Muchas felicidades para todos mis amigos, los de la vida, del trabajo, del estudio, de los diferentes grupos, de las redes sociales. Que el nuevo año les traiga Amor, Paz, Salud, Prosperidad, Entusiasmo para seguir adelante y hacer posible los sueños y proyectos. Muchas bendiciones! Un abrazo a cada uno.
jueves, 31 de diciembre de 2015
viernes, 25 de diciembre de 2015
sábado, 12 de diciembre de 2015
DIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
La aparición de la Virgen María en América en los inicios de la evangelización en 1531, ha transformado la historia dejando una huella que ha permanecido intacta desde entonces: La madre que viene en auxilio de sus hijos, unos y otros para guiarles al encuentro con Cristo, El, que es la Vida.
El manto de Guadalupe, reflejo de nuestra Señora, nos invita a una profunda reflexión de la Virgen que se muestra madre. Desde su nombre, el códice de su manto, el estudio de sus ojos, la mirada compasiva, la inclinación de su cara y cuerpo, la unión de sus manos, el listón negro sobre su vientre evidencia de su embarazo, el peinado de su cabello, todo en este hermoso manto nos acerca a la Madre que no cesa de hacer eco de las palabras que sus labios pronunciaran hace casi dos milenios: “Hagan lo que El les diga” (Jn, 2,5)
Para quienes trabajamos en la defensa de la Vida la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es la necesaria intercesora y avanzada para la labor provida, Ella es la presencia de la mujer embarazada, lleva dentro a Cristo por nacer, proclama la dignidad de la vida de todo ser humano desde la concepción, y muestra esta vida como una bendición. Es una imagen poderosa que nos invita a seguirla en el ejemplo de una constante lucha por defender la vida naciente, ella con la fortaleza proveniente de Dios supo sobrellevar los designios divinos dentro de un ambiente que le podía gritar que ese Hijo no era fruto de un matrimonio, atreviéndose a confiar en Dios y a esperar de Él toda bondad y providencia se dejó inundar por Su palabra y avanzó decidida bajo la guía de quien le amaba.
II. María Guadalupe y la cultura de la muerte
El ejemplo de María en la historia es fuertemente poderoso, en un mundo que desprecia la vida por nacer y que trivializa la bendición de estar vivos, María de Guadalupe nos recuerda con su presencia que solo Dios es el dador de la Vida, uniendo sus manos sobre su vientre donde acuna a su Hijo gestante, nos invita a confiar en Dios, aun en los momentos más difíciles, para que demos pasos que ayuden a todos a valorar el preciado bien de la vida.
La sociedad en que vivimos requiere con urgencia un modelo de madre como el de María de Guadalupe, hoy se sacrifican millones de niños en el mundo entero a través del aborto, de la inseminación artificial y del uso de embriones, hoy las madres olvidan el don bendito de la vida, los padres abandonan a las mujeres y a los hijos que Dios les ha concedido, los ancianos son olvidados o aborrecidos, los enfermos condenados por una sociedad utilitarista y hedonista, los jóvenes exaltados a vivir una vida vacía, objetos de una sensualidad exagerada…La Virgen Madre no nos abandona en estos tiempos de confusión y vuelve su mirada compasiva sobre esta sociedad perdida y dolida, nos ofrece la respuesta a nuestras súplicas: al Hijo de su vientre, Jesús, Él y solo Él puede sanar cualquier enfermedad y conciliar a todo hombre y mujer para que sean santos, para que encuentren la paz, para que luchen por la santidad de toda vida humana.
Nuestra Señora de Guadalupe conoce nuestras penas, el momento por el que cada quien atraviesa, no deja a san Juan Diego con el pesar de la enfermedad de su tío, sino que se apresura a ordenar las cosas para que Cristo, quien es la Vida, llegue a un pueblo despreciado, quizá humillado y ciertamente confundido, que no había sido capaz de aceptar el mensaje salvífico del Evangelio, pero a la vez resuelve el problema temporal del tío de san Juan Diego, ¿no es acaso el paliativo más grande la gozosa e inesperada visita de la madre del Amor hermoso lo que recibe Juan Bernadino, tío de san Juan Diego?, ¿no es maravillosa la enseñanza de esa caridad fraterna al enfermo lo que necesita también nuestra sociedad en los tiempos modernos? En una época donde el hombre se olvida del hombre y busca neciamente solo su propio placer, María de Guadalupe nos recuerda que no somos desechables, que el utilitarismo de nuestra época es completamente anticristiano y que la caridad hacia el enfermo es una necesidad apremiante también hoy. ¡Cuán rápido fue aceptado el mensaje de la Virgen de Guadalupe!, lo que trataron de hacer por tantos años los misioneros fue hecho milagrosamente por la Virgen en poco tiempo, porque Ella que ama con corazón de madre conoce la necesidad de los hijos, que asustados y enfrentados a condiciones apremiantes buscan la ayuda del cielo para calmar sus dolores.
III. María de Guadalupe, símbolo de la cultura de la vida
María de Guadalupe sigue trabajando una evangelización de vida activa, continúa llegando a los corazones adoloridos de quienes la buscan y sale al encuentro como a
san Juan Diego, de quienes la evaden por satisfacer primero equivocadas necesidades terrenas, como quienes acuden a los abortuorios, evadiendo las iglesias donde su Hijo es adorado, ella se hace presente, con su Hijo en el vientre, afuera de esos centros de muerte, para encontrarse con el triste, con el abandonado, con el temeroso, con el orgulloso, con el “autosuficiente”, con quien es víctima del mal y del egoísmo humano; y con su imagen le recuerda que está aquí para amarle.
María de Guadalupe sigue trabajando una evangelización de vida activa, continúa llegando a los corazones adoloridos de quienes la buscan y sale al encuentro como a
san Juan Diego, de quienes la evaden por satisfacer primero equivocadas necesidades terrenas, como quienes acuden a los abortuorios, evadiendo las iglesias donde su Hijo es adorado, ella se hace presente, con su Hijo en el vientre, afuera de esos centros de muerte, para encontrarse con el triste, con el abandonado, con el temeroso, con el orgulloso, con el “autosuficiente”, con quien es víctima del mal y del egoísmo humano; y con su imagen le recuerda que está aquí para amarle.
Su vientre ligeramente prominente es la señal de Cristo que nace a una tierra nueva, a nuevos hombres y mujeres, ella evangeliza por la vida con solo verla, María de Guadalupe busca consolar al pueblo mexicano y al mundo entero que siente tristeza y dolor, acude a ellos para proveerles la benevolente protección de una madre. Ella nos trae al Hijo, lo resguarda en su seno, lo que desea es que le sigamos a Él.
Conclusión
Bajo el patrocinio de la Virgen de Guadalupe los movimientos provida del mundo trabajan por defender el don precioso que Dios nos concede, luchando para que sea respetado en todo momento y bajo toda circunstancia, no dudamos que en esta poderosa intercesión Dios ya nos tiene concedido el triunfo, pero no por ello descansamos, y al igual que María de Guadalupe nos apresuramos a salir al encuentro de aquellos cuya vida está en peligro, hablando por quien no puede y protegiendo con la ayuda de Dios, a quien aún no puede defenderse.
Cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac a san Juan Diego la evangelización dio un giro de 180°, y las palabras rebosantes de ternura y compasión resuenan hoy a toda mujer y hombre que sabiéndolo o no, rodeados por una cultura de muerte, atentan contra el don bendito de la vida: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, que no se turbe tu corazón;… ¿no estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?...”i por ello ocultos en el hueco de su manto los movimientos provida avanzamos por la evangelización de la vida en Cristo Jesús, y te pedimos Señora, Virgen María de Guadalupe ¡Ruega por nosotros!
martes, 8 de diciembre de 2015
viernes, 4 de diciembre de 2015
La Hora de la Gracia.
8 de diciembre de 1947
Pierina –la vidente de las apariciones de Rosa Mística– contempló a la madre de Dios decir.- "¡Yo soy la Inmaculada Concepción!" y con gran majestad afirmó"Yo soy María de las Gracias, esto es, la llena de Gracia, Madre de mi Divino Hijo Jesucristo". Descendió suavemente por la escala y añadió.- "Por mi venida a Montichiari deseo ser invocada y venerada como Rosa Mística. QUIERO QUE AL MEDIODÍA DE CADA 8 DE DICIEMBRE (SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA) SE CELEBRE LA HORA DE LA GRACIA POR TODO EL MUNDO, MEDIANTE ESTA DEVOCIÓN SE ALCANZARÁN MUCHAS GRACIAS PARA EL ALMA Y EL CUERPO. Nuestro Señor, mi Divino Hijo Jesús, concederá copiosamente su misericordia, mientras los buenos recen por sus hermanos que permanecen en el pecado. Es preciso informar cuanto antes, al Supremo Pastor de la Iglesia Católica el Papa Pío XII mi deseo de que esta hora de gracia sea conocida y extendida por todo el mundo. Quien no puede ir a la iglesia que sea en su casa al mediodía y conseguirá mis gracias." Luego mostrándole su purísimo corazón exclamo:"Mira este corazón que tanto ama a los hombres, mientras la mayoría de ellos lo colma de vituperios." Calló unos momentos y continuó: "Si todos, buenos y malos, se unen en la oración, obtendrán de este corazón misericordia y paz. Los buenos acaban de alcanzar por mi mediación la misericordia del Señor, que detuvo un gran castigo. Dentro de poco se conocerá la eficaz grandeza de esta hora de gracia".
Notando Pierina que la resplandeciente Señora iba a alejarse le imploró fervorosamente: "¡Oh hermosa y amada Madre de Dios, yo le doy gracias!". Bendiga a todo el mundo especialmente al Santo Padre, a los sacerdotes, religiosos y a los pecadores. Ella contestó: "Tengo preparado una sobreabundancia de gracia para todos aquellos hijos que escuchan mi voz y toman a pecho mis deseos". Con estas palabras se terminó la visita.
martes, 1 de diciembre de 2015
¿Cómo orar en Adviento y en Navidad? Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron... ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días?
Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
"Dios puso su morada entre los hombres" (Ez 37,27) "por el gran amor con que nos ha amado." (Ef 2,4) Pero ¿es acogido? "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días? Eso se juega en la libertad de cada uno.
Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento:
1. Contemplar el misterio de la encarnación:
La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda.
"Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe.
En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía.
2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido.
La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta.
La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios.
El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida.
En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007)
3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel.
"Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre.
Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María.
Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado.
Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento:
1. Contemplar el misterio de la encarnación:
La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda.
"Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe.
En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía.
2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido.
La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta.
La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios.
El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida.
En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007)
3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel.
"Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre.
Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María.
Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Dios dirige mi vida
Con su ayuda es posible entrar en el buen camino. Basta con mantener encendida la lámpara de la fe, el entusiasmo de la esperanza, y el amor.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
De un modo sencillo y casi misterioso, Dios dirige mi vida. Lo hace con su gracia, que me acompaña desde el bautismo. Lo hace con su Palabra, acogida y explicada en la Iglesia católica. Lo hace con las inspiraciones continuas del Espíritu Santo.
Lo hace, de un modo sorprendente, a través de la historia. Nada escapa a su Providencia. Si algo ha ocurrido, incluso el pecado, es porque Él lo tenía ya previsto. No quiso el mal, pero tampoco impidió que algunos de sus hijos abusasen de la libertad.
Muchas veces, con su gracia, me ayudó a evitar el pecado. Muchas otras veces me iluminó tras una caída, me inspiró confianza en su misericordia, me sacó de la fosa (cf. Sal 40,3) y me vistió un traje de fiesta cuando, arrepentido, volví a casa (cf. Lc 15,20-24).
A lo largo del camino, ha estado siempre a mi lado. Supo esperar cuando mi egoísmo cerró puertas y partí lejos de casa. Buscó una y mil veces cómo despertarme del mal y enseñarme el camino de la vida. Incluso estuvo dispuesto a morir en una cruz para rescatarme del pecado.
No pudo hacer más por mí. Todo está ofrecido en el Calvario. El cielo ha quedado abierto. La fuerza del Espíritu Santo actúa en los corazones. Desde que nació la Iglesia, los discípulos repiten la invitación de Cristo Maestro: convertíos y creed (cf. Mc 1,15; Hch 2,38; 3,19).
Con su ayuda es posible entrar en el buen camino. Basta con mantener encendida la lámpara de la fe, el entusiasmo de la esperanza, y el amor de Dios que "ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (cf. Rm 5,5).
Como un niño en brazos de su madre (cf. Sal 131), dejo que Dios dirija mi vida. Me llevará a verdes praderas, me conducirá a fuentes tranquilas (cf. Sal 23), viviré en paz. Porque sé que Él me ama, y eso me basta
lunes, 16 de noviembre de 2015
Grietas en el alma Reflexiones para el cristiano de hoy
Son tantas esas grietas... de egoísmo y pereza, de vanidad y soberbia, de ira y rencores, y pierdo la paz.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Claro, no puede haber progreso en la vida del alma. Con tantas grietas...
Sí, porque un corazón que escucha ruido y confusión, que lee textos caóticos y a veces dañinos, que continuamente ve imágenes o se zambulle en juegos electrónicos, no puede tener paz. Porque si me dejo enredar por las modas y por los placeres del momento estoy condenado al vacío y al sinsentido.
Son tantas esas grietas... Grietas de egoísmo y de pereza. Grietas de vanidad y de soberbia. Grietas de sensualidad y de avaricia. Grietas de ira y de rencores. Poco a poco, pierdo la paz, vivo según la carne, ahogo la voz del Espíritu.
Necesito salir del agujero y recuperar la paz. Sólo con ella mi corazón podrá abrirse a la reflexión seria, al mensaje maravilloso de vida y verdad que nos ofrece Jesucristo.
Por eso, en el camino de la propia vida resulta urgente descubrir y cerrar aquellas grietas que cada uno tiene en su propia alma.
Curar todas esas grietas, de golpe, sólo sería posible con un milagro. Pero Dios existe... Basta con empezar a colaborar, seriamente, para cortar, para limpiar, para acudir a la confesión, para rezar ante las tentaciones, para prescindir de lecturas o de imágenes que me dañan. Así estaré más libre para invertir mi tiempo y mi corazón en el Evangelio, en la oración, y en el servicio a mis hermanos.
Hay muchas grietas en mi alma. Hoy empiezo un nuevo día. Tengo tiempo, tengo voluntad, tengo amor. Dios me anima y, sobre todo, me da su gracia. Hay que bajar a lo concreto, a esas fotos, a esos libros, a esos ruidos que he de alejar de mi vida para que haya espacios abiertos y disponibles a una maravillosa aventura de amor y de esperanza.
jueves, 5 de noviembre de 2015
VUELVE A EMPEZAR HOY ES TU DIA
Hoy es el día para volver a empezar. Porque estamos vivos y Dios quiere que dejemos atrás nuestro pasado, y que nos lancemos a una vida nueva, como lo han hecho tantos santos, y personas también de las que nos narra el Evangelio. Como el ciego de nacimiento, que ante la inminencia del milagro, de recuperar la vista, arroja el manto y de un salto va hacia Jesús. Nosotros también debemos arrojar nuestro manto, es decir, dejar atrás el pasado que nos ata, y ser criaturas nuevas. Ciertamente lo lograremos con la ayuda de Dios, porque es Él quien debe, por decirlo así, volvernos a crear. Dejemos entonces actuar a Jesús, recibamos los Sacramentos, en especial la Eucaristía, que nos va divinizando. Pero tomemos la decisión de comenzar hoy una vida nueva, sin torturarnos por el pasado, que no podemos cambiar, pero que sí podemos dejar en la misericordia de Dios, dejarlo tranquilamente en el corazón de Dios y deshacernos de él, porque es un peso para nuestro vuelo que comenzaremos hoy mismo.
¿Qué nos impide que seamos nuevas creaturas? ¿Por qué estamos rumiando siempre lo que hemos hecho, o lo que fue, como si desconfiáramos de la Omnipotencia y Omnisciencia de Dios, que todo lo sabe, y que sabía de antemano lo que íbamos a hacer? ¿Y creemos que Dios no haya provisto los medios necesarios para solucionar lo que hemos hecho mal tiempo atrás?
Lo que pasa es que desconfiamos de Dios, porque nosotros somos criaturas, pero quien nos ama infinitamente es Dios, que puede arreglarlo TODO, con tal de que confiemos en Él ciegamente y le dejemos las riendas de nuestra vida.
Animémonos a empezar de nuevo hoy mismo y, cuando el recuerdo del pasado o de lo que hemos sido, quiera extender su sombra sobre nuestra alma, refugiémonos en el Corazón de Dios, y miremos al Señor que nos sonríe, porque quiere que avancemos confiados y libres de peso, por el camino de la vida, pues lo mejor es lo que está por venir, porque ahora creemos mucho en Dios y tratamos de confiar más en Él. Y como ha dicho Cristo en su Evangelio: “Todo es posible para el que cree”.
martes, 27 de octubre de 2015
LA DEVOCION DE LAS 3 MARIAS
San Alfonso recomienda las Tres Avemarías
¿Qué recomendaba él como el mejor medio para salvar nuestras almas y ser
devotos de Nuestra Señora? ¿Recomendó que ayunásemos a pan y agua? ¿Que
durmiésemos en una cama de clavos? ¿Que nos flagelásemos hasta hacer sangre? No.
Recomendó una devoción a María que era pequeña pero poderosa: la devoción de las
Tres Avemarías.
¿En qué consiste esta devoción? Consiste en rezar Tres Avemarías
inmediatamente al levantarse; la primera cosa que hacemos al levantarnos de la cama, el
primer acto del día. Y Tres Avemarías antes de acostarnos; la última cosa que hacemos
antes de dormir. Y entre cada Avemaría añadimos la siguiente invocación:
“Por tu Inmaculada Concepción, O María, haz mi cuerpo
puro y mi alma santa. O Madre mía, presérvame este día/esta noche
del pecado mortal”.
Rezando las Tres Avemarías, nos son prometidas tres gracias insignes, que son
fundamentales en la práctica de la vida espiritual. Son ellas:
La felicidad de poseer la gracia santificante o de recuperarla,
La victoria sobre el vicio de la impureza, y
La perseverancia final.
¿Qué significan exactamente estas gracias? Explicaré en pocas palabras:
I. La felicidad de poseer la gracia santificante o de recuperarla
inmediatamente.
No es necesario ser un asesino o un violador para ir al infierno. Todo lo que es
necesario es un solo pecado mortal no confesado. Por eso, debemos tener cuidado de
permanecernos siempre en el estado de gracia.
San Alfonso recomendó la devoción de las Tres Avemarías como el mejor
medio para continuar en el estado de Gracia santificante. Se puede preguntar: ¿qué
autoridad tenía San Alfonso para decir todo esto? ¿Quién, exactamente, era San
Alfonso? San Alfonso es el santo patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores.
La Sagrada Penitenciaría ya declaró que, en el campo de la Teología Moral, nadie tiene
más autoridad que San Alfonso.
San Alfonso tiene la misma autoridad en la Teología Moral que San Tomás de
Aquino tiene en la Teología Dogmática. En su libro Homo Apostolicus para confesores,
escribió:
“No debemos nunca dejar de sugerir a todos los penitentes,
sean ellos devotos o pecadores, la devoción a la Santísima Virgen,
convenciéndoles en especial y recomendando, de mañana y a la
noche, a rezar las Tres Avemarías para ser preservados del pecado
mortal. Es difícil para un alma perseverar en la gracia de Dios y
salvarse, sin tener una devoción especial a la Madre de Dios”.
La devoción de las Tres Avemarías no sólo nos preserva del pecado mortal, sino
que también nos ayuda a recuperar el estado de Gracia santificante si estuviéramos en
pecado mortal. ¿Conocen alguien que esté viviendo en pecado? ¿Algún amigo o
pariente? ¿Conocen algún penitente que esté a luchar contra el pecado? Entonces
recomiéndenle las Tres Avemarías de mañana y a la noche. Sólo pueden suceder dos
cosas: o desiste de las Tres Avemarías o desiste del pecado.
Nada es más importante, por lo tanto, que rezarlas todos los días, sin falta, con
perseverancia, no importa por inconveniente que sea. Si estemos ya acostados en la
cama, medio dormidos, y nos recordamos que no hemos rezado las Tres Avemarías,
hagamos el sacrificio de levantarse de la cama, arrodillarnos, y rezar las Tres
Avemarías. Si uno sea físicamente capaz de hacerlo, debe rezarse esta oración
arrodillándose. La oración no vale mucho si la recemos acostados, cómodos y calurosos
bajo las mantas. Hagan el esfuerzo de levantarse de la cama y arrodillarse. Es una
penitencia muy pequeña, comparada con las grandes gracias prometidas. En nuestro
monasterio, todos los religiosos insisten en rezar las Tres Avemarías prostrados en el
suelo.
Y ahora podrían preguntar, ¿eso da resultado? ¿Los pecadores realmente dejan el
pecado, sólo por haber rezado Tres Avemarías de mañana y a la noche? Bueno, no soy
religioso hace mucho tiempo, pero ya encontré muchas personas, no sólo en el
monasterio como también por el mundo, que me dijeron que, si no fuesen por las Tres
Avemarías, nunca conseguirían desistir del pecado. Ya habían intentado todo, pero nada
había dado resultado.
Puedo afirmar con toda honestidad que también jugó un enorme papel en mi
propia conversión. Pero no importa lo que yo digo, oigan antes lo que dijo San Alfonso,
Santo Patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores:
“La ayuda de María es necesaria para la conservación de la
gracia y necesaria para la conversión”.
¡Esta ayuda es garantida, hasta a los pecadores, con tal que tengan buena
voluntad y recurran a María, Madre de Dios! Cuando preguntaron al gran santo jesuita,
San Juan Berchmans, estando él para morir, qué devoción a María era necesaria para la
salvación, él dijo:
“Para agradar a María, basta la cosa más pequeña, con tal
que una persona se mantenga fiel a ella”.
La pequeña devoción de las Tres Avemarías es muy agradable a María, y Ella
obtendrá para nosotros las gracias prometidas, con tal que seamos fieles en rezarlas, de
mañana y a la noche, día tras día, semana tras semana, año tras año, hasta morimos.
II. La victoria sobre el vicio de la impureza
La segunda gracia que nos fue prometida al rezar las Tres Avemarías es la
victoria sobre el vicio de la impureza, es decir, la victoria sobre los pecados contra los
Sexto y Nono Mandamientos. Nos dicen que 99% de los que fueron condenados al
infierno fueron condenados a causa de los pecados de la impureza. Nuestra Señora
misma lo confirmó en Fátima, cuando dijo que más almas van al infierno a causa de los
pecados de la carne de que por cualquier otra razón. El mundo de hoy es una cloaca de
inmoralidad y de impureza.
Dondequiera que vamos, dondequiera que miramos, nos confrontamos con una
impureza tal que probablemente ya no se ha visto desde el tiempo de Sodoma y
Gomorra. ¿Qué posibilidades tendrán los jóvenes de hoy, con tanta pornografía, tantos
malos ejemplos de matrimonios fracasados, cohabitación, etc. vistos en todos los
canales de televisión, en el internet y hasta en las calles donde vivimos? Si no fuese por
este pecado de la impureza, 99% de las almas en el infierno no estarían allá. San
Alfonso les promete que pueden vencer todas las tentaciones de ese vicio por la práctica
de las Tres Avemarías. Divulguen esta devoción entre sus parroquianos, entre la
juventud, porque sin esta poderosa devoción a Nuestra Señora perecerán en la lucha
contra el vicio de la impureza.
Escuchemos lo que San Alfonso dijo en uno de sus libros dirigidos a los
sacerdotes:
“El medio por excelencia de conservar la castidad es la
devoción a María; la mejor manera de captivar el favor de María es
honrar Su pureza; el medio más eficaz de honrar Su pureza es
practicar la devoción de las Tres Avemarías”.
Esta devoción no es sólo útil para conservar la castidad y evitar tentaciones
contra la pureza; sino que también es el mejor medio para alcanzar una conversión
perdurable y sincera, aun en el caso de los pecadores que cayeron en el hábito de este
vicio y aquellos que son completamente incapaces de vencer sus atracciones.
Escuchemos una vez más a lo que él dijo:
“Si hay alguien entre vosotros que se encuentra ahogando en
el pantano de la impureza, no quiero desanimarte; antes te diré:
apresúrate a salir de esa carne pútrida infernal. Sepárate de las
ocasiones y entonces recomiéndate a María, Madre de la pureza.
Rézala todos los días, para que Ella te liberte de este vicio; y de
mañana, al levantarte del sueño, y a la noche, antes de ir para la
cama. Nunca te olvides de rezar las Tres Avemarías en honor de Su
pureza”.
A los Confesores dijo:
“A quien contractó el hábito del vicio impuro, debe imponer la
práctica de nunca olvidarse de rezar tres veces, de mañana y a la
noche, la Salutación Angélica en honor de la pureza de la Santísima
Virgen, reafirmando ante Su imagen, su intención de nunca más
http://www.fatima.org/span/crusader/cr88/cr88pg18.pdf
7
volver a pecar, y pidiendo a esta buena Madre la gracia de la
perseverancia”.
Como ya noté anteriormente, no he estado usando este hábito hace mucho
tiempo, pero, aun así, ya vi bastantes ejemplos para saber que las Tres Avemarías son la
mayor arma que tenemos para luchar contra las tentaciones de la impureza. Hace poco
más que un mes, un joven que conocí en Sídney vino para verme y me dijo que había
conseguido vivir una vida de castidad en los últimos dos años, gracias a la práctica de
las Tres Avemarías. Diré una vez más, con San Alfonso. “La devoción a María es un
medio necesario para vencer la impureza”. La forma más eficaz de esta devoción a la
Madre de Dios es rezar de mañana y a la noche las Tres Avemarías.
III. La gracia de la perseverancia final
Esta es la tercera y más importante de las gracias que recibimos al rezar las Tres
Avemarías. Toda la cuestión de nuestra salvación, si vamos al Cielo o al infierno,
depende del momento de la muerte. Si morimos en estado de gracia, seremos salvados;
pero si morimos en estado de pecado mortal, estaremos perdidos para siempre. Todo,
por lo tanto, depende de la gracia de la perseverancia final.
Nuestro Señor dice en el Evangelio de San Mateo. “El que persevere hasta el fin
será salvado”. San Buenaventura dice que la corona celestial sólo se da a los que
perseveran. San Jerónimo dice que muchos comienzan pero pocos perseveran. Muchos
son llamados, pero pocos son elegidos. Saúl, Judas, Tertuliano, etc.… todos
comenzaron bien pero no perseveraron.
El gran San Bernardo nos avisó: A él que comienza sólo se promete la
recompensa; sólo se da en verdad a los que perseveran. No basta correr para ganar el
premio, dijo San Alfonso, es necesario correr hasta ganarlo. Si alguno de nosotros
piensa que está seguro y que su lugar en el Cielo está garantido, recuérdese del triste
ejemplo de Judas. Era un Apóstol, uno de los 12 elegidos por Nuestro Señor; testificó
todos los milagros de Jesús – y a pesar de eso se cayó. Lean las vidas de los primeros
Padres del desierto en Egipto y en Siria. Algunos de ellos apenas dormían dos horas por
día. Rezaban constantemente, comían apenas un bocado de vegetales cocidos por día, y
hacían más penitencia en un mes que todos nosotros, que aquí estamos, haríamos en
toda la vida. ¡Hasta hacían milagros! Y a pesar de esto, algunos se cayeron. Perdieron
para siempre su lugar en el Cielo. Entonces ¿cómo podemos perseverar? ¿Cómo
conseguiremos la gracia de la perseverancia final?
San Alfonso da este aviso a toda criatura, sea al Papa, a él mismo, o a un simple
lego. Dijo:
“Para obtener la gracia de la perseverancia final, es
importante tener una devoción particular a María, Que se llama la
Madre de la Perseverancia. Quien no tiene esta devoción especial a la
Santísima Virgen, difícilmente perseverará; porque como San
Bernardo nos garantió, todas las gracias de Dios, especialmente la
gracia de la perseverancia, que es la mayor de todas las gracias, nos
viene a través de María.
“Enfant de Marie, enfant de Paradis, Hijo de María, hijo del
Paraíso. Quien tenga una verdadera devoción a María será ayudado
por María en la hora de la muerte; quien está ayudado por María en
esta hora decisiva tendrá una muerte santa y será salvado por toda la
eternidad”.
Nuestra Señora no pide mucho, sólo buena voluntad y constancia. Debemos ser
constantes en nuestra devoción a las Tres Avemarías. Debemos tener buena voluntad, es
decir, la intención de no pecar. Esta devoción es tan pequeña y tan fácil que puede ser
practicada por cualquier persona. Hasta un niño puede aprender a hacerla. Y nadie
puede decir que no tiene tiempo de rezar las Tres Avemarías. No, la falta de tiempo no
es disculpa. Por más ocupados que estemos, el rezo de las Tres Avemarías demora
menos de dos minutos.
¿De dónde viene la devoción de las Tres Avemarías?
Preguntaremos, ¿inventó esta devoción San Alfonso? ¿De dónde vinieron estas
promesas? ¿Fue él que las inventó? La contestación es, ¡No! San Alfonso no inventó la
devoción de las Tres Avemarías. Las Tres Avemarías, tanto como sus promesas, fueron
inicialmente dadas a Santa Matilde, y más tarde también a Santa Gertrudis la Grande.
Fueron también predicadas y practicadas por inúmeros santos. Se destacan entre ellos
San Leonardo de Port Maurice y el gran San Antonio de Padua, que predicó esta
devoción con gran celo y desempeñó un papel importante en hacerla conocida en su
tiempo. Dios mostró cuanto eso Le agradó con este milagro: Muchos siglos después, el
cuerpo de San Antonio de Padua estaba deshecho en polvo, pero su lengua y las cuerdas
vocales con que predicaron las Tres Avemarías estaban incorruptas. Hasta hoy, su
lengua se mantiene incorrupta, intocada por el pasaje del tiempo. Eso es también un
signo de la aprobación de Dios cuanto a las Tres Avemarías. San Juan Bosco también
recomendó la práctica de las Tres Avemarías a sus hijos, los Salesianos.
La Iglesia aprobó la devoción de las Tres Avemarías
Muchos Papas – por ejemplo, León XIII and Benedicto XV – fueron campeones
de esta devoción, y especialmente el más ilustre Papa del Siglo XX, el último Santo
Papa en 500 años, San Pio X, que se hizo el apóstol fiel de la devoción de las Tres
Avemarías. No sólo proclamó su amor personal por esta devoción, sino que la
enriqueció con preciosas indulgencias y la recomendó a los Obispos y a los sacerdotes,
pidiéndoles que la divulgasen entre los fieles.
Las Tres Avemarías: El grano de mostaza de devoción
Ahora bien, hay dos errores en que podemos incurrir sobre esta devoción; decir
que es muy poco, o que es demasiado. En nuestro orgullo, podemos verla como una
cosa tan pequeña e insignificante que no merece nuestro tiempo y esfuerzo. Con todo,
ya rezamos tantas oraciones. Recordémonos que había muchos otros que rezaron mucho
más que nosotros, hicieron más penitencias que nosotros, y aún así no perseveraron
hasta el fin. Recordémonos que esta devoción fue recomendada, no sólo por el Santo
Patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores, sino que por el propio Doctor de la
Oración mismo, San Alfonso, y también por numerosos Papas. Sí, esta devoción puede
parecer pequeña, pero es pequeña como el grano de mostaza de que Nuestro Señor
habló en los Evangelios.
Si rezamos fielmente las Tres Avemarías, no sólo nos fortaleceremos y
aumentaremos nuestra devoción a la Madre de Dios, sino que recogeremos el más rico
de todos los frutos: la gracia de la perseverancia final y la vida eterna. Las Tres
Avemarías pueden, en verdad, ser llamadas el grano de mostaza de la devoción a
Nuestra Señora y de la salvación.
También es posible que algunos de nosotros nos caigamos en el error opuesto a
pensar que rezando las Tres Avemarías es un esfuerzo demasiado grande. Yo mismo ya
oí esto de algunos amigos míos que fueron cogidos en una vida pecaminosa. La
respuesta a esto es simple: Si tú no consigues hacer una cosa tan pequeña como rezar las
Tres Avemarías, entonces, francamente, tú no mereces el Cielo.
El infierno existe
En resumo: El infierno existe, es una verdad de nuestra Fe católica. Existe si
queremos creer en él, o no. Por lo tanto, nada es más importante que nuestra salvación
eterna. “Quien reza”, dijo San Alfonso, “será salvado; quien no reza será condenado”.
Todas las gracias de Dios vienen a través de María
Todas las gracias nos vienen de Dios, pero por las manos de María. Por eso, es
necesario tener una devoción a María. La devoción de las Tres Avemarías, si sea hecha
con buena voluntad y constancia, obtendrá para nosotros las siguientes gracias:
1. La conservación o recuperación de la gracia santificante,
2. La victoria sobre el vicio de la impureza,
3. La gracia de la perseverancia final.
Den a conocer esta devoción, según sus posibilidades – en el púlpito, en los
boletines parroquiales, en el confesionario – y verán sus frutos por Ustedes propios. No
necesitarán que yo les convenza, verán sus frutos, Ustedes mismos, por sus propias
experiencias. Oigamos esta historia verdadera, que fue contada a uno de nuestros
sacerdotes:
“Tengo setenta y cinco años, Señor Padre, y he tenido muchas
dolores durante mi vida; he estado expuesto a muchos peligros que
otros no vencieron. En mi vejez, tengo la dulce confianza de nunca
haber cometido un solo pecado mortal desde mi Primera Comunión.
En este día inolvidable, que siempre me recuerdo, mi madre me
abrazó contra el pecho por algún tiempo, y después me pidió
prometerle a ella, mi madre terrestre, y a María, mi Madre celestial,
que rezaría fielmente las Tres Avemarías todos los días, de mañana y
a la noche. Prometí, y por la gracia de Dios fui fiel a mi promesa. A la
memoria de mi madre y de mi Primera Comunión, a la protección de
María atribuyo la gran felicidad que acabé de contarles”.
Vayan a Nuestra Señora
Ahora bien, sé que es muy fácil que aquello que dije entre por un oído y salga
por el otro. Es muy fácil comenzar a rezar las Tres Avemarías hoy y desistir de hacerlo
después de dos días. No es así que debe hacerse. Por eso, no estoy diciéndoles ni
pidiéndoles, estoy suplicándoles, a todos y a cada uno de ustedes que aquí están ahora,
no para mí, sino por su salvación eterna; ¡vayan a Nuestra Señora! Ella está
ofreciéndoles una gran gracia. No La rechacen.
Vayan a Ella, y prométanle que rezarán las Tres Avemarías todos los días, de
mañana y a la noche, sin fallar, hasta el fin de sus vidas. Si le prometan esto, Ella les
prometerá el Cielo. No La rechacen.
¿Qué recomendaba él como el mejor medio para salvar nuestras almas y ser
devotos de Nuestra Señora? ¿Recomendó que ayunásemos a pan y agua? ¿Que
durmiésemos en una cama de clavos? ¿Que nos flagelásemos hasta hacer sangre? No.
Recomendó una devoción a María que era pequeña pero poderosa: la devoción de las
Tres Avemarías.
¿En qué consiste esta devoción? Consiste en rezar Tres Avemarías
inmediatamente al levantarse; la primera cosa que hacemos al levantarnos de la cama, el
primer acto del día. Y Tres Avemarías antes de acostarnos; la última cosa que hacemos
antes de dormir. Y entre cada Avemaría añadimos la siguiente invocación:
“Por tu Inmaculada Concepción, O María, haz mi cuerpo
puro y mi alma santa. O Madre mía, presérvame este día/esta noche
del pecado mortal”.
Rezando las Tres Avemarías, nos son prometidas tres gracias insignes, que son
fundamentales en la práctica de la vida espiritual. Son ellas:
La felicidad de poseer la gracia santificante o de recuperarla,
La victoria sobre el vicio de la impureza, y
La perseverancia final.
¿Qué significan exactamente estas gracias? Explicaré en pocas palabras:
I. La felicidad de poseer la gracia santificante o de recuperarla
inmediatamente.
No es necesario ser un asesino o un violador para ir al infierno. Todo lo que es
necesario es un solo pecado mortal no confesado. Por eso, debemos tener cuidado de
permanecernos siempre en el estado de gracia.
San Alfonso recomendó la devoción de las Tres Avemarías como el mejor
medio para continuar en el estado de Gracia santificante. Se puede preguntar: ¿qué
autoridad tenía San Alfonso para decir todo esto? ¿Quién, exactamente, era San
Alfonso? San Alfonso es el santo patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores.
La Sagrada Penitenciaría ya declaró que, en el campo de la Teología Moral, nadie tiene
más autoridad que San Alfonso.
San Alfonso tiene la misma autoridad en la Teología Moral que San Tomás de
Aquino tiene en la Teología Dogmática. En su libro Homo Apostolicus para confesores,
escribió:
“No debemos nunca dejar de sugerir a todos los penitentes,
sean ellos devotos o pecadores, la devoción a la Santísima Virgen,
convenciéndoles en especial y recomendando, de mañana y a la
noche, a rezar las Tres Avemarías para ser preservados del pecado
mortal. Es difícil para un alma perseverar en la gracia de Dios y
salvarse, sin tener una devoción especial a la Madre de Dios”.
La devoción de las Tres Avemarías no sólo nos preserva del pecado mortal, sino
que también nos ayuda a recuperar el estado de Gracia santificante si estuviéramos en
pecado mortal. ¿Conocen alguien que esté viviendo en pecado? ¿Algún amigo o
pariente? ¿Conocen algún penitente que esté a luchar contra el pecado? Entonces
recomiéndenle las Tres Avemarías de mañana y a la noche. Sólo pueden suceder dos
cosas: o desiste de las Tres Avemarías o desiste del pecado.
Nada es más importante, por lo tanto, que rezarlas todos los días, sin falta, con
perseverancia, no importa por inconveniente que sea. Si estemos ya acostados en la
cama, medio dormidos, y nos recordamos que no hemos rezado las Tres Avemarías,
hagamos el sacrificio de levantarse de la cama, arrodillarnos, y rezar las Tres
Avemarías. Si uno sea físicamente capaz de hacerlo, debe rezarse esta oración
arrodillándose. La oración no vale mucho si la recemos acostados, cómodos y calurosos
bajo las mantas. Hagan el esfuerzo de levantarse de la cama y arrodillarse. Es una
penitencia muy pequeña, comparada con las grandes gracias prometidas. En nuestro
monasterio, todos los religiosos insisten en rezar las Tres Avemarías prostrados en el
suelo.
Y ahora podrían preguntar, ¿eso da resultado? ¿Los pecadores realmente dejan el
pecado, sólo por haber rezado Tres Avemarías de mañana y a la noche? Bueno, no soy
religioso hace mucho tiempo, pero ya encontré muchas personas, no sólo en el
monasterio como también por el mundo, que me dijeron que, si no fuesen por las Tres
Avemarías, nunca conseguirían desistir del pecado. Ya habían intentado todo, pero nada
había dado resultado.
Puedo afirmar con toda honestidad que también jugó un enorme papel en mi
propia conversión. Pero no importa lo que yo digo, oigan antes lo que dijo San Alfonso,
Santo Patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores:
“La ayuda de María es necesaria para la conservación de la
gracia y necesaria para la conversión”.
¡Esta ayuda es garantida, hasta a los pecadores, con tal que tengan buena
voluntad y recurran a María, Madre de Dios! Cuando preguntaron al gran santo jesuita,
San Juan Berchmans, estando él para morir, qué devoción a María era necesaria para la
salvación, él dijo:
“Para agradar a María, basta la cosa más pequeña, con tal
que una persona se mantenga fiel a ella”.
La pequeña devoción de las Tres Avemarías es muy agradable a María, y Ella
obtendrá para nosotros las gracias prometidas, con tal que seamos fieles en rezarlas, de
mañana y a la noche, día tras día, semana tras semana, año tras año, hasta morimos.
II. La victoria sobre el vicio de la impureza
La segunda gracia que nos fue prometida al rezar las Tres Avemarías es la
victoria sobre el vicio de la impureza, es decir, la victoria sobre los pecados contra los
Sexto y Nono Mandamientos. Nos dicen que 99% de los que fueron condenados al
infierno fueron condenados a causa de los pecados de la impureza. Nuestra Señora
misma lo confirmó en Fátima, cuando dijo que más almas van al infierno a causa de los
pecados de la carne de que por cualquier otra razón. El mundo de hoy es una cloaca de
inmoralidad y de impureza.
Dondequiera que vamos, dondequiera que miramos, nos confrontamos con una
impureza tal que probablemente ya no se ha visto desde el tiempo de Sodoma y
Gomorra. ¿Qué posibilidades tendrán los jóvenes de hoy, con tanta pornografía, tantos
malos ejemplos de matrimonios fracasados, cohabitación, etc. vistos en todos los
canales de televisión, en el internet y hasta en las calles donde vivimos? Si no fuese por
este pecado de la impureza, 99% de las almas en el infierno no estarían allá. San
Alfonso les promete que pueden vencer todas las tentaciones de ese vicio por la práctica
de las Tres Avemarías. Divulguen esta devoción entre sus parroquianos, entre la
juventud, porque sin esta poderosa devoción a Nuestra Señora perecerán en la lucha
contra el vicio de la impureza.
Escuchemos lo que San Alfonso dijo en uno de sus libros dirigidos a los
sacerdotes:
“El medio por excelencia de conservar la castidad es la
devoción a María; la mejor manera de captivar el favor de María es
honrar Su pureza; el medio más eficaz de honrar Su pureza es
practicar la devoción de las Tres Avemarías”.
Esta devoción no es sólo útil para conservar la castidad y evitar tentaciones
contra la pureza; sino que también es el mejor medio para alcanzar una conversión
perdurable y sincera, aun en el caso de los pecadores que cayeron en el hábito de este
vicio y aquellos que son completamente incapaces de vencer sus atracciones.
Escuchemos una vez más a lo que él dijo:
“Si hay alguien entre vosotros que se encuentra ahogando en
el pantano de la impureza, no quiero desanimarte; antes te diré:
apresúrate a salir de esa carne pútrida infernal. Sepárate de las
ocasiones y entonces recomiéndate a María, Madre de la pureza.
Rézala todos los días, para que Ella te liberte de este vicio; y de
mañana, al levantarte del sueño, y a la noche, antes de ir para la
cama. Nunca te olvides de rezar las Tres Avemarías en honor de Su
pureza”.
A los Confesores dijo:
“A quien contractó el hábito del vicio impuro, debe imponer la
práctica de nunca olvidarse de rezar tres veces, de mañana y a la
noche, la Salutación Angélica en honor de la pureza de la Santísima
Virgen, reafirmando ante Su imagen, su intención de nunca más
http://www.fatima.org/span/crusader/cr88/cr88pg18.pdf
7
volver a pecar, y pidiendo a esta buena Madre la gracia de la
perseverancia”.
Como ya noté anteriormente, no he estado usando este hábito hace mucho
tiempo, pero, aun así, ya vi bastantes ejemplos para saber que las Tres Avemarías son la
mayor arma que tenemos para luchar contra las tentaciones de la impureza. Hace poco
más que un mes, un joven que conocí en Sídney vino para verme y me dijo que había
conseguido vivir una vida de castidad en los últimos dos años, gracias a la práctica de
las Tres Avemarías. Diré una vez más, con San Alfonso. “La devoción a María es un
medio necesario para vencer la impureza”. La forma más eficaz de esta devoción a la
Madre de Dios es rezar de mañana y a la noche las Tres Avemarías.
III. La gracia de la perseverancia final
Esta es la tercera y más importante de las gracias que recibimos al rezar las Tres
Avemarías. Toda la cuestión de nuestra salvación, si vamos al Cielo o al infierno,
depende del momento de la muerte. Si morimos en estado de gracia, seremos salvados;
pero si morimos en estado de pecado mortal, estaremos perdidos para siempre. Todo,
por lo tanto, depende de la gracia de la perseverancia final.
Nuestro Señor dice en el Evangelio de San Mateo. “El que persevere hasta el fin
será salvado”. San Buenaventura dice que la corona celestial sólo se da a los que
perseveran. San Jerónimo dice que muchos comienzan pero pocos perseveran. Muchos
son llamados, pero pocos son elegidos. Saúl, Judas, Tertuliano, etc.… todos
comenzaron bien pero no perseveraron.
El gran San Bernardo nos avisó: A él que comienza sólo se promete la
recompensa; sólo se da en verdad a los que perseveran. No basta correr para ganar el
premio, dijo San Alfonso, es necesario correr hasta ganarlo. Si alguno de nosotros
piensa que está seguro y que su lugar en el Cielo está garantido, recuérdese del triste
ejemplo de Judas. Era un Apóstol, uno de los 12 elegidos por Nuestro Señor; testificó
todos los milagros de Jesús – y a pesar de eso se cayó. Lean las vidas de los primeros
Padres del desierto en Egipto y en Siria. Algunos de ellos apenas dormían dos horas por
día. Rezaban constantemente, comían apenas un bocado de vegetales cocidos por día, y
hacían más penitencia en un mes que todos nosotros, que aquí estamos, haríamos en
toda la vida. ¡Hasta hacían milagros! Y a pesar de esto, algunos se cayeron. Perdieron
para siempre su lugar en el Cielo. Entonces ¿cómo podemos perseverar? ¿Cómo
conseguiremos la gracia de la perseverancia final?
San Alfonso da este aviso a toda criatura, sea al Papa, a él mismo, o a un simple
lego. Dijo:
“Para obtener la gracia de la perseverancia final, es
importante tener una devoción particular a María, Que se llama la
Madre de la Perseverancia. Quien no tiene esta devoción especial a la
Santísima Virgen, difícilmente perseverará; porque como San
Bernardo nos garantió, todas las gracias de Dios, especialmente la
gracia de la perseverancia, que es la mayor de todas las gracias, nos
viene a través de María.
“Enfant de Marie, enfant de Paradis, Hijo de María, hijo del
Paraíso. Quien tenga una verdadera devoción a María será ayudado
por María en la hora de la muerte; quien está ayudado por María en
esta hora decisiva tendrá una muerte santa y será salvado por toda la
eternidad”.
Nuestra Señora no pide mucho, sólo buena voluntad y constancia. Debemos ser
constantes en nuestra devoción a las Tres Avemarías. Debemos tener buena voluntad, es
decir, la intención de no pecar. Esta devoción es tan pequeña y tan fácil que puede ser
practicada por cualquier persona. Hasta un niño puede aprender a hacerla. Y nadie
puede decir que no tiene tiempo de rezar las Tres Avemarías. No, la falta de tiempo no
es disculpa. Por más ocupados que estemos, el rezo de las Tres Avemarías demora
menos de dos minutos.
¿De dónde viene la devoción de las Tres Avemarías?
Preguntaremos, ¿inventó esta devoción San Alfonso? ¿De dónde vinieron estas
promesas? ¿Fue él que las inventó? La contestación es, ¡No! San Alfonso no inventó la
devoción de las Tres Avemarías. Las Tres Avemarías, tanto como sus promesas, fueron
inicialmente dadas a Santa Matilde, y más tarde también a Santa Gertrudis la Grande.
Fueron también predicadas y practicadas por inúmeros santos. Se destacan entre ellos
San Leonardo de Port Maurice y el gran San Antonio de Padua, que predicó esta
devoción con gran celo y desempeñó un papel importante en hacerla conocida en su
tiempo. Dios mostró cuanto eso Le agradó con este milagro: Muchos siglos después, el
cuerpo de San Antonio de Padua estaba deshecho en polvo, pero su lengua y las cuerdas
vocales con que predicaron las Tres Avemarías estaban incorruptas. Hasta hoy, su
lengua se mantiene incorrupta, intocada por el pasaje del tiempo. Eso es también un
signo de la aprobación de Dios cuanto a las Tres Avemarías. San Juan Bosco también
recomendó la práctica de las Tres Avemarías a sus hijos, los Salesianos.
La Iglesia aprobó la devoción de las Tres Avemarías
Muchos Papas – por ejemplo, León XIII and Benedicto XV – fueron campeones
de esta devoción, y especialmente el más ilustre Papa del Siglo XX, el último Santo
Papa en 500 años, San Pio X, que se hizo el apóstol fiel de la devoción de las Tres
Avemarías. No sólo proclamó su amor personal por esta devoción, sino que la
enriqueció con preciosas indulgencias y la recomendó a los Obispos y a los sacerdotes,
pidiéndoles que la divulgasen entre los fieles.
Las Tres Avemarías: El grano de mostaza de devoción
Ahora bien, hay dos errores en que podemos incurrir sobre esta devoción; decir
que es muy poco, o que es demasiado. En nuestro orgullo, podemos verla como una
cosa tan pequeña e insignificante que no merece nuestro tiempo y esfuerzo. Con todo,
ya rezamos tantas oraciones. Recordémonos que había muchos otros que rezaron mucho
más que nosotros, hicieron más penitencias que nosotros, y aún así no perseveraron
hasta el fin. Recordémonos que esta devoción fue recomendada, no sólo por el Santo
Patrón de los Teólogos Morales y de los Confesores, sino que por el propio Doctor de la
Oración mismo, San Alfonso, y también por numerosos Papas. Sí, esta devoción puede
parecer pequeña, pero es pequeña como el grano de mostaza de que Nuestro Señor
habló en los Evangelios.
Si rezamos fielmente las Tres Avemarías, no sólo nos fortaleceremos y
aumentaremos nuestra devoción a la Madre de Dios, sino que recogeremos el más rico
de todos los frutos: la gracia de la perseverancia final y la vida eterna. Las Tres
Avemarías pueden, en verdad, ser llamadas el grano de mostaza de la devoción a
Nuestra Señora y de la salvación.
También es posible que algunos de nosotros nos caigamos en el error opuesto a
pensar que rezando las Tres Avemarías es un esfuerzo demasiado grande. Yo mismo ya
oí esto de algunos amigos míos que fueron cogidos en una vida pecaminosa. La
respuesta a esto es simple: Si tú no consigues hacer una cosa tan pequeña como rezar las
Tres Avemarías, entonces, francamente, tú no mereces el Cielo.
El infierno existe
En resumo: El infierno existe, es una verdad de nuestra Fe católica. Existe si
queremos creer en él, o no. Por lo tanto, nada es más importante que nuestra salvación
eterna. “Quien reza”, dijo San Alfonso, “será salvado; quien no reza será condenado”.
Todas las gracias de Dios vienen a través de María
Todas las gracias nos vienen de Dios, pero por las manos de María. Por eso, es
necesario tener una devoción a María. La devoción de las Tres Avemarías, si sea hecha
con buena voluntad y constancia, obtendrá para nosotros las siguientes gracias:
1. La conservación o recuperación de la gracia santificante,
2. La victoria sobre el vicio de la impureza,
3. La gracia de la perseverancia final.
Den a conocer esta devoción, según sus posibilidades – en el púlpito, en los
boletines parroquiales, en el confesionario – y verán sus frutos por Ustedes propios. No
necesitarán que yo les convenza, verán sus frutos, Ustedes mismos, por sus propias
experiencias. Oigamos esta historia verdadera, que fue contada a uno de nuestros
sacerdotes:
“Tengo setenta y cinco años, Señor Padre, y he tenido muchas
dolores durante mi vida; he estado expuesto a muchos peligros que
otros no vencieron. En mi vejez, tengo la dulce confianza de nunca
haber cometido un solo pecado mortal desde mi Primera Comunión.
En este día inolvidable, que siempre me recuerdo, mi madre me
abrazó contra el pecho por algún tiempo, y después me pidió
prometerle a ella, mi madre terrestre, y a María, mi Madre celestial,
que rezaría fielmente las Tres Avemarías todos los días, de mañana y
a la noche. Prometí, y por la gracia de Dios fui fiel a mi promesa. A la
memoria de mi madre y de mi Primera Comunión, a la protección de
María atribuyo la gran felicidad que acabé de contarles”.
Vayan a Nuestra Señora
Ahora bien, sé que es muy fácil que aquello que dije entre por un oído y salga
por el otro. Es muy fácil comenzar a rezar las Tres Avemarías hoy y desistir de hacerlo
después de dos días. No es así que debe hacerse. Por eso, no estoy diciéndoles ni
pidiéndoles, estoy suplicándoles, a todos y a cada uno de ustedes que aquí están ahora,
no para mí, sino por su salvación eterna; ¡vayan a Nuestra Señora! Ella está
ofreciéndoles una gran gracia. No La rechacen.
Vayan a Ella, y prométanle que rezarán las Tres Avemarías todos los días, de
mañana y a la noche, sin fallar, hasta el fin de sus vidas. Si le prometan esto, Ella les
prometerá el Cielo. No La rechacen.
viernes, 16 de octubre de 2015
Evangelio del día: Los hipócritas se maquillan de buenos San Lucas 12, 1-7
Diálogo introductorio con Jesús
Señor mío, te alabo y te bendigo por este día que me das. Hoy quiero pedirte que toques mi corazón con la fuerza de tu Espíritu y me hagas alguien libre y soñador. No quiero estar apegado a las estructuras estrechas que me dicen que no puedo salir adelante, que no tengo más oportunidades. Tengo que vencer todos esos pensamientos negativos que no me dejan crecer y echar hacia adelante. Confío que en este momento actuarás en mi corazón para que pueda ser cada día un mejor ser humano. No permitas que me conforme con un poco cuando puedo tener más. Dame la capacidad de ver mucho más allá de los límites y captar todas las posibilidades que la vida me da. Te suplico que bendigas a todas las personas con las que me voy a encontrar, permite que sean encuentros de bendición y de crecimiento. Bendice a los que amo y necesitan de Ti. Amén.
--------------------------------------------------
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
“Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo. Se lo repito: A él sí tienen que temerlo.
¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”. Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco
¿Qué hacen los hipócritas? Se maquillan, se maquillan de buenos: ponen cara de estampita, rezan mirando al cielo, se muestran, se consideran más justos que los demás, desprecian a los otros. ´Pero - dicen - yo soy muy católico, porque mi tío ha sido un gran benefactor, mi familia es esta y yo soy... he aprendido... he conocido tal obispo, tal cardenal, tal padre... Yo soy...´. Se consideran mejores que los demás. Esta es la hipocresía. El Señor dice: ´No, eso no´. Nadie es justo por sí mismo. Todos tenemos la necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo.
Por eso debemos acercarnos al Señor. Para no ser cristianos disfrazados, que cuando pasa esta apariencia, se ve la realidad, que no son cristianos. (Homilía en Santa Marta, 18 de marzo de 2014).
Diálogo con Jesús
Mi buen Jesús, sé que me quieres feliz, que me bendices y en todo momento me haces llegar tu amor de distintas maneras, a través de manifestaciones, detalles y gestos en los otros y en las acciones de mi vida misma. No hago más que dar gracias por todo lo que haces en mi vida y por todas las oportunidades que me brindas para ser feliz y hacer feliz a los míos. Te suplico que me ayudes a actuar de manera coherente con la fe, aunque eso signifique que sufra de rechazos y habladurías. Seguirte no es sencillo, Tú mismo lo has advertido y hasta dices que seremos odiados por tu nombre. Somos como ovejas en medio de lobos en esta vida, pero Tú nos consuelas y nos dices que aquel que persevere hasta al final se salvará. Creo en tu promesa, en tu fidelidad y en tu protección, es tu promesa de amor, por ello, confiado en tu Palabra, proclamaré siempre tu nombre y tus obras a donde vayan mis pasos, y es que mi corazón ya no puede contener la alegría de tenerte, de adorarte, de proclamarte. Dame la fuerza y tu poder para vencer los miedos y estar libre de angustias. Guía corazón y mi mente con el Espíritu Santo, esa presencia poderosa contenida en tus tres divinas personas que ilumina nuestras vidas y nos hace ser personas decididas y valientes en la fe. Te amo Jesús, aunque camine por sendas oscuras, no vacilare ni temeré, porque tu fuerza y tu poder están conmigo y me infundes confianza. Amén
Propósito para hoy
Presentarme hoy, y siempre, ante los demás como realmente soy, evitando cualquier tipo de hipocresía por insignificante que pueda parecer.
Reflexionemos juntos esta frase:
"¿Soy fiel a Cristo en la vida cotidiana? ¿Soy capaz de «hacer ver» mi fe, con respeto, pero también con valentía?" (Papa Francisco)
jueves, 15 de octubre de 2015
MODO DE ORAR SEGÚN TERESA DE JESÚS.
Preparado por el Carmelo Joven para la JMJ 2011 en Madrid.
Oración Mental
I. QUÉ ES ORAR
Te invito a algo tan sencillo como vivir la amistad con Jesús y cultivarla en el silencio, en el encuentro personal … en la oración.
Como toda amistad, necesita algunas condiciones para que dure se haga más fuerte. Para llegar a ser orante necesitas cuidar:
Tus relaciones con los demás: respecto, amor, solidaridad, perdón…
Tu relación contigo.
Tu relación con Jesús.
Y algo más: “determinada determinación“. Sólo si comienzas con decisión y entusiasmo, sin importarte las dificultades (que llegarán), con constancia, encontrarás los frutos duraderos de la amistad con Jesús.
II. ANTES DE EMPEZAR
Pasamos al momento concreto de la oración. Si quieres empezar de cualquier modo, puedes encontrar muchas dificultades. Para “ponernos en situación”, te pueden ayudar estas pequeñas pautas:
Busca un ambiente adecuado y silencio.
Prepara un texto del Evangelio, quizá un símbolo, un canto o alguna imagen: te ayudará a fijar la atención en Jesús.
Toma una postura relajada que te ayude a centrarte, a situarte desde dentro.
Poco a poco, toma conciencia de tu respiración, de tu cuerpo, de tu interior para estar en ti sin dispersión..
Centra ahora tu atención en Jesús, en su presencia amorosa en ti y en todo.
III. ENTRANDO EN LA ORACIÓN.
Ahora tienes que encontrar tu propio modo de orar, según tu modo de ser, tu sensibilidad y tu situación. Lo importante está en volvernos a Jesús, contemplarle y penetrar en su misterio con ayuda de su Espíritu.
Te pueden servir estas sugerencias:
Representarlo vivo en tu interior.
Mirarle adentrándote en alguna de las escenas evangélicas.
Contemplar una imagen de Jesús o repetir una frase breve que exprese lo que quieres decirle.
Recitar muy pausadamente el Padre nuestro, su oración, saboreándola.
Es bueno discurrir un rato, profundizar, comprender… pero esto no debe ser el centro del orar. La amistad es cosa del corazón…
IV. MÁS ADENTRO.
El centro de nuestra oración es la persona de Jesús. No importa cómo hayas entrado, la clave está en permanecer a su lado, dejarte mirar, escucharle, acoger su luz para conocerle a Él, penetrar en su misterio desde tu propio corazón y dejarte envolver por su presencia.
“Estate allí, acallado el entendimiento, mira que te mira, acomáñale y habla y pide y regálate con Él. Pídele que aciertes a contentarle siempre, porque de él te ha venido todo bien”
Es tiempo de recibir el don de Dios, de dejarle a Él la iniciativa para obrar, momento también de responder: una palabra, un gesto, un sentimiento, una petición. Sobre todo, tiempo de reconocer y agradecer -¡su amor hace obras grandes!-, tiempo de pedir conocer su voluntad, cómo te sueña Dios en tu vida concreta.
V. ALGO SE MUEVE.
La oración no es un momento, es un camino. Te irá descubriendo poco a poco quién es Jesús, su misterio, sus valores, su propuesta, sus sentimientos y el amor con que te acoge y te busca… Al mismo tiempo, te ayudará a conocerte personalmente de otro modo, quién eres y cómo vives. Mirar a Jesús y mirarte tal y como Dios te ve y te sueña. No descuides esto, aunque no sea lo central, porque sólo así podemos vivir en la verdad. No hay oración sino en la verdad ¡como la amistad!.
También se irá concretando la llamada que Jesús te hace a vivir en libertad interior, la auténtica que da el Evangelio. Sean cuales sean tus circunstancias, te invita a vivir con Él y como Él. Ser orante es vivir el seguimiento de Jesús con todas las consecuencias.
VI. Y ¿DESPUÉS?
Con frecuencia, la oración será tiempo de paz, de alegría interior, de luz… pero no siempre. Tu momento personal, tu situación, el cuestionamiento que encuentras en la oración… hacen que los sentimientos que nacen en la oración sean siempre distintos.
No evalúes por esto tu oración. Lo importante es que se produzca el encuentro, que tu actitud sea de atención amorosa y escucha. Recoge las luces que hayas recibido, agradece la presencia del Señor y su amor, la sientas o no. La oración es cuestión de fe, de tiempo, de constancia… y de compromiso.
Mira hacia fuera ¿acaso no empiezas a verlo todo de otra manera? Los demás, la vida da cada día, lo que sucede en el mundo tiene ya otros colores, colores de esperanza y de amor.
VII. LA HUELLA DE ORAR
La oración deja huella en nuestro interior, “deja dejos”. No se trata de tener muy buenos deseos, ni de hacer eso que llaman “buenos propósitos”. La oración, como la amistad, es sobretodo un DON, un regalo que, acogido desde el corazón, va haciendo crecer algo nuevo, nos cambia. Y eso se nota por fuera, son esos “dejos confirmados con obras”.
Todos los sentimientos que puedan surgir en la oración tienen una importancia relativa. Lo fundamental es que esa obra de Jesús en ti, unida a tu respuesta, se va reflejando en otro modo de estar y actuar en la vida con otros valores, otros criterios, otros sentimientos profundos. Él nos ama sin medida ni condiciones. Amarle no es cosa de palabras bonitas, “sino servir con justicia y fortaleza y humildad”. Buen camino.
miércoles, 14 de octubre de 2015
EL DIABLO EXISTE Y ACTUA
El Papa Francisco te invita a no olvidar que "el diablo existe y actúa" (cf Homilía 4 Sep 2015). Como parte de este mundo, estamos condicionados profundamente por circunstancias, costumbres, pasiones, interrogantes y problemas, que determinan en muchos casos nuestras propias actitudes y poco a poco, determinan nuestras creencias y la posibilidad de perder nuestra fe. Precisamente en nuestras debilidades, flaquezas, desesperanzas, desánimos, frustraciones, tristezas, enojos, rencores, períodos espiritualmente fríos, es cuando las tentaciones negativas son más efectivas.
Gracias a Dios, existen también los ángeles buenos, pero… junto con los ángeles malos o demonios, ambos están presentes en la vida ordinaria y corriente de los hombres, todos los días de nuestra vida. Con su astucia e hipocresía, el demonio fácilmente puede hacerte caer en sus redes, presentándote un panorama ilusorio tan atractivo, ofreciéndote opciones de "felicidad y placer" irresistibles, de tal manera que la propia realidad se ve opaca y aburrida.
Dios no saca a sus hijos del mundo o del mal, sino que les da fuerza para vencerlos. Es por esto que esta página se ofrece como una herramienta a favor de Dios, y un aliado en tu camino contra las tentaciones negativas que el diablo permanentemente te pone al alcance de la mano. Ayuda a otros a conocernos, invita a tus amigos a participar del grupo, de las oraciones, envia mails alentadores en la Fe y comparte las buenas nuevas, todo eso hara que le quites poder al enemigo de nuestra alma. HAGAMOS LIO! COMO DIJO EL PAPA FRANCISCO!
sábado, 10 de octubre de 2015
ORACION A MARIA REINA DE LOS ANGELES
¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad la santas legiones para que, bajo vuestras ordenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.
¿Quién como Dios?
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
martes, 6 de octubre de 2015
ORACION PARA ROMPER LAS ATADURAS DE LOS VICIOS Y SANAR LAS ADICCIONES
Santos ángeles custodios vengan en mi auxilio, corte celestial, vengan en mi ayuda, Iglesia peregrina de la tierra, intercedan por mí
Padre amado, de ti proviene toda bendición en el Cielo y en la tierra
Humildemente Señor yo te pido perdón por mis pecados, me postro ante Ti porque sé que he hecho mucho daño, he hecho mucho daño a mi cuerpo, sé que necesito tu ayuda Señor, sin Ti, yo no puedo, humildemente pido la asistencia de la Virgen María, madre mía, Santa María Virgen ayúdame, ayúdame que estoy desesperado, estoy en un momento terrible de mi vida, hay una adicción fuerte, hay una atadura terrible de la que me siento incapaz de vencer,
Santos ángeles custodios vengan en mi auxilio, corte celestial, vengan en mi ayuda, Iglesia peregrina de la tierra, con el Papa, con los religiosos y religiosas, con todos los laicos comprometidos, almas víctimas y contemplativas, rosarios, coronillas, todas las eucaristías que se celebran, vengan y auxilien mi grito de dolor,
Señor, humildemente yo clamo a tu poderosa presencia porque me siento derrotado, porque estoy triste, porque estoy hecho nada, humildemente yo te pido que sanes mi cuerpo Señor, que sanes mi alma, que sanes las heridas más profunda que hacen que yo me apegue a este vicio terrible. Me siento avergonzado, siento dolor y tristeza en el fondo de mi corazón, siento un miedo terrible, no me siento capaz de nada, siento necesidad de drogarme, de asfixiar mis dolores, y no puedo salir de allí por mis propios medios Señor.
Reconozco ante Ti, Señor de mi vida, toda mi pequeñez, reconozco mi incapacidad, reconozco mi miseria, reconozco el dolor inmenso que tengo en mi corazón y te clamo humildemente Señor, te clamo con todo mi corazón, te clamo con toda mi miseria y con mi adicción, te clamo que sanes el fondo de mi corazón, te clamo que sanes las heridas más profunda que vienen desde el vientre de mi madre, te clamo por aquel dolor profundo por la que ella pudo haber atravesado desde el momento del embarazo, sana señor ese dolor. Mamá, Papá, yo les perdono por todo el dolor que pudieron haber causado a mi corazón durante el embarazo, debido a las angustias y sufrimientos en su relación.
Te pido humildemente Señor, que vengas a sanar lo profundo de mis heridas. Te pido humildemente que vengas con tu Santo Espíritu, con tu Poder, con tu Amor, a sanar todos mis dolores. Ven sobre mis miserias y dolores, reconozco que no puedo sólo, por eso clamo desde mi dolor, que venga tu Santo Espíritu a sanarme.
Ven, oh Santo Espíritu de Dios a cerrar mis heridas. Ven, oh Señor, con tu sangre preciosa a lavar mis errores y culpas.
Humildemente te clamo que vengas Virgen santa, ponme en tu vientre, pon en tu vientre toda mi miseria, mi adicción y todo ese dolor de mi corazón, para que lo sanes, lo restaures con el poder virginal y maternal que Dios te ha concedido.
Gracias señor porque sé que ya estás iniciando ese proceso de sanación de mi adicción. Gracias Señor, porque sé que estás sanando toda esta rabia profunda que me incita a hacerme daño, estás sanando todo este profundo abatimiento, sanándome de toda esta incapacidad de actuar.
Te bendigo y te alabo, Señor mío, te doy gloria Señor, porque eres Tú, el único y poderoso quien me sana y me despojas del hombre viejo.
Santísima Trinidad, tres divinas personas, un sólo Dios, gloria y alabanzas sean a ustedes por siempre en los Cielos y en la Tierra
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
viernes, 2 de octubre de 2015
Evangelio del día. Mt 18, 1-5. 10. Santos Ángeles Custodios.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el reino de los cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño será el más grande en el reino de los cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi nombre me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.
Reflexión:
Hoy es el día de los Ángeles Custodios.
Todos los hombres tenemos un Ángel Custodio asignado por Dios desde el día de nuestro nacimiento, que tiene la misión de cuidarnos, guiarnos y ayudarnos, para que al final alcancemos el Cielo.
Este Ángel conoce muy bien cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros y por eso es muy conveniente dejarnos guiar por él.
Si no invocamos la ayuda de este protector nuestro, entonces perdemos muchas ocasiones de ser socorridos por él, ya que el Ángel Custodio interviene tanto más, cuanto más lo invocamos. Y si no lo invocamos para nada, queda muy limitada su acción sobre nosotros.
Pero también debemos tener bien presente que todos los hombres tienen su Ángel de la Guarda, y por eso es muy conveniente que también recemos a los Ángeles de otras personas, especialmente cuando tenemos que tratar con ellas alguna cuestión importante, o simplemente para que intensifiquen su protección sobre esas personas que tienen a cargo.
Tengamos un trato de amistad con nuestro Ángel, porque está puesto por Dios a nuestro lado para defendernos del Maligno, que constantemente nos tiende trampas, y sin la ayuda eficiente de nuestro Ángel, caeríamos muchas veces en sus redes maléficas.
Pidamos a María Santísima, la Reina de los Ángeles, que nos dé una sincera devoción a los Ángeles Custodios, y especialmente a nuestro propio Ángel, para que se fortalezcan los lazos que nos unen y con su ayuda valiosa alcancemos el Paraíso.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
jueves, 1 de octubre de 2015
PARA MEDITAR: LAS PALABRAS DEL AVE MARIA
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Durante el mes de Octubre, Mes del Rosario, en esta sección, meditaremos cada día un misterio, y así poder "guardar y meditar en nuestro corazón" la Vida de Jesús.
Vamos a meditar las palabras del Ave María, para que al repetirlas disfrutemos mas el Rosario
Dios te salve
Te saludo con todo mi amor
y con toda la alegría de mi corazón.´
Dios te salve, Bendita.
Y bendícenos a nosotros,
los hijos de la Bendita entre todas las mujeres.
Todos tus hijos del mundo,
en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes
te saludan a diario cuando rezan el avemaría.
Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices,
Oh Madre bendita.
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.
Dios te salve…
María
Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias
las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura
los jóvenes, los adultos y los niños,
Tu nombre lo llevan con orgullo santo
millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos de verdad en nuestro mundo
muchas Marías que tengan un corazón
parecido al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos de cristal,
con tus ojos purísimos de paloma,
y llénanos de tu perfumada presencia,
de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María…
Llena eres de gracia
Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios,
de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos,
más que los querubines y serafines.
Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro
son el encanto de tu Dios.
Y el encanto de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría
saber que nuestra madre es tan santa,
tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia,
impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia…
El Señor es contigo
Esta frase de la Biblia
siempre va después del "No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo,
porque te cuidó como a su perla preciosa,
a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas
para que fueras después su Madre santa.
Todo el amor infinito de Dios
cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia
cuidando a la niña más bella,
más santa, más querida.
Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma
y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel
y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en los años de tu embarazo,
dentro de tu seno, haciéndose un niño
por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él.
Fuiste madre, nueva Eva, corredentora.
Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti.
También estuviste Tú con Él,
hasta que murió en el patíbulo
y pasó de los brazos muertos de la cruz
a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad,
santificando a su madre amadísima,
para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo….
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única
de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías,
al menos deben serlo, parecerse a Ti
que eres el modelo preciosísimo
de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal.
Modelo de niña y mujer,
adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas
del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer,
una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios,
y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor,
de santidad y de felicidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres…
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús
Bendita la flor, bendito también el fruto.
Jesús, el amado del Padre
ha nacido de Ti como la rosa del rosal.
La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo,
fruto de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús,
pues Él, además de ser hijo tuyo,
es tu Dios omnipotente,
del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste,
en un gesto de amor único y lleno de misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre,
en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas
en tu corazón, están éstas:
"Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”.
Para nosotros esta sola frase constituye
todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra,
¿qué dificultad nos podrá derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad,
de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo,
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María
Si María es tu nombre,
santa, santísima es tu sobrenombre,
La cualidad que siempre va con tu nombre.
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría
y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín
donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto,
mística rosa, perfumada y más pura
que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura,
Reina bellísima y sencilla campesina
de la entrañable campiña de Nazaret.
Madre de Dios
Te amamos como Madre nuestra
y te veneramos como madre de Dios,
grandeza incomparable que te ennoblece
y nos llena de orgullo santo,
porque nuestra madre es también madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería
una Madre virgen
una virgen santa
una mártir del alma
una criatura llena de gracia
y una humildísima esclava del Señor,
que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo
la máxima grandeza
y la más fina y profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya.
Aceptó ser Hijo de tus entrañas.
Te hizo grande el que todo lo puede
y tú te hiciste pequeña como una esclava
al completo servicio de tu Señor.
Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios
me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.
Ruega por nosotros, pecadores
Somos tus hijos pecadores
Somos hijos pródigos que hemos recorrido
los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora,
antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente,
Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más
el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino,
que se nos ha terminado la alegría y el amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección
cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue
la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores…
Ahora…
El día de hoy,
El día de las oportunidades de santificarnos
o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación.
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma
constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.
Y en la hora de nuestra muerte. Amén.
En ese momento en el que se juega
nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir
un último "Te amo en este mundo”
para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento
no están preparados,
para que si no vivieron en gracia,
mueran en gracia de Dios
y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida
coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón
se arrepintiera el día de su muerte,
consigue esa misma gracia a los pecadores
más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal
para salvarles de las garras de Satanás,
de la eterna condenación.
Ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
El cielo sonrió al Papa: docenas de arcoiris en el cielo de nueva York
Aparecieron una docena arcoiris en el cielo sobre la ciudad de Nueva York, a medida de que el Papa Francisco se dirigía al Central Park
[Nueva York, 26 de septiembre de 2015].- Quizás haya sido una señal del cielo, un anuncio de las gracias de Dios tal vez; pero el hecho es que aparecieron una docena arcoiris en el cielo sobre la ciudad de Nueva York, a medida de que el Papa Francisco se dirigía al Central Park, y en la que, decenas de miles de personas, tuvieron el grato placer, la oportunidad de verlo a él y a este extraño fenómeno antes de que el Santo Padre celebrara la Santa Misa en el Madison Square Garden.
Al elevar la vista al cielo en la ciudad de Nueva York se podrían apreciar las distintas formas de media luna de los arcoiris dibujados sobre el Madison Square Garden y el Parque Central, a pesar de que estaban allí sin lluvia alguna.
Las calles de Nueva York se llenaron de rostros radiantes y miles de simpatizantes y cristianos inundaron las aceras para enviar su amor al Papa Francisco y hacerle sentir una emvotiva bienvenida
Pero no sólo los fieles sonreían, parecía que los cielos estaban sonriendo también al Santo Padre con docenas de arco iris que estában al descubierto.
Para que las personas puedan apreciar en realidad uno desde la tierra, es necesario que haya una capa muy delgada de nubes con un cielo suficientemente brillante como para resaltar los colores sobre el fondo y todo se dio de tal forma que parecía ser un regalo de Dios.
Los arcos fueron vistos por cerca de unas 80.000 personas que estaban apostadas en las calles alrededor de Central Park y el Madison Square.
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Redacción: PildorasdeFe.net
sábado, 26 de septiembre de 2015
LA EXISTENCIA DE LOS ANGELES REVELADA POR DIOS
La existencia de los ángeles revelada por Dios (9.VII.86)
1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador del mundo, no podían concluirse sin dedicar una atención adecuada a un contenido concreto de la revelación divina: la creación de los seres puramente espirituales, que la Sagrada Escritura llama 'ángeles'. Tal creación aparece claramente en los Símbolos de la Fe, especialmente en el Símbolo niceno-constantinopolitano: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas (esto es, entes o seres) 'visibles e invisibles'. Sabemos que el hombre goza, dentro de la creación, de una posición singular: gracias a su cuerpo pertenece al mundo visible, mientras que, por el alma espiritual, que vivifica el cuerpo, se halla casi en el confín entre la creación visible y la invisible. A esta última, según el Credo que la Iglesia profesa a la luz de la Revelación, pertenecen otros seres, puramente espirituales, por consiguiente no propios del mundo visible, aunque están presentes y actuantes en él. Ellos constituyen un mundo específico.
2. Hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría acerca de estos seres espirituales. Es preciso reconocer que, a veces, la confusión es grande, con el consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia respecto a los ángeles cosas que no pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de lado algún aspecto importante de la verdad revelada.La existencia de los seres espirituales que la Sagrada Escritura, habitualmente, llama 'ángeles', era negada ya en tiempos de Cristo por los saduceos (Cfr. Hech 23, 8). La niegan también los materialistas y racionalistas de todos los tiempos. Y sin embargo, como agudamente observa un teólogo moderno, 'si quisiéramos desembarazarnos de los ángeles, se debería revisar radicalmente la misma Sagrada Escritura y con ella toda la historia de la salvación' (.). Toda la Tradición es unánime sobre esta cuestión. El Credo de la Iglesia, en el fondo, es un eco de cuanto Pablo escribe a los Colosenses: 'Porque en El (Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El' (Col 1, 16). O sea, Cristo que, como Hijo-Verbo eterno y consubstancial al Padre, es 'primogénito de toda criatura' (Col 1, 15), está en el centro del universo como razón y quicio de toda la creación, como ya hemos visto en las catequesis precedentes y como todavía veremos cuando hablemos más directamente de El.
3. La referencia al primado de Cristo nos ayuda a comprender que la verdad acerca de la existencia y acción de los ángeles (buenos y malos) no constituyen el contenido central de la Palabra de Dios.En la Revelación, Dios habla en primer lugar 'a los hombres. y pasa con ellos el tiempo para invitarlos y admitirlos a la comunión con El', según leemos en la Cons. 'Dei Verbum' del Conc. Vaticano II (n.2). De este modo 'las profunda verdad, tanto de Dios como de la salvación de los hombres', es el contenido central de la Revelación que 'resplandece ' más plenamente en la persona de Cristo (Cfr. Dei Verbum 2).La verdad sobre los ángeles es, en cierto sentido, 'colateral', y, no obstante, inseparable de la Revelación central que es la existencia, la majestad y la gloria del Creador que brillan en toda la creación ('visible' e 'invisible') y en la acción salvífica de Dios en la historia del hombre. Los ángeles no son, criaturas de primer plano en la realidad de la Revelación, y, sin embargo, pertenecen a ella plenamente, tanto que en algunos momentos les vemos cumplir misiones fundamentales en nombre del mismo Dios.
4. Todo esto que pertenece a la creación entra, según la Revelación, en el misterio de la Providencia Divina. Lo afirma de modo ejemplarmente conciso el Vaticano I, que hemos citado ya muchas veces: 'Todo lo creado Dios lo conserva y lo dirige con su Providencia extendiéndose de un confín al otro con fuerza y gobernando con bondad todas las cosas. "Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus ojos", hasta aquello que tendrá lugar por libre iniciativa de las criaturas'. La Providencia abraza, por tanto, también el mundo de los espíritus puros, que aun más plenamente que los hombres son seres racionales y libres. En la Sagrada Escritura encontramos preciosas indicaciones que les conciernen.Hay la revelación de un drama misterioso, pero real, que afectó a estas criaturas angélicas, sin que nada escapase a la eterna Sabiduría, la cual con fuerza (fortiter) y al mismo tiempo con bondad (suaviter) todo lo lleva al cumplimiento en el reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
5. Reconozcamos ante todo que la Providencia, como amorosa Sabiduría de Dios, se ha manifestado precisamente al crear seres puramente espirituales, por los cuales se expresa mejor la semejanza de Dios en ellos, que supera en mucho todo lo que ha sido creado en el mundo visible junto con el hombre, también él, imborrable imagen de Dios. Dios, que es Espíritu absolutamente perfecto, se refleja sobre todo en los seres espirituales que, por naturaleza, esto es, a causa de su espiritualidad, están mucho más cerca de El que las criaturas materiales y que constituyen casi el 'ambiente' más cercano al Creador.La Sagrada Escritura ofrece un testimonio bastante explícito de esta máxima cercanía a Dios de los ángeles, de los cuales habla, con lenguaje figurado, como del 'trono' de Dios, de sus 'ejércitos', de su 'cielo'. Ella ha inspirado la poesía y el arte de los siglos cristianos que nos presentan a los ángeles como la 'corte de Dios'.
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