jueves, 22 de agosto de 2013

15 minutos en compañía del Inmaculado Corazón de Maria




Gracias, Corazón bondadosísimo. Vos sois manantial de las divinas bendiciones; de Vos he recibido favores sin número. ¡Y cuántas veces, sin darme cuenta de ello!

Cuando Jesús me redimía en el Calvario, allí estabais Vos, juntando vuestra compasión a sus dolores, y vuestras lágrimas al torrente de su sangre redentora.

Tengo mis delicias junto al sagrario en la Santa Eucaristía; mas ese pan de ángeles es fruto regalado de vuestra sangre y vuestro amor.

¡Oh Corazón dulcísimo de mi Madre!, Vos sois el canal señalado por Dios mismo para distribuir todas sus gracias a los hombres. De Vos recibí aquella inspiración..., aquella fuerza para vencer..., aquel consuelo en mi aflicción.

De vos me vino aquella luz que me mostró el abismo a que corría..., aquella gracia que me movió a dolor de mis pecados... Aquel peligro conjurado..., aquella salud recobrada.., me vinieron de Vos. ¡No tienen número vuestros favores!. ¡Gracias, Corazón dulcísimo, gracias!

Y Vos, Corazón compasivo, ¿qué habéis recibido de mi? ¡Oh!, lo sabéis Vos, y yo también lo sé, para confusión mía.

A vuestro amor y ternura he respondido con fría ingratitud. Esa espada que os atraviesa de parte a parte, ¡oh Corazón de María!, os la he clavado yo, hijo ingrato...; y no una, sino muchas veces.

Aquellas miradas..., aquellos sentimientos..., aquellas intenciones inconfesables..., aquella soberbia oculta..., aquella sensualidad..., aquel escándalo.. Que os hubiese ofendido otro menos favorecido de vuestro amor, sería tolerable; pero que os haya disgustado yo, después de pruebas tan elocuentes y repetidas de vuestro amor... ¡Oh Corazón Santísimo de María!, yo me confundo y arrepiento; yo os pagaré amor con amor..., yo arrancaré la espada cruel que os atormenta..

¡Reparación, reparación! Si, os la quiero ofrecer siempre. ¡Os amo tanto! ¡Me duelen tan de veras la ingratitud y las continuas ofensas con que los hombres corresponden a vuestro amor!

¡Oh Corazón dulcísimo de María!, la espada cruel que os atraviesa nos habla de la pasión y muerte de Jesús y de los pecados de los hombres que os colman de amargura; pero desde hoy yo he de consolaros. Bendecid mis resoluciones. Yo amaré siempre a Jesús, para que no se pierda en mi el fruto de su sangre...; yo os prometo morir antes que pecar, porque no quiero renovar vuestros dolores...; yo pensaré en Vos, por los que os olvidan...; os alabaré por los que os blasfeman; yo os amaré con todas las fuerzas de mi alma...

Por vuestro amor, ¡oh Corazón Inmaculado!, me apartaré de aquella ocasión..., mortificaré mis sentidos...; haré que mis ojos, mis oídos, mi lengua, mis manos..., imiten vuestros ejemplos de modestia, de caridad, de servicialidad...

¡Oh Corazón de mi Madre!, para reparar las injurias que los hombres os hacen, me impondré entre día algunos pequeños sacrificios..., os ofreceré diariamente el rezo del Santo Rosario..., os consagraré los primeros sábados de mes, comulgando fervorosamente en honor vuestro...

Y tengo que pediros nuevos favores, ¡oh Corazón dulcísimo! Os lo expongo con plenísima confianza de obtenerlos, si convienen a mi eterna salvación. ¿No dijo vuestro Jesús: "Pídeme por el Corazón de mi Madre, y alcanzarás cuánto deseas"?

Pues concededme que no vuelva a caer en el pecado...; que os ame en todos los instantes de mi vida...; que al acabarse este destierro, me llevéis a gozar de vuestras ternuras en el cielo...

Corazón dulcísimo de María, Vos me habéis de salvar...; yo recojo vuestra regaladísima promesa de asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para salvarse a cuantos hayan comulgado cinco primeros sábados de mes seguidos. Yo os daré ese consuelo, y confío en vuestra bondad y ternura.

Y ahora, ¡oh Corazón Inmaculado!, Vos conocéis mi debilidad...; dadme fuerza para vencer aquella dificultad...; para cortar con tal ocasión... Alcanzadme esa virtud que Jesús me pide hace tanto tiempo... Y el asunto que llevo entre manos.., y la preocupación que conocéis..., arregladlo todo para mayor gloria de Dios.

Os pido por mis padres, hermanos, amigos (por aquel especialmente que anda alejado de Dios)..., por la conversión de todos los pecadores, por la perseverancia de los justos, por el alivio de mis queridos difuntos..., por los sacerdotes, para que sean santos, por los misioneros..Amen.

¿QUÉ SIGNIFICA CONSAGRARSE AL CORAZÓN INMACULADO DE MARIA?


El acto de Consagración, es un momento en la vida de cada ser humano, en el que voluntariamente, ofrece todo su ser y sus circunstancias, a la Madre de Dios y Madre Nuestra, la Stma. Virgen María, para que a través de Ella lleguemos a Jesús nuestro Salvador.
Consagrar, significa hacer sagrado algo.
Al ofrecer nuestra vida a la Stma. Virgen y colocarla en su Inmaculado Corazón, hacemos una promesa de pertenencia de por vida, y esta promesa se hace sagrada y perpetua.

¿Por qué la Virgen nos pide esto?
El mundo y sus habitantes recorremos en estos días, caminos amargos de dolor y desolación. Nos hemos apartado de Dios, encerrándonos en nuestro egoísmo y soberbia.
Nos hemos olvidado del mandato más importante que nos dejó Jesús:
" Amaos los unos a los otros, como Yo los he amado."
Así, apartados de La Divina Voluntad, sufrimos hoy los dolores desgarradores de esta soledad, provocada por nuestros errores...
Pero nosotros, por gracia de un Dios amoroso, contamos en el Cielo con una Madre que sufre y clama por nosotros a cada instante. Que piensa en cada uno como si fuera el único. Que se alegra con nuestras buenas obras, y se preocupa y entristece con los pecados que cometemos.
Dios le ha concedido a la Virgen Santísima, en estos últimos tiempos, que sea nuestra Arca de Salvación. Que de su mano, protegidos con su manto, y mediante el acto de consagración a su Inmaculado Corazón, retomemos ese camino del cual nunca nos deberíamos haber apartado, el que nos lleva a Jesús y nuestra vida eterna en el Cielo.
Por lo tanto, La Virgen Amabilísima, nos busca, nos llama, nos insta a la conversión del corazón.
Pero no solo se queda en este pedido. Nos dice que, si nosotros decidimos consagrarnos a Ella, este trabajo de conversión, será más rápido, más fácil, más seguro y más corto, que si lo deseáramos hacer lejos de su afable protección.

Que entregamos en Nuestra Consagración
Sobre todo entregamos nuestra vida y todo lo que ella incluye:
Nuestro amor a Dios, mucho o poco, Ella se encargará de incrementarlo y perfeccionarlo...
Nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Nuestros sentimientos, dolores físicos y espirituales, rencores, amarguras, alegrías, tristezas.
Nuestros sacrificios, penitencias, oraciones, actos devotos y píos.
Nuestros seres queridos, cónyuge, hijos, padres, hermanos, amigos...
Nuestros trabajos, empresas, obras de bien.
Nuestros empleados y personas a cargo que podamos tener.
Nuestra casa, auto, propiedades, bienes materiales, artículos de lujo, confort...nuestro dinero.
Nuestros pasatiempos, descansos, vacaciones.
Nuestros pecados pasados, nuestros vicios y debilidades, nuestros egoísmos, soberbias y defectos.
Nuestras virtudes, dones y talentos. Nuestros conocimientos, estudios, carreras, postgrados, doctorados.
Nada debemos excluir de esta lista. Ya que Ella se ofrece a administrar santamente estos bienes nuestros, como lo hizo aquí en la tierra en lo propio cuando vivía junto a José y a Jesús, y como lo hace actualmente con miles de almas consagradas, que ya han confiado en sus manos su vidas y sus actos.

¿Qué hará María, con nuestra entrega?
Con nuestras vidas y todo lo que ellas incluyen bajo su protección podremos vivir tranquilos, sabiendo que la Bendita entre todas, la Bienaventurada ante los ojos de Dios, se encarga a partir de nuestra consagración de organizar nuestras vidas, de manera que lleguemos lo antes posible al destino de la santidad y salvación de nuestras almas, y la salvación y santidad de nuestros seres queridos.
Santificará esta ofrenda hecha por nosotros y la hará llegar hasta el mismo Jesús en una bandeja de oro. Esto quiere decir, que todo lo que entregamos Ella lo limpiará de vicios y errores. Luego lo ofrecerá a su Hijo muy amado, como muestra de nuestra voluntad de cambiar, de ser mejores, de aprender a amar a Dios y a nuestros semejantes.
Jesús no detendrá mucho tiempo su mirada en esta ofrenda, más bien perdido de amor en los ojos de Su Madre, le concederá a la Omnipotencia Suplicante lo que está solicitando en favor de la salvación de este hijo por el cual intercede.
Ella volverá a nosotros con un corazón nuevo. Un corazón lleno de amor, que reemplazará al corazón de piedra que había en nuestros cuerpos hasta antes de nuestra consagración.
Ella es la mejor evangelizadora, la mejor catequista, la mejor formadora. No se detendrá en este camino de cambio espiritual.
Y aunque nosotros podamos olvidar la promesa sagrada que hicimos de entregarnos todos a Ella, Ella nunca nos abandonará ni olvidará lo que prometió en el momento de nuestra consagración:
"...Los invito a consagrarse a mi Corazón Inmaculado. Deseo que ustedes se consagren personalmente, como familias y como parroquias, de tal modo que todos ustedes le pertenezcan a Dios a través de mis manos... Yo no quiero nada para mí, sino todo por la salvación de sus almas. Satanás es fuerte y, por tanto, queridos hijitos, ustedes, por medio de la oración constante, apriétense fuertemente a mi corazón maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado!"
Octubre 25 de 1988 - Virgen Reina de la Paz, Medjugorje.

FECHAS PARA INICIAR LA CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN TRIUNFANTE DE MARIA:


Se inicia hoy 22 de agosto y se consagra el día 24 de setiembre dia de Ntra. Señora de la Merced.
Se inicia la preparación el 4 de setiembre y se consagra el dia 7 de Octubre día de Ntra. Señora del Smo. Rosario.
Aquellos que estén interesados en realizarla por favor enviar un mail a bajotusalasmecobijo.com o lilianavieyra56@gmail.com  y recibirá toda la información necesaria, gracias.

AQUI DOS HERMOSAS ORACIONES DE SANACIÓN:


Oración de Sanación
Padre Fernando Abraham

Señor Jesús,
Tú estás en el Monte Santo.
Hoy te he venido a contemplar,
hoy he venido a estar a tu lado.

Señor Jesús,
pocas veces en la vida me he detenido a contemplarte,
me he detenido a mirar tu rostro.
Señor, sáname, sáname.
Son tantas las cosas que tengo que decirte. Más hoy,
quiero reafirmar mi fe en ti, diciendo : CREO JESUS.

Porque mi esperanza y mi fe no están puestas sobre la palabra humana, sino sobre tu Palabra,
que cuando leo, ella me dice
que has venido a sanar todas las enfermedades.

Querido Jesús,
que bueno es estar a tu lado,
quedarme junto a ti ,
y gozar siempre de tu protección.

Cuando subo a la Montaña, cuánta paz encuentro,
cuánta fortaleza hay en toda mi vida.
Sólo Tú Jesús, sólo Tú.

Ven Señor Jesús,
ven pronto a socorrerme y libérame de todos mis males,
libérame de mis enfermedades ,
y en la vida de mis seres queridos a quienes hoy los pongo delante de ti por la fe y la oración, conviértelos, que vuelvan a ti. Sánalos y libéralos de todo mal.

Señor Jesùs,Tú puedes llegar donde yo no puedo, Tú puedes hacer más de lo que yo te pueda pedir. Hoy quiero decirte que eres mi único Dios. No hay otro fuera de ti.
Que me perdones, porque he confiado en muchos dioses falsos.
Pero sé que Tú no miras mi pasado, miras mi presente.

Señor Jesús, protéjeme.
Señor Jesús, sáname y que hoy el Pan de Vida, le dé vida a mi cuerpo.

Esta área enferma de mi cuerpo,
sea grande o pequeña mi enfermedad, arráncala Jesús ,
y que tu sangre preciosa me libere de toda maligna enfermedad, todo cáncer,
tumor, nódulos,
enfermedades malignas y contagiosas.

Libérame. Tócame Jesús.
Tócame Señor y dame paz.
Nunca más me aparte de ti. Tócame y libérame.
Amén. Amén. Amén.
Créelo así y así será.

LA SEGUNDA ORACIÓN DICE ASI:

(Te sugerimos hacer esta oración imaginando a Jesús resucitado que te ama y está frente a ti, escuchándote. Haz la oración en forma sentida y pausada).
Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que Jesús es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar delante de Ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.
Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mí,Para que el calor de su amor sanador,penetre en lo más íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas,sáname aquí y ahora de mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste:“Paz a vosotros”. Entra en mi corazón y dame tu paz. Lléname de amor. Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús, que Tú lo haces siempre que te lo pedimos,y te lo estoy pidiendo con María, mi Madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón y dame un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mi los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.
Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas, para que pueda saborear y buscar a Dios cada día viviendo sin complejos ni traumas junto a los demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos.
Te doy gracias, Padre,por lo que estás haciendo hoy en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón porque Tú me sanas, porque Tú me liberas, porque Tú rompes las cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tu Espíritu y este templo no se puede destruir porque es la casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno! Bendito y alabado seas, Señor

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