domingo, 2 de octubre de 2016

Mensaje sobre el Santo Rosario




Madre de Dios.

La Santísima Trinidad reveló la primera parte. Santa Isabel –iluminada por el Espíritu Santo– añadió la segunda. Y la Iglesia –en el primer concilio de Efeso, celebrado en 430– sugirió la conclusión, después de condenar el error de Nestorio y definir que la Santísima Virgen es verdaderamente Madre de Dios. El concilio ordenó que se invocase a la Santísima Virgen bajo este glorioso título con estas palabras: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

(De “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort)

Comentario:

Este título de la Virgen: “Madre de Dios”, es el título por el que le llegan a María todas las demás excelencias. No es de extrañar que este título sea tan atacado por los herejes, y por el mismo demonio, casi tanto como la virginidad perpetua de María, pues con el título de Madre de Dios, la Iglesia dice que María es sólo inferior a Dios, que en cierta manera Dios se le somete como Hijo suyo, y que la Virgen es la Omnipotencia suplicante, y que todo lo que Dios hace por naturaleza, María también lo hace por gracia.

Cosas grandiosas se deducen de que María es la Madre de Dios, y por eso los malos quieren borrar este título de la Virgen. Pero los católicos, lo repetimos muchas veces en el rezo del Rosario, al cual el enemigo le teme profundamente.

Recemos mucho el Rosario y tendremos a esta Madre de Dios, pero también Madre nuestra, con nosotros, y nada malo nos podrá suceder, porque si Dios nos puede proteger, y mucho; María nos protege como lo hace Dios, pero además, nos protege como madre, porque una madre sabe dar lo mejor a sus hijos.

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