Jesús pedía fe y confianza a quien quería obtener milagros de Él. Y ahora también a nosotros nos pide esa fe y esa confianza para obrar en nuestra vida.
Tenemos que reconocer que en este punto estamos flacos y desprovistos de esa confianza ciega y sencilla, como la de los niños en sus padres, y que debemos tener nosotros para con Dios.
El Señor ya nos ha dicho que en la oración, cuando pidamos algo, creamos en el fondo del corazón que ya lo hemos obtenido, y entonces lo obtendremos. ¿Pero quién reza hoy de esta forma? Pocos o nadie.
Entonces pongámoslo en práctica nosotros y pidamos con esta confianza segura en Dios, sabiendo que para Él no hay nada imposible, y que Él todo lo que quiere lo hace.
Dios pide fe para actuar, por eso nosotros, con nuestra falta de fe y confianza en Él, impedimos su actuación en nuestra vida, en nuestros seres queridos y en el mundo.
Es que estamos en una época en que la fe y la confianza en Dios están siendo puestas a prueba duramente. Mayor motivo para esperar contra toda esperanza y tener la misma confianza que tuvo la Virgen al pie de la Cruz y en la sepultura del Señor, que a pesar de todas las apariencias, supo creer firmemente, y obtuvo el milagro de la Resurrección, pues gracias a María y su confianza y fe, se adelantó dicho momento.
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