sábado, 21 de septiembre de 2019

ORACIÓN A SAN MATEO PIDIENDO PROSPERIDAD



Glorioso San Mateo,

miembro de la santa familia de los Apóstoles,


que con la ayuda de la Misericordia del Altísimo

lograste ganar paz en la tierra y gloria el cielo;

tu que siendo recaudador de impuestos

no dudaste en abandonar todo

y seguiste al Maestro hasta el final de tu vida terrena;

que inspirado por el Espíritu Santo

después de la Ascensión del Señor a los Cielos

proclamaste la Buena Nueva de su Palabra

y nos dejaste escrito en los Evangelios:

"según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán",

(Mt. 8, 15)

te pido de corazón intercedas por mí y ruegues a Dios que todo lo puede

me ayude en mi negocio.......

(nombrar el negocio que ya se tiene o que se va a emprender),

yo pongo toda mi fe en ti,

deposito mis esperanzas e ilusiones

y confío en la misericordia del Señor,

para que fructifiquen pronto las inversiones que he realizado.

Yo sé que es posible salir de esta mala situación,

para ello necesito que aumente la clientela y las ventas

para acrecentar los ingresos de dinero

y así poder hacer frente a los pagos que se acumulan,

solucionar los problemas económicos de mi familia

y generar otros empleos para personas que lo precisan.

Te pido ayuda para que pueda obtener:

(decir lo que se quiere conseguir para el negocio)

San Mateo, glorioso Evangelista,

en tus manos dejo la buena marcha de mi negocio,

devuélveme la alegría de verlo prosperar,

yo me esforzaré en todo lo que de mi dependa,

y pondré todo mi esfuerzo y entusiasmo

para que funcione perfectamente,

ofreceré muy buena calidad en mis productos,

seré animoso, atento, paciente y cortes

con los que vengan a comprar

para que se vayan satisfechos y regresen pronto.

San Mateo, dame tus bendiciones,

despeja y abre mis caminos laborales al progreso,

haz que la suerte me acompañe,

aleja de mi negocio las envidias y los problemas,

haz que no haya disgustos ni reclamaciones,

que toda persona que en él entre

se sienta bien atendido y dichoso de su compra,

y sientan la necesidad de volver a mi negocio;

haz que prospere y tenga buenos beneficios

para salir de la ruina, vivir dignamente

y tener tranquilidad y sosiego

y para que pueda dar una parte a los más necesitados.

Te lo pido por Jesucristo, nuestro hermano y Señor.

Amén.

Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

CELEBRACIÓN DE SAN MATEO.






Hoy es la fiesta de San Mateo. El cambio que él vivió en su vida nos hace ver hasta qué punto el Espíritu Santo puede modificar nuestros planes y llevarnos a dónde no imaginamos.

Mateo era un cobrador de impuestos, alguien tan enamorado del dinero que era capaz de aceptar cualquier trabajo, aunque tuviera que explotar a su propio pueblo para enriquecerse. Ciertamente, los pobres pescadores de Galilea habrán sentido un fuerte rechazo hacia este explotador que estaba al servicio del poder extranjero.


Por eso, en la conversión de Mateo se manifiesta lo que puede llegar a hacer el Espíritu Santo en un corazón humano, la maravillosa liberación que puede producirse cuando alguien se deja tocar y seducir por su fuego. Porque aquel esclavo de las seguridades económicas, al escuchar el "sígueme" de Jesús, abandonó la mesa de cobrador de impuestos y lo siguió (Mateo 9,9). Mateo era uno de esos pecadores que Jesús quería convertir, y por eso se acercaba a él y lo invitaba a seguirlo.

El Evangelio de San Mateo se detiene a narrar la cercanía de Jesús con los pecadores, su compasión y su amor, porque esa actitud de Jesús fue la que él mismo reconoció en sus ojos y en su voz cuando Jesús pasó por su mesa de cobrador de impuestos, y simplemente le dijo sígueme.

Sólo el Espíritu Santo nos hace capaces de escuchar ese llamado y de seguirlo hasta el fin.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Gran confianza en Dios.





La confianza en Dios es la puerta que abre el Corazón divino, pues quien confía mucho en el Señor, nunca se verá desengañado, sino que cada vez más probará la dulzura y bondad del Señor.

Efectivamente quien confía en Dios y en su Madre Santísima, verá coronada su vida con él éxito y el triunfo, no sólo en este mundo, sino también en el venidero.

Y si queremos recibir mucho, pero mucho, muchísimo del Señor, entonces confiemos mucho, muchísimo en Él, y así obtendremos todo de Dios.

El secreto está en la confianza. Cuanto más confiemos en Dios y en su bondad infinita; en Dios y en su Providencia amorosa, que dispone absolutamente todo para nuestro bien, entonces tanto más obtendremos del Señor, y nuestra vida se desenvolverá en gran paz, porque estaremos anclados en que Dios gobierna todo, y que nos ama y nos cuida. Sabremos que hay un Bueno que vela por nosotros y por quienes amamos.

Si confiáramos en Dios como Él lo desea, entonces tendríamos todo resuelto, porque viviríamos felices como los pichoncitos en el nido paterno, y como los niños en el seno de sus madres.

Confiemos en Dios; confiemos en Él a pesar de todo lo que nos quiera hacer desconfiar, y entonces sí que veremos grandes milagros, ¡grandísimos milagros que el Señor hará por nosotros, por nuestros seres queridos, nuestra Patria y por el mundo entero!

La confianza en Dios, abre los caminos más difíciles, y obtiene absolutamente TODO de Dios.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

EL PERDÓN UN REMEDIO MARAVILLOSO PARA EL ALMA.




“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. (Mt.18,21-35)
Muchas veces tenemos la idea equivocada del perdón y lo tendemos a confundir con humillarse cuando la realidad es totalmente diferente y la persona que perdona realiza un acto de amor y valentía al grado máximo que alguien puede experimentar.

El perdón es algo tan grande y tan maravilloso que cura las heridas más profundas del alma y es el paso decisivo a vivir en plena libertad abriendo y dando paso al amor verdadero. Un corazón lleno de rencores y resentimientos es prisionero y no podrá vivir la verdadera paz interior.

El perdón debe ser un estilo de vida, una idea concebida profunda dentro de cada uno de nosotros, que permita que el corazón permanezca en un éxtasis de gozo, alegría, amor, paz y libertad, que permita una convivencia diaria con los demás y que nos lleve a buscar la perfección y alcanzar la salvación. “En la medida que perdones, serás perdonado”.

Perdonar no significa que estamos aprobando o siendo permisivos con el mal causado, ni es tampoco hacer creer que es justo lo que no es. Perdonar es no desear condenar ni hacerle daño a quien me ofendió, no es tomar justicia por mi propia cuenta, no señalar la falta del otro, ni mucho menos reducirlo haciendo un juicio implacable, sino es mirar a esa persona con amor, con esperanzas con la certeza que Dios podrá sanarla y hacerla una nueva persona, generando un verdadero cambio en su vida.

Quien no perdona, jamás podrá amar, porque su alma y su corazón no reconoce sus errores y vive culpando a otros de ellos, arrastra y encierra un pasado dañando las relaciones presentes, viviendo lleno de dolor, amargura y tristeza, sin permitir abrirse a un futuro gozoso y con un corazón limpio que le permita amar de verdad.

El verdadero perdón puede liberar y superar el pasado, viviendo un camino de amor, verdad, y justicia, librando del sufrimiento, renovando las relaciones y permitiendo nuevas oportunidades de reconciliación y restauración con las personas a quienes hemos ofendido.
“El perdón personalmente experimentado, otorgado y recibido, da testimonio de que en nuestro mundo, el amor es más fuerte que el pecado”. Para que el perdón sea liberador debe pasar por un proceso que inicia: verdad (reconocimiento), arrepentimiento (pesar por el daño causado), publicidad (solicitar el perdón al ofendido), como consecuencia, compromiso de no volver a ofender y reparación (restablecimiento de la situación anterior).(P.Javier Abad).

Si se inicia y se lleva a cabo este proceso, el corazón se libera y se abre al amor incondicional, gratuito y comprensivo con sentido de justicia y respeto a los demás. La solidez de una familia es la base para aprender a perdonar. (P.Javier Abad)
Quien no perdona se castiga a si mismo haciéndose esclavo de rencores y resentimientos que pueden llevar al pecado, aislando a la persona por no poder expresar libremente lo que le está carcomiendo por dentro y va matando el alma lentamente.

En la cruz, Cristo dijo al Padre, “perdónalos porque no saben lo que hacen”, por lo tanto la manera más eficaz para lograr liberar el alma es acudiendo a quienes hemos ofendido pidiendo perdón, perdonando y buscando el perdón de Dios a través de una buena confesión. Recibiendo el perdón y la misericordia de Dios podremos amar con libertad y lograr que se extienda a nuestro prójimo: esposa(o), hijos, hermanos, que a la vez nos lleve a encontrar el camino hacia la vida eterna junto al Padre.

Al perdonar estamos diciendo: “te amo, conozco tu corazón, sé que eres capaz de perdonar y amar, sé que no eres así y que eres un ser maravilloso que puedes ser feliz y hacer feliz a los demás”.


domingo, 15 de septiembre de 2019

15 DE SETIEMBRE: NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Un día después de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz
, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Esta devoción viene desde muy antiguo y fue en 1814 que el Papa Pío VII estableció esta celebración para el 15 de septiembre.
En una ocasión la Virgen María le comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) lo siguiente: “miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos”.
“Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.
La Madre de Dios prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.
Asimismo, según San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.

HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES





La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.

La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.


En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOS DOLORES



Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

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