que solo el amor podía mover a los miembros de la Iglesia a actuar... Comprendí que el Amor abarca todas las vocaciones, que el Amor lo era todo."

Quiero hablarles hoy de un fiel testigo del amor en nuestros tiempos tan difíciles, alguien que nunca se olvidó de amar, aún cuando a su alrededor reinaba el odio. San Maximiliano Kolbe Conocido como el gran santo de la Inmaculada, totalmente consagrado a la Santísima Virgen, tenía como centro de su espiritualidad, aquello que también es esencial para el amor del Inmaculado Corazón, el amor al Corazón Eucarístico de Jesús. Este es el amor que debe ser el centro de la espiritualidad de todo discípulo de Cristo. Para S. Maximiliano, la Consagración a la Inmaculada no tiene otro fin que el de llevarnos a compartir el amor de Jesús, quien murió en la Cruz por amor y en amor, un misterio que se extiende a nosotros en la Sagrada Eucaristía. Este amor es en su esencia, una identificación con las intenciones del Corazón de Cristo, amando, entregando, sacrificando su propio ser "por la vida del mundo. Nadie tiene amor más grande que aquél que da la vida por sus amigos" (Jn. 15,13).

Aquellos que vivieron con San Maximiliano, testifican que era una experiencia realmente conmovedora, observarle mientras celebraba el sacrificio de la Santa Misa: Él vivía la Misa! Se hallaba absorto en el carácter sagrado de la Misa, uniéndose a sí mismo a Cristo en el misterio de nuestra redención! Unía todos sus sufrimientos personales a los de Cristo. Para él, la celebración del sacrificio del altar era la realización de su vocación y de su vida. Cuando fundó la Ciudad de la Inmaculada, desde la cual florecería un gran apostolado mariano de evangelización, hizo de la Santa Misa y de la adoración al Corazón Eucarístico, el centro, la actividad más importante de la ciudad. En varias ocasiones el mismo lo expresaba de esta forma. El Corazón de Niepokalanow es la Eucaristía. Además de participar en las oraciones comunitarias ante la Eucaristía, San Maximiliano visitaba al Santísimo Sacramento, probablemente de 10 a 15 veces en el día, "para conocer cada día más el amor y la misericordia del Corazón Eucarístico, para ir a la escuela del amor" Explicaba.

Esta formación Eucarística de amor y auto-donación, sería la fuerza motora detrás de este sacerdote mariano en el Campo de Concentración de Auschwitz. Allí, el habría de seguir el mismo consejo que exclamó a viva voz a sus hermanos cuando todos ellos eran llevados por la guardia nazi: ("No olvidéis el amor"). Este es el mismo grito que el Corazón Eucarístico nos dirige a todos nosotros:"¡No olvidéis el amor! No me olvidéis, a mi que os he amado, y he dado mi vida por vosotros!

Por el hecho de ser sacerdote recibió constantes golpizas, y tras ellas le dejaban tirado, abandonado. En Auschwitz, se aniquilaba de hambre a los prisioneros de una forma lenta y sistemática. Cuando les traían la comida, todos se peleaban por su lugar y porción de alimento. El Padre Maximiliano, sin embargo, se hacía a un lado, a pesar del hambre atroz, para dar paso a otros, muchas veces no sobraba nada para él. En otras ocasiones compartía su pequeña porción de sopa o pan con otras personas. Un prisionero relataba que él y varios otros, a veces gateaban en la noche hasta llegar a la cama del Padre Kolbe, para hacer sus confesiones y recibir palabras de amor y consuelo. El Padre Kolbe suplicaba a los prisioneros que perdonaran a sus enemigos y que vencieran el mal con el bien, el odio con el amor. Un doctor protestante que estaba a cargo de los pacientes del bloque n. 12, testificó que el Padre Kolbe esperaba hasta que todos los demás habían sido atendidos, antes de pedir cualquier ayuda. “Se sacrificaba constantemente por los demás”, nos dice el doctor.

"Ora para que mi amor no tenga límites", escribió a su madre en una ocasión. Esa clase de amor es la que él contemplaba en la Cruz y en la Eucaristía, en la escuela de amor. Esta es la oración que el Señor siempre responde, pues es el deseo de su Corazón que nos convirtamos en imágenes suyas, que tengamos los mismos sentimientos de Su Corazón. San Maximiliano ofreció su primera misa por la conversión de los corazones endurecidos, la segunda, por la gracia del martirio, y la tercera, por la gracia de amar hasta el punto de convertirse en una víctima. (Todas estas oraciones fueron respondidas por el Señor y todas ellas fueron inspiradas por las vidas de Sta. Teresa de Lisieux y Sta. Gema Galgani).

Quizás muchos de ustedes conocen el final de la vida de este gran santo. Un día, cuando diez hombres fueron escogidos para morir de hambre en celdas destinadas para ello, como castigo por el escape de algunos prisioneros, uno de ellos comenzó a llorar y gritaba: Por favor, tengo esposa e hijos... San Maximiliano, acostumbrado a contemplar y vivir el amor sacrificial del Corazón Eucarístico, dio un paso al frente y dijo: -Yo quiero tomar su lugar. -Quién eres? Preguntó el comandante nazi. -Soy un sacerdote católico! Un sacerdote, otro Cristo, unido a sus sufrimientos por el bien de los demás. Sí, un sacerdote, para dar mi vida, mi cuerpo, mi sangre, así como Jesús se dio por nosotros en la Cruz y continúa dándose en la Eucaristía. San Maximiliano fue el último en morir en la celda, habiendo ayudado a los demás a encontrar el poder del perdón y del amor, el poder del amor de Jesús y María.

Este acto de amor manifestado en una ciudad de odio, como lo era Auschwitz, la transformó, según nos lo manifiesta el testimonio de aquellos que sobrevivieron. Por qué? porque pudieron contemplar la realidad del amor: nunca puede ser vencido por el odio, ni la luz no puede ser vencida por la oscuridad, cuando el reino del Corazón Eucarístico habita en el corazón del hombre. De pequeño, San Maximiliano tuvo una aparición de la Santísima Virgen, la cual le ofreció dos coronas: una roja y otra blanca. El escogió las dos. Pureza y sacrificio. Supo vivir las dos hasta el final. Vivió en dos ciudades: La ciudad de la Inmaculada, donde el amor y la pureza reinaban, y la ciudad de Auschwitz, donde reinaba el odio y el terror. En ambas Maximiliano llevó las dos coronas del triunfo del Corazón Eucarístico: el triunfo del amor: del amor sobre el odio, el bien sobre el mal, la luz sobre la oscuridad. Este es el verdadero triunfo, cuando nuestros corazones, movidos por el poder del Corazón Eucarístico, se adentran en su fuego purificador y viven de su amor sobrenatural.

¡El vivía la Santa Misa! Dijo uno de los que le vieron celebrarla. En el último periodo de su vida, en el campo de concentración, cuando ya no podía celebrar la misa de modo sacramental, la celebró hasta el final con su vida y muerte, con su total identificación con la Eucaristía, ofreciéndose como un sacrificio vivo, como una hostia viva. San Maximiliano estaba tan lleno de amor, aprendido y recibido en su constante contemplación del amor oblativo del Corazón Eucarístico, que se convirtió en el primer mártir del amor. Con este título nunca antes concedido a otra persona, fue canonizado por el Papa Juan Pablo II. El Santo Padre también le llamó: "profeta de la nueva civilización del amor". El Papa dijo que es imposible no descubrir en su vida y sacrificio, un poderoso testimonio de la Iglesia en el mundo moderno, y al mismo tiempo, un gran signo para nuestros tiempos. San Maximiliano, un gran santo mariano, completamente consagrado a la Inmaculada, fue guiado por la Santísima Virgen hacia el fuego consumidor del amor del Corazón Eucarístico, hasta el punto de convertirse en sacrificio vivo, hostia viva, testigo del amor. La Consagración al Inmaculado Corazón promueve el Reino del amor del Corazón Eucarístico en nuestros corazones.
San Maximiliano:"Esta verdad debe estar inscrita en los corazones de toda la humanidad, aquellos que viven en el presente y los que vendrán en el futuro, hasta el fin de los tiempos. La Inmaculada debe ser presentada a los corazones de todos los hombres, y de este modo permitirle a Ella elevar el trono de Su Hijo en ellos, y de este modo atraer a toda la humanidad al conocimiento de Cristo e inflamarles con el amor a su Sagrado y Eucarístico Corazón."

La consagración al Inmaculado Corazón es el camino seguro para la comunión con el Corazón Eucarístico, puesto que su Corazón es el que conoce el secreto para la más íntima unión con el Corazón de Jesús. Ella siempre nos llevará a alcanzar un mayor amor y comunión con su Hijo. Ella nos dirige hacia la adoración y contemplación de su Hijo, y le ha sido confiada la misión de reproducir en nosotros la imagen del Corazón de Jesús. En Octubre 13 de 1917 en Fátima, le fue concedido a la humanidad un gran regalo: el milagro del sol. En ese día anunciado por Nuestra Señora, el Señor iba a manifestar un milagro que todos pudiesen ver. Una copiosa lluvia cubría el lugar, los peregrinos tuvieron que caminar en una atmósfera nublada, sobre charcos de lodo. Había llovido toda la noche y en ese día oscuro y frío el Señor iba a manifestar su presencia y su poder. De repente, después de que la Santísima Virgen señalara hacia el sol, éste se hizo visible a todos y tomó la forma de una Hostia. Comenzó a girar y pulsar hacia la multitud, parecía que se venía hacia ellos con su intenso fuego para quemar la tierra. Se acercó a la tierra, y los que allí se habían congregado estaban temerosos y no comprendían lo que estaba sucediendo. Temían el fuego que se acercaba, pero a su aproximación, todo se secó y el día fue transformado de oscuridad en luz, de frialdad a calor. Este milagro del sol, es signo de lo que el Corazón Eucarístico quiere obrar en nuestra generación. "Debemos conquistar el mundo y ganar cada alma, ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de ella, para el Sagrado Corazón de Jesús" A través del Inmaculado Corazón de nuestra Madre, somos guiados hacia el Corazón Eucarístico de Jesús, el horno ardiente de caridad, para que nuestros corazones sean transformados en hostias vivas, testimonios vivientes del amor y de la oblación total. Atraigamos a nuestra civilización el poder que triunfa sobre el mal: El Reino del Corazón Eucarístico: ¡No olvidéis el amor!
 
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM 

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