sábado, 9 de enero de 2016

TE INVITO A NACER DE MARIA MADRE CELESTIAL



Una persona realmente cristiana no puede ni debe vivir más que de la vida de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta vida divina debe ser el principio de todos sus pensamientos, de todas sus palabras y de todas sus acciones.

Jesucristo fue concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de María. Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen.
El bautismo y la fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer de la Virgen María.

Jesucristo quiso formarse a nuestra semejanza en el seno virginal de María. También nosotros debemos formarnos a semejanza de Jesucristo en el seno de María, conformar nuestra conducta con su conducta, nuestras inclinaciones con sus inclinaciones, nuestra vida con su vida.

María, con un amor inimaginable, nos lleva siempre en sus castas entrañas como hijos pequeños, hasta tanto que, habiendo formado en nosotros los primeros rasgos de su hijo, nos dé a luz como a Él. María nos repite incesantemente estas hermosas palabras de san Pablo: Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros (Gál 4,19). Hijitos míos, que yo quisiera dar a luz cuando Jesucristo se haya formado perfectamente en vosotros.

martes, 5 de enero de 2016

VIVIR SIN MIEDOS



Para no tener miedo en la vida, debemos cumplir los Diez Mandamientos, pues dice la Sagrada Escritura que a quien cumple los mandamientos, todo lo que haga le saldrá bien.
También debemos rezar todos los días el Santo Rosario, pues la Santísima Virgen, en su promesa número seis nos dice lo siguiente: “El que recitase el Rosario devotamente, aplicándose a meditar los Sagrados Misterios, no será vencido por la mala fortuna. En Su justo juicio, Dios no lo castigará. No sufrirá la muerte improvisa. Y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y será digno de alcanzar la vida eterna.”
Porque el miedo viene del pecado y de nuestra debilidad. Pero si cumplimos los Mandamientos y rezamos a Dios, especialmente con el Santo Rosario, todo nos saldrá bien, e incluso los males que nos afecten, no serán sino causas de bienes mayores, que aprovecharemos para nuestro adelanto espiritual, e incluso a veces también material.
Es lógico que a veces tengamos miedo, porque somos débiles y quizás nos educaron con defectos en la virtud de la fortaleza. Pero cuanto más miedosos seamos, tanto mayor mérito tendremos si aprendemos, con la ayuda de Dios, a vencer esos miedos.
Los hombres buscamos seguridades. Algunos compran armas, otros enrejan sus casas y ponen alarmas en sus pertenencias. Pero la verdad es que nada de esto sirve, si la persona no tiene una conducta intachable ante Dios y los hombres, y si no reza cada día su Rosario y otras oraciones.
Porque la ayuda viene de Dios, y si Dios nos ayuda –y si cumplimos los mandamientos y rezamos, Dios nos ayudará-, entonces no debemos temer nada. Incluso aunque nos den muerte, estaremos tranquilos porque nuestra conciencia está en paz y somos gratos a los ojos de Dios.
En cambio quien vive pecando, está desprovisto de Dios, y está indefenso ante todos los males.
Recordemos que Dios puede enviar a sus ángeles a cuidarnos y defendernos, incluso visiblemente, si ello fuera necesario. Vemos que en la Biblia, el pueblo de Israel caía en desgracias cuando dejaba de cumplir la Ley de Dios, entonces venían las guerras, las esclavitudes, las desgracias de todo tipo para el pueblo. En cambio cuando en general el pueblo cumplía los Mandamientos, la paz y el bienestar surgían.
Si ahora el mundo está tan mal, es porque los hombres hemos dejado de lado a Dios. Entonces Dios se aparta de los hombres y los deja librados a las potencias del Mal, y así la humanidad está cada vez peor.
Pero Dios es Fiel, y no puede desdecirse de sus promesas, y a cada uno que se le encomiende por la oración, y sea fiel en cumplir sus Mandamientos, el Señor lo protegerá en todo momento, y aunque pierda la vida material, no perderá el alma, no perderá la Vida espiritual, que es lo principal.
Abandonar a Dios y a su Ley nos acarrea toda clase de males. En cambio seguir los Mandamientos de Dios y orar cada día, nos acarrea la bendición y protección del Cielo.

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