jueves, 29 de noviembre de 2012

Dulce pacto.




El Sagrado Corazón de Jesús nos pide que hagamos un pacto con Él. Nos dice lo siguiente: "Ocúpate tú de mi honra y de mis cosas, que Yo me ocuparé de ti y de las tuyas".

¿Y no haremos este dulce pacto con el Corazón amorosísimo de Jesús? Claro que lo haremos, porque tenemos mucho que ganar y nada que perder.

Entre las cosas que vamos a ganar está la tranquilidad y la paz del corazón, porque estaremos seguros de que todas nuestras cosas estarán en buenas manos, y no sólo lo material de nuestras vidas, sino también los afectos, ya que le entregamos al Señor nuestros parientes y amigos para que Él se encargue de bendecirlos y cuidarlos.

En cuanto a nosotros, nos toca ocuparnos de las cosas del Señor, que no son otras que las almas, que el Reino de Dios en los corazones de los hombres y en la sociedad.

¡Cuánta tarea tenemos por delante, ocupándonos y preocupándonos sólo por agradar a Jesús y salvar almas!

Si hacemos así, viviremos tranquilos y en paz, porque todo lo nuestro estará en manos de Jesús, que es Dios, y que todo lo puede.

Pero aquí hay una regla de oro que es la siguiente: Cuanto más nos ocupemos de Jesús y de sus cosas, tanto más Él se ocupará de nosotros y de nuestras cosas. Esto nos debe lanzar a un celo apostólico ardiente, para hacer muchas buenas obras y dar la vida por el Reino de Dios en las almas y en el mundo.

¿Queremos que Jesús nos atienda, que dé alguna gracia a algún familiar o amigo? Pues, ocupémonos más de los intereses de Dios, y digámosle con confianza filial: "Mira, Señor, que yo me estoy ocupando de lo tuyo. Tú no olvides la promesa que me hiciste de ocuparte de lo mío"

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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