María, señora y madre nuestra, has dejado la tierra y subido al cielo, donde estás sentada como reina sobre los coros de los ángeles. Como de ti canta la Iglesia: "Has sido exaltada sobre los coros angélicos en el reino celestial".
Nosotros, pecadores, sabemos que no somos dignos de tenerte en este valle de tinieblas. Pero sabemos tambiénque en tu grandeza no te has olvidado de nosotros, miserables pecadores; y con ser sublimada a tanta gloria, no se ha perdido sino acrecentado tu compasión hacia nosotros, los pobres hijos de Adán.
Desde tu excelso trono de reina vuelve, María, hacia nosotros esos tus ojos misericordiosos y ten piedad de nosotros. Recuerda que al dejar esta tierraprometiste acordarte de nosotros. Míranos y socórrenos. Ya ves cuántas tempestades tendremos que arrastrar hasta que lleguemos al final de nuestra vida
Por los méritos de tu asunción, consíguenos la santa perseverancia en la amistad divina para que salgamos finalmente de este mundo en la gracia de Dios y así podamos llegar un día a besar tus plantas en el paraíso y, unidos a los bienaventurados, alabar y cantar tus glorias como lo mereces.
Amén
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