Señor mío, no hay sitio más agradable que sentir de cerca tu compañía y saber todo lo bueno que tienes preparado para mí, porque me amas y me quieres feliz. Te entrego mi corazón, ¡purifícalo y lávalo con tu sangre preciosa!. Ayúdame a experimentar la gracia del perdón y a liberarme de todo aquello que me mantiene en los terrenos de la amargura. Creo en tu amor que sana, libera y que siempre das nuevas oportunidades para corregir y restaurar lazos de amor. Te ruego que tu bendición y tu amor no me falten en este día. Gracias por hacerme feliz y por las grandes oportunidades que hoy me darás para crecer. Amén
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