lunes, 25 de diciembre de 2017

Confiemos.





Confiemos en Dios. Confiemos en la Virgen. Porque si confiamos en Dios, Él hará maravillas por nosotros y por quienes amamos. Dios es todopoderoso, pero con nuestra poca confianza en Él, es como que le atamos las manos y así no puede hacer prácticamente nada por nosotros y por nuestras cosas.
¡Cuánto aprecia y valora el Señor, nuestra fe y confianza en Él!
Dios puede hacer cualquier cosa, porque como bien le dijo el Arcángel San Gabriel a la Santísima Virgen en la Anunciación: “Para Dios no hay nada imposible”. Entonces debemos tener siempre esto bien presente, esta verdad de que Dios todo lo puede. Pero para actuar en nuestras vidas, en las vidas de aquellos que amamos, y en el mundo entero, necesita de nuestra confianza.
Si confiamos en Dios entonces ya tenemos todo solucionado, porque en la medida de nuestra confianza, serán las gracias y favores celestiales que recibiremos.
Pero también veamos las cosas con la óptica de Dios, y no rechacemos las cruces que Dios nos envía, o que permite en nuestras vidas, puesto que los sufrimientos y padecimientos son fuentes de gracias y méritos, para alcanzar favores para nosotros, para los seres queridos, y para el mundo entero.
Los Santos sabían el gran valor que tiene el dolor, el sufrimiento, y a veces nosotros no sabemos apreciar esto, sino que queremos librarnos de todos los padecimientos. Sin embargo, ya nos ha dicho el Señor que para seguirle hay que renunciar a uno mismo, tomar la cruz de cada día y seguirlo.
Pidamos al Señor que nos alivie el sufrimiento para no caer bajo su peso, pero tengamos presente que Dios nos hace un gran don cuando nos regala alguna cruz. Así lo veían los santos, y así debemos también verlo nosotros.
Pero si confiamos en Dios, si confiamos realmente en Él, Dios hará grandes milagros para nosotros y viviremos felices porque estaremos convencidos de que Dios nos ama y hasta las mismas cruces son regalos amorosos del Padre eterno.
Y si somos débiles para sufrir, o para ver sufrir, entonces con ilimitada confianza, pidámosle al Señor y a su Madre, que nos libren de los dolores de alma, cuerpo y mente, y de todo lo que inquieta y perturba nuestra vida, y tengamos la seguridad de que Dios nos oirá y pondrá en movimiento su omnipotencia para socorrernos adecuadamente.

domingo, 24 de diciembre de 2017

BENDICIÓN NAVIDEÑA



Se acercan las fiestas.




Se acercan las fiestas de Navidad y Año Nuevo y quizás estamos tristes y abatidos porque en este tiempo hemos perdido seres queridos, o tuvimos algún dolor o problema, y entonces tenemos sentimientos encontrados y opuestos. Pero debemos recordar que este mundo no es nuestro destino final, sino que nuestra patria es el Cielo, donde Dios nos tiene preparado un lugar maravilloso, y en aquél lugar se restablecerán todas las santas relaciones familiares, de amistad, y todos juntos volveremos a estar unidos ya para siempre.
Festejemos Navidad en la tierra porque a pesar de nuestras penas, sabemos que Dios nace, y este acontecimiento es festejado por nosotros que peregrinamos en el mundo, y también hay fiesta en el Cielo y en el Purgatorio, ya que es en el día de Navidad y no en el de Todos los Santos, cuando mayor número de almas salen del Purgatorio para ir al Cielo por toda la eternidad.
Así que a pesar de nuestras lágrimas, levantemos la cabeza y miremos aquel destino que Dios nos tiene preparado, y así, con esa esperanza en el alma, festejemos que estamos vivos y en tiempo de merecer gloria por nuestros sufrimientos pacientemente sobrellevados.
La Comunión de los Santos hace que estemos realmente unidos todos los que están en el Cielo, los que se purifican en el Purgatorio y los que militamos en la tierra, de modo que no estamos separados de nuestros seres queridos que han partido hacia la eternidad, sino que estamos profundamente unidos a ellos.
El Señor viene en esta Navidad a enjugar nuestras lágrimas, a decirnos que si bien no nos puede devolver los afectos que hemos perdido en este tiempo, nos los devolverá un día, en el más allá, donde se restablecerán las santas relaciones familiares y de amistad.
Olvidemos la cárcel de este mundo, pensando en aquel día glorioso en que estaremos ya juntos para siempre, eternamente felices con una felicidad imposible de imaginar.
Tengamos fe, porque no puede sentirse solo quien tiene fe en Dios, pues sabe que hay un Bueno que vela por él y por los suyos, y creyendo en Dios y confiando en Él, la alegría, la serenidad y la paz volverán a nuestra alma, a nuestra casa. Y si bien correrán lágrimas en nuestros ojos por los seres queridos que ya no están presentes, vislumbraremos la luz de la gloria que nos espera y eso enjugará nuestro llanto y nos dará la resignación y el deseo de hacer buenas obras y cumplir los mandamientos para que un día también nosotros podamos ganarnos el Cielo y gozar ya para siempre con nuestros seres queridos.
¡Feliz Navidad para todos! Cristo nace nuevamente y es motivo de alegría y esperanza, porque nos espera el Paraíso, ya que el Señor nos ha abierto las puertas del Cielo.

MUCHAS FELICIDADES!!


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