CONOCIENDO A SAN JOSE
El 7 de julio de 1871 el Papa Pío IX proclama su decisión de promover la devoción a San José en un breve llamado Inclytum Patriarcham.
Lo hace argumentando el crecimiento de la confianza la protección de San José en los últimos tiempos debido a las persecuciones sufridas por la iglesia.
Esta decisión de Pío Nono se produjo a raíz de las peticiones de los obispos reunidos en el Concilio Vaticano I.
Y no es más que el reconocimiento de un movimiento que había comenzado por reconocer el patronazgo de San José en iglesias particulares, comunidades locales y regiones del mundo.
En el Breve Inclytum Patriarcham el Papa dice,
“El ilustre Patriarca, el bienaventurado José, fue escogido por Dios prefiriéndolo a cualquier otro Santo para que fuera en la tierra el castísimo y verdadero esposo de la Inmaculada Virgen María, y el padre putativo de Su Hijo único.
Con el fin de permitir a José que cumpliera a la perfección un encargo tan sublime, Dios lo colmó de favores absolutamente singulares, y los multiplicó abundantemente.
Por eso, es justo que la Iglesia Católica, ahora que José está coronado de gloria y de honor en el cielo, lo rodee de magníficas manifestaciones de culto, y que lo venere con una íntima y afectuosa devoción”.
Y llama al pueblo cristiano a acostumbrarse a implorar a San José con piedad y confianza.
Y es así que el 8 de diciembre de 1870, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, Pío Nono declara a San José Patrono de la Iglesia Universal.
Grandes santos como Santa Teresa de Jesús luego cultivará una gran devoción a San José.
Ella dirá,
“Pedí también a San José que fuera mi custodio.
Mi devoción hacia él, desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la Santísima Virgen.
Todos los días rezaba la oración: ‘¡Oh san José, Padre y Protector de las Vírgenes…’.
Parecíame ir muy protegida y a cubierto de todo peligro”.
Luego vendrá el Papa León XIII quien escribió la primera encíclica dedicada papal a San José llamada Quamquam Pluries.
Y pedirá que los hogares cristianos se consagren a la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplo perfecto de sociedad doméstica, modelo de virtud y santidad.
El papa León XIII enseñará en el breve Neminem Fugit,
“La Sagrada Familia, que San José gobernó como investido de autoridad paterna, contenía en germen a la Iglesia…
Él tiene sobre ella la autoridad paterna, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesús.
Es lógico que José cubra ahora a la Iglesia con su celestial patronazgo, como en otros tiempos atendía a las necesidades de la Sagrada Familia”.
Y recomienda que al terminar de rezar el Rosario se diga está invocación,
“Recurrimos a Vos en nuestra tribulación, bienaventurado José…”.
Y así llegamos a otro hito papal josefino, Juan XXIII, que tuvo la intención de tomar como nombre de Papa el de José, pero no pudo hacerlo porque no era la costumbre.
Pero tomó como fecha de su fiesta personal el 19 de marzo.
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