No me es fácil.
María, no me es fácil la vida, pero a ti tampoco te fue nada fácil, sino todo lo contrario, muy difícil, pues tuviste que ofrecer a tu propio Hijo a la muerte, y muerte de cruz. Entonces te pido Madre mía que me consueles cuando estoy abatido y me des ánimo para seguir en el combate, pues el demonio me quiere desanimar y hacer retroceder, me quiere hacer volver a la esclavitud del pecado, a su esclavitud. ¡No lo permitas, Madre querida! ¡Sálvame de las garras del Infierno que usa de todo su poder para tratar de perderme! ¡Y que tampoco se pierdan los míos, mi familia, mis amigos, todos los que amo! Yo sé que tú cuidas de mí y de mis cosas, ten misericordia de mí y consuélame en las dificultades de mi vida. Dame fuerzas contra tus enemigos, que son también los míos, y no permitas que me descorazone en esta vida, sino que avance confiado tomado de tu mano y vaya contento por la vida al encuentro de tu Hijo divino. ¡Gracias Madre mía!
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario