sábado, 13 de abril de 2019

¿QUÉ ES LA SEMANA SANTA?


Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua de Resurrección

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.

Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.

A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.

Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Reconciliación en estos días para pedir perdón por nuestros pecados y resucitar con Cristo el día de Pascua.

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
Domingo de Ramos

Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.
Jueves Santo

Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
Viernes Santo

Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Via Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
Sábado Santo o Sábado de Gloria

Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “ la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.
Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua

Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.
¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.

En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.

Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.

MARÍA EN EL MUNDO



La Virgen María se ha manifestado a todos los pueblos del mundo, ahora empezaremos este viaje con ella por nuestro continente: America.

El nombre de María se conoce por primera vez en América a finales del Siglo XV, con la llegada de los primeros navegantes y descubridores del Nuevo Mundo. En 1992 el Papa Juan Pablo II viajó a tierras americanas con el objeto de conmemorar el quinto centenario de su evangelización (1492). En efecto, en 1492 Cristóbal Colón arriba, sin saberlo, a las costas de la América Central. Desde la proa de su caravela, llamada por cierto la “Santa María” divisa el continente que será bautizado con el nombre de América.

La América Latina

Es sobre todo en América Latina (central y sur) donde primero se desarrolla la fe católica y la piedad mariana; ahora se conocen innumerables santuarios dedicados a la Virgen (en la mayoría de los casos bajo la invocación de “Inmaculada Concepción”) en esas tierras donde la multitud manifiesta un fervor impresionante y en la que acuden por millones a las citas con la Inmaculada Madre de Dios. Basta citar el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en México, para darse cuenta.

Hoy la Iglesia con frecuencia se complace en calificar al sub-continente latino-americano como el “Continente del Futuro”. Y son abundantes las vocaciones religiosas y sacerdotales que aquí se producen desde hace algunas décadas.

La América del Norte

En cuanto al sub-continente de América del Norte, este conoció la piedad mariana gracias a los misioneros españoles y franceses a partir del siglo XVI, especialmente en el Sur de los Estados Unidos y en Canadá.

en las provincias del Sur de Estados Unidos actual (Nuevo México, entre otros) los indios fueron ampliamente evangelizados desde esta época gracias a las misiones católicas llegadas de América.
en el Canadá (francés) la primera colonia católica erigida como ciudad en el Siglo XVII, se llamó “Villa María” en honor a la Santa Virgen. Encontramos, sin embargo, en un mapa de Tierra Nueva fechado en 1527, los nombres de Notre Dame Bay, Conception Bay y St. Mary’s Bay, tres bahías de las costas Este y Sur Este de la comarca.
Se dice que esos nombres les fueron puestos por un explorador portugués llamado Gaspar de Cortereal; pero se menciona también la aventura de Jacques Cartier, un navegador francés que partió de Saint Malo a explorar los mares del Norte, en un navío cuyo nombre era “María, Estrella del mar”, que llegó en 1534 aTierra Nueva y a la costa del Labrador y que en 1642 fundó la pequeña colonia de “Villa María” en el Canadá.

Desde finales del siglo XX una renovación del fervor católico y mariano

Muy pronto la Reforma protestante tomará la delantera en una gran parte de América del Norte y al mismo tiempo se erigirá bajo la égida de dirigentes de origen religioso de la Iglesia Reformada, la Federación de Estados Unidos de América. Constatamos, sin embargo, desde finales del siglo XX, una renovación del fervor católico y mariano en América del Norte, especialmente entre los jóvenes, gracias, por una parte, a la inmigración continua de una población de origen latino-americano y por otra parte debido al impacto de las visitas apostólicas del Papa Juan Pablo II.

jueves, 11 de abril de 2019

¿QUÉ ES LA VERDAD?



I.  LA VERDAD Y SUS TIPOS

Hace veinte siglos un procurador romano, llamado Poncio Pilatos, hizo esta pregunta a un judío llamado Jesús de Nazaret: “Y...¿qué es la verdad?”. Y esa pregunta quedó sin ser respondida. ¿Por qué? Jesús no quiso contestarla. ¿Por qué?

El término verdad se le suele colocar al lado de otros términos sinónimos: autenticidad, coherencia, honestidad, sinceridad, integridad, transparencia, hombre de una sola pieza.

Y contrapuesto a verdad, tenemos: mentira, hipocresía, fariseísmo, doblez, engaño, duplicidad de vida, fachada, ocultamiento, ambivalencia, inescrúpulo.

Definiremos la verdad en sus tipos:

1. Verdad del ser: ser aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando yo me comporto como persona inteligente, libre y responsable. Vivo en la verdad de mi ser cuando sé y me comporto con lo que me exige mi origen, mi fin como persona humana, cuando tengo trascendencia y sentido. Cuando uno vive la verdad de su ser vive realizado, feliz, digno y se eleva sobre todo el universo material y animal. Lo contrario a la verdad del ser es la inautenticidad.

2. Verdad del pensar: mi mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Cuando mi mente coincide que la verdad de las cosas vivo en la verdad del pensar. Mi mente tiene que respetar la verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, de la sexualidad, del matrimonio, del estudio, de la carrera...¡Cuánta formación necesitamos para descubrir la verdad de las cosas, y pensar así con veracidad de ellas! Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario.

3. Verdad del hablar: decir lo que mi mente sabe que es verdad, y que lo ha descubierto así, después del estudio, la formación. Mis palabras deben ser vehículo leal de lo que pensamos. Por medio de la palabra hacemos partícipes a los demás de lo que llevamos dentro. La palabra es puente que hace transparente a los demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.

4. Verdad del obrar: es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vivo esta verdad, seré sincero y cumplidor a mi palabra dada, seré leal y fiel a mis compromisos asumidos, seré equitativo y justo con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el fariseísmo, la hipocresía.

II. EXIGENCIAS DE LA VERDAD

Tener una conciencia recta y bien formada es la exigencia para vivir en la verdad, decir la verdad, hacer la verdad en la vida.

La conciencia moral es aquella capacidad que todo ser humano tiene de percibir el bien y el mal, y de inclinar la propia voluntad a hacer el bien y a evitar el mal.

La conciencia es esa voz interior que nos dice (o nos debería decir, si es recta): “Haz el bien, evita el mal”. Ahí está la conciencia. Si yo no cumplo con mis deberes de estado y profesionales, si descuido las tareas encomendadas, si pierdo el tiempo en mi trabajo o me robo algo...la conciencia me debería decir: “Oye, eso no es tuyo...estás perdiendo tiempo...llegaste tarde...no dijiste toda la verdad”.

Si soy una persona honesta y sincera...podré leer en mi corazón estas normas de ley natural, con las que todos nacemos:

- Hay que decir siempre la verdad.
- No hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan.
- No mates.
- Respeta a tus padres.
- Respeta las cosas ajenas, etc.

No necesito ser cristiano o católico para escuchar esto en mi conciencia. Simplemente si hay hombre honesto, sincero, leal... escucharé, nítida, la voz de mi conciencia.

Pero hay peligros de deformar la conciencia. Y cuando esto pasa, es muy difícil escuchar esos imperativos de ley natural, y es muy difícil vivir en la verdad y decir la verdad. Puedo ponerme máscaras en la conciencia, caretas: soy una cosa y aparento otra; en la vida social soy así, y en la vida persona soy de otra manera, y con mi familia de otra,

Y aquí comienzan los resquebrajamientos y las grietas de nuestra personalidad. No soy sincero, no soy leal, no vivo en la verdad. Me siento mal. Incluso psicológicamente quedo afectado.

Hay que saber quitarnos las caretas, tener la valentía de arrancarnos las máscaras, para que seamos lo que somos y debemos ser.

Hay diversas máscaras o caretas:

a) La conciencia indelicada: admito a sabiendas pequeñas transgresiones a mis deberes profesionales, familiares y personales. “Total, no es nada. Total, a nadie hago el mal. Total, es poca cosa”.

b) La conciencia adormecida: bajo la anestesia de la juerga, la francachela, la superficialiad, el alcohol, el vicio, las mujeres...mi conciencia no reacciona, no escucho su voz. Esta dormida, narcotizada, anestesiada.

c) La conciencia domesticada. Una conciencia para andar por casa. Es conciencia mansa, que ya no produce remordimientos, angustias, desazones interiores ante el mal hecho. La he domesticado: ya no salta, ya no ruge, ya no se lanza...la tengo bien tranquila, con el látigo de la excusa y de las justificaciones.

d) La conciencia deformada: juzga bueno lo que es malo y viceversa.

e) La conciencia farisaica: afán de aparentar exteriormente rectitud moral, estando lleno por dentro de mentiras e hipocresía.

Urge, pues, formar la conciencia, para poder discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la mentira, pues sólo la conciencia debe ser el faro único que guíe nuestros pasos en la oscuridad. Formar la conciencia. ¿Cómo, con qué medios?

- Hacer balance de mis acciones, para ver si concuerdan a mis principios rectos y sanos.
- El consejo de un amigo formado.
- Tener un guía espiritual.
- para los que somos cristianos católicos, tenemos el gran medio de la confesión.

DOMINGO DE RAMOS



El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la Pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Mateo.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la Iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los Olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Vía Crucis de los días santos.

lunes, 8 de abril de 2019

ORACIÓN PARA PEDIR FORTALEZA Y NO DEJARSEABATIR POR LA DEPRESIÓN O LA TRISTEZA








Todos los días, debes levantarte seguro de que vas a triunfar, sin perder las esperanzas. No te quedes pegado en esa circunstancia que te nubla el pensamiento y que no te deja avanzar, Dios actuará en el momento menos pensado por ti, simplemente no desmayes, hay que seguir creyendo en lo que Dios hará en tu vida.

Quiero invitarte hoy a que recobres ese ánimo perdido por aquellas circunstancias adversas que te han robado la paz, y a que nunca te olvides que Jesús siempre te acompaña, Jesús camina contigo y debes confiar que así es.

Anímate y lucha con todas tus fuerzas y con las fuerzas que Dios ha colocado dentro de ti, ruégale, pídele, clámale, implórale, pero no te quedes inmóvil como si fueses una estatua esperando a ver si todo pasa o se calma.

¡Ten fe en lo que el Señor hará y entonces recibirás las respuestas que has estado esperando! Vamos, sonríe porque, con Jesús a tu lado, te esperan cosas hermosas, días maravillosos, sueños que realizar y nuevas cosas que descubrir.

Deja que Dios sea esa luz que ilumina todos tus senderos, apacigue todas tus tormentas y encauce tu vida por caminos de victorias.

¡Vamos! renueva tu espíritu de víctoria y permite que el poder restaurador de Dios toque todos tus sentidos, los llene de su Gracia y los avive con una entregada pasión

ORACIÓN

Señor mío, gracias por estar atento a todo lo que necesito y a todo lo que me pasa porque sé que me amas y quieres lo mejor para mí.

Siento que tu inmenso amor me acompaña y me hace crecer, por eso, hoy y siempre, te doy gracias por todo lo que haces en mi vida.

Quiero comenzar todos los días de mi vida con fortaleza y con la certeza de que tu poder y misericordia vienen sobre mí, y recibo con gozo y gratitud esta bendición.

Confió plenamente en tu inmensa bondad y que nunca me abandonas, y menos cuando la tristeza quiere envolverme en sus sombras desalentadoras.

Hoy puedo y quiero decir confiado: "No me rendiré, porque sé que Tú, mi Señor estás conmigo, aunque no pueda verte y a veces hasta ni pueda sentirte, sé que estás allí, se que me cuidas".

Derrama tus bendiciones sobre mí y ayúdame a afrontar toda situacion complicada o dolorosa.

Aunque hayan mil y un conflictos a mi alrededor, Tú eres capaz de darme la paz si en Ti confío, porque me tienes un inmenso cariño que sobrepasa todo sentido.

Dame, Señor mío, un poco de tu fuerza para sentirme seguro en mi caminar y poder ser también calma y paz para los míos.

Me escudo en tu palabra que bendice y sana:

"Como un Padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles". (Salmo 103,13)

Amén.

Consejo: Deja que Dios obre en tu vida aún cuando no veas la luz en tu caminar, Él tiene control de todo. Sigue confiando en Él y no dejes de caminar. Encuentra refugio en la Palabra de Dios, pues en ella hay fortaleza escondida que quiere librar tu alma de todo pesimismo. Te invito a rezar este Salmo cada día:

"Yo me refugio en Ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme.

Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.

Sácame de la red que me han tendido, porque Tú eres mi refugio.

Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel". (Salmo 31,2-6)

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