En el amanecer de su Triunfo Nuestra Señora trae un mensaje de esperanza y de paz para el mundo; Ella habla de su amor y de su deseo de abrazar a cada uno de nosotros, sus hijos. La Consagración a su Corazón Inmaculado es la respuesta que nosotros hacemos a su llamado del modo más completo y conforme al querer de Dios, de tal manera que seamos unidos universal y católicamente al poner nuestros corazones sin reserva al servicio de su Hijo Nuestro Señor Jesucristo; por medio de este precioso portal del cielo encontraremos que cada uno de nosotros ha sido agraciado con la profundidad y la amplitud de todas sus bendiciones y gracias. Este es el «SI» de una unidad eterna.
Nuestra Señora ha dado estas palabras a cada uno de nosotros personalmente a través de un instrumento escogido por Dios, un alma consagrada a la misión para el Triunfo de su Inmaculado Corazón; en estos mensajes están contenidas las palabras con que Nuestra Señora se expresó, todo lo que Ella ha dado para cada día y que tiene como fin instruirnos personalmente en este tiempo de gracia sobre la urgencia de la consagración por medio de Ella a Jesús. Cada mensaje contiene iluminaciones dadas a través de este instrumento para guiar y dirigir nuestro camino como Nuestra Señora desea hacerlo.
En su GUÍA enseña la razón y el plan de la consagración; en la DIRECCIÓN encontramos los efectos de la consagración y como cumplirlos cada día de nuestras vidas; en la MEDITACIÓN le ofrecemos a Ella nuestros deseos, acciones, peticiones y oraciones a fin de que Ella pueda ayudarnos a convertirnos en todo lo que Dios Padre moldeará en nosotros. El texto de la consagración es un obsequio de Nuestra Señora para que nosotros le ofrezcamos nuestros corazones a su Triunfo.
Nuestra Señora desea ardientemente ayudarnos a darnos cuenta de nuestra propia importancia en este plan divino; Ella nos llama su «corte», el resto del rebaño, esos que serán reconocidos por marcas específicas.
«Tú conocerás el resto de mi rebaño por estas características: Devoción a mi Corazón Inmaculado, porque Dios ha pedido que se le rinda honor honrándome a mí; fidelidad a vuestro Santo Padre, Él es el Vicario de Cristo, el representante divino entre ustedes, el verdadero pastor de la verdadera Iglesia; gran reverencia a la presencia de mi Hijo en la Santa Eucaristía; Él diseñará sus almas cuando estén delante del Santísimo Sacramento. Estas tres marcas son las que representarán a mi rebaño reunido para realizar mi contribución al plan completo de salvación».
La Madre de Dios viene para guiarnos de la mano en la santificación de las almas, en la preparación de nuestros corazones para ser presentados a Jesús; lo único que Ella pide de nosotros es un corazón abierto. Mientras se hace la preparación para el Acto de Consagración hay que tener presente que se está cumpliendo el deseo de Dios Padre, es un acto; promesa que será renovada diariamente, y no simplemente palabras que se recitan.
Vivir la consagración requiere el sacrificio de la propia voluntad para que su voluntad sea cumplida en nosotros; se nos pide ser santos, ser los faros de Cristo en el camino de santificación; por medio del Inmaculado Corazón de María somos reunidos y formados para ofrecer al mundo el ejemplo de esta respuesta a su llamada: El Triunfo de su Sagrado Corazón, es por este motivo que esta consagración implica un compromiso.
Nuestra Señora aparece bajo el título de «Vuestra Santa Madre de las Virtudes», porque es el Oeste el que más necesita de virtud.
Hemos olvidado las consecuencias del pecado; hoy corre exuberantemente un estadio de tibieza, indecisión, rebelión y apostasía en muchos corazones. Con tantas ilusiones y oscuridad de Satanás en el mundo la Santísima Virgen es enviada a nosotros por Dios para guiar nuestras almas fuera de tanta frialdad y oscuridad; Ella viene para ofrecer un plan de esperanza y para atraer otra vez el fuego del amor sagrado a nuestros corazones.
Es una Madre tierna que llama con dulzura y afecto a sus hijos y les recuerda que son amados cariñosamente por Dios, a la espera de cada uno de nosotros, hasta la última oveja, con los brazos abiertos llenos de misericordia y perdón.
En nuestra consagración recibimos el cumplimiento de la promesa de Paz; paz dentro de nuestros corazones, paz en nuestros hogares y paz en el mundo entero; preparemos nuestros corazones para este camino de gracia divina, respondamos con verdadera convicción, compromiso y con un foco central: el Triunfo de su Inmaculado Corazón. ¡Ave María!.
«Mis queridos Ángeles: vengo otra vez para pedir sus oraciones, rueguen con el corazón en cada oración, les digo que recuerden siempre que El Padre nos está escuchando todo el tiempo. Yo sé, queridos hijos que sus corazones no desean hacer una oración de prisa ni demostrar falta de sinceridad en sus palabras hacia Él. Yo les aseguro que sus oraciones son mi vía para traer paz al mundo; por medio de sus esfuerzos la paz puede descender a la tierra, paz en sus corazones, paz en sus familias y en sus patrias. La decisión es de ustedes; yo vengo para decirles mis ángeles, que ustedes tienen el gran poder de realizar todo si ponen a Dios por medio; yo les otorgaré todo lo que sus corazones pidan a través de la oración».
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