domingo, 14 de diciembre de 2014

NOVENA DE NAVIDAD AL NIÑO JESÚS COMIENZA EL 16/12/14

Novena al Divino Niño Jesús
(Del 16 al 24 de diciembre)



Por la señal de la Santa Cruz...
Acto de Contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita misericordia y bondad, quiero hacer esta novena para presentarte con sencillez mis necesidades espirituales y materiales.
Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial, en actitud confiada de adoración, alabanza, gratitud y petición. Así quiero que sea mi oración, especialmente en estos días de la novena.
Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; Tú pediste por las necesidades de los hombres. Hoy te presento mis propias necesidades. Me acojo también a la intercesión de María, Madre tuya y también mi madre, para que, como Ella, me des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad. Amén.

CONSIDERACIÓN PARA CADA DÍA:
(DÍA CORRESPONDIENTE A LA NOVENA)
OREMOS
Haz Señor,
que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo
en la humildad de su Encarnación,
y confesar su omnipotencia
en la debilidad de su infancia,
para que, siguiéndolo con sencillez de corazón,
acojamos como niños tu Reino,
y consigamos el premio prometido a los humildes.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que por ser Dios, vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades.
Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.


CONSIDERACIONES PARA CADA DÍA DE LA NOVENA:
DÍA PRIMERO:
EL AMOR DEL NIÑO JESÚS A SU PADRE CELESTIAL
"...y se oyó del cielo esta voz: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo puestas todas mis delicias". (Lc. 3, 22)
El amor con el cual el Niño Jesús ama a Dios su Padre, es el amor más ardiente, el más puro, el más perfecto; un amor superior a todo lo que podemos imaginar.
Él ama plenamente. Lo ama constantemente y sin interrupción. Todo lo que ama, no lo ama sino por su Padre.
Éste es, pues, el amor con el cual debo conformar el mío.
¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Sólo Tú amas al Padre de los cielos con un amor infinito; pero con tu ayuda, quiero de aquí en adelante, amarlo con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Amén.

DÍA SEGUNDO:
CELO DEL NIÑO JESÚS POR LA GLORIA DE DIOS
...Y el Niño Jesús les dijo: ¿No sabían que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre? (Lc. 2, 49)
Ninguna criatura ha deseado jamás con más ardor alguna cosa, como deseó el Niño Jesús glorificar a su Padre Celestial. Jesús vivió y se esforzó desde su más tierna edad, en hacerlo conocer, adorar, servir y amar; esta gloria era el único objeto de sus anhelos. Por ello, a la edad de doce años, se quedó en el templo de Jerusalén, dialogando con los maestros de la Ley, sin que lo supieran sus padres.
¡Oh, mi querido Niño Jesús! Enciende en mi alma ese fuego divino; destruye de mi corazón el amor propio y de todo lo que no sea Dios o a Dios no se refiera, y que sólo conserve afectos para lo que puede serle agradable y procurarle gloria y amor. Amén.

DÍA TERCERO:
AMOR DEL NIÑO JESÚS A SU MADRE SANTÍSIMA
"María conservaba todas estas cosas dentro de sí, meditándolas en su corazón". (Lc. 2, 19).
Después del amor a su eterno Padre, es María, su Madre, el más ardiente y tierno amor del Niño Jesús, el dulce objeto de sus eternas complacencias. Ella es la virginal doncella que desde siempre eligió para madre suya, colmada desde el primer instante de su ser natural con la plenitud de todos sus dones y gracias divinas. Es la "llena de gracia", porque está llamada a ser la Madre purísima del Verbo Encarnado. Por tanto, si queremos agradar al Divino Niño Jesús, amemos y honremos a María.
¡Oh mi amado Jesús Niño! graba en mi alma la semejanza con tu querida Madre, y concédeme la gracia de encomendarme siempre a Ella y de amarla con los mismos sentimientos filiales de tu divino corazón. Amén.

DÍA CUARTO:
AMOR DEL NIÑO JESÚS A SAN JOSÉ, SU PADRE ADOPTIVO
"...Y vino a Nazaret: y les estaba sujeto". (Lc. 2, 51).
Ciertamente que el esposo de María no era el padre natural de Jesús sino la sombra en la tierra de su Padre Celestial. Por ello, el Niño Jesús le profesó a José respeto, veneración y un filial amor.
Amor que se manifestó especialmente en la obediencia. El Evangelio nos cuenta que "les estaba sujeto". Con eso lo dice todo. Durante toda su vida oculta, Jesús es conocido como "el hijo del carpintero". El ayudante capaz y laborioso en el taller de Nazaret, el hijo sumiso a las enseñanzas y normas de su padre legal, a quien llamó con el dulce nombre de papá.
En su infancia, José fue todo para Jesús: su guardián y custodio, pues, recién nacido, lo sabrá defender de Herodes y sus secuaces. Luego será su guía y maestro que lo inicia en la vida religiosa y social de Israel, que le enseña a leer las Sagradas Escrituras.
José, como todo padre judío, supo enseñar a Jesús, desde muy niño, a orar con los salmos, como lo hacían todos los niños israelitas; con paciencia paternal lo fue introduciendo en los usos, costumbres y tradiciones del pueblo de Israel.
Jesús supo retribuirle con inmenso amor y gratitud todos sus cuidados solícitos y estuvo junto a José "sometido a su autoridad paternal hasta que el Santo Patriarca tuvo la dicha de morir en los brazos de Jesús y María.
¡Oh mi adorable Niño Jesús! Regálame la gracia de amar intensamente a San José, el árbol que no dio fruto, pero sí la sombra que te cobijó en la tierra y ahora lo glorificas en el cielo. Que yo también tenga la gracia de pasar de este mundo a la eternidad, asistido por Ti y tu Madre Santísima.

DÍA QUINTO:
AMOR DEL NIÑO JESÚS PARA CON LOS HOMBRES
Dice Jesús: "Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros". (Jn. 13, 34).
Todas las acciones del Niño Jesús cuando vivía en Nazaret con su Santísima Madre y el patriarca San José, tuvieron por principio, después de la gloria de su Padre, el amor universal, el amor a los hombres.
En efecto, este amor fue el que lo obligó a dejar su gloria para revestirse de nuestra pobre y mortal naturaleza, y llevar una vida oscura, sometida a extrema pobreza y a toda clase de privaciones, fatigas y persecuciones, hasta morir en una cruz, y todo lo aceptó y sufrió con gusto para hacernos eternamente felices.
¡Oh mi adorable Niño Jesús! Tan amante y tan poco amado... Perdona mis olvidos y los del mundo ingrato que no piensa en Ti. Tu corazón dulcísimo que tanto ha amado a los hombres, sólo ha recibido de ellos ofensas e ingratitudes. Por este corazón herido por nuestros pecados, haz que en adelante no tenga corazón sino para amarte a Ti que eres mi único y sumo Bien. Amén.

DÍA SEXTO:
SUMISIÓN DEL NIÑO JESÚS A LA VOLUNTAD DEL PADRE CELESTIAL
Dice Jesús: "Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre que me ha enviado hasta llevar a cabo su obra de salvación". (Jn. 4, 34).
El Niño Jesús no tuvo jamás otro anhelo que el de cumplir la voluntad de Dios su Padre; a Él ofreció el sacrificio de su corazón, rendido en todo a sus órdenes, y el sacrificio fue cumplido perfectamente hasta exhalar, por obediencia, el último aliento sobre la cruz.
El Niño Jesús llamaba su alimento la obediencia a la voluntad del que lo había enviado.
¡Oh amabilísimo Niño Jesús, que eres la santidad y la bondad misma! Te amo, y quiero constantemente estar unido a Ti. Deseo con todo mi corazón que tu santísima voluntad se cumpla en mí, en todos los instantes de mi vida. Amén.

DÍA SÉPTIMO:
EL AMOR DEL NIÑO JESÚS AL SUFRIMIENTO
Jesús le dijo: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". (Mt. 8, 20).
El Niño Jesús, a quien se debe todo honor y amor en sumo grado, como el Unigénito del Padre que es, el Dios de la gloria, la inocencia y santidad misma, y que viniendo a la tierra pudo haber escogido una manera de vivir más feliz, según el mundo, con todo eso escogió para cuna un pesebre. Fue tan pobre mientras vivió que, en palabras suyas, "no tuvo dónde reclinar la cabeza"; toda su vida fue cruz y martirio perpetuo hasta morir entre las ignominias y los más crueles tormentos. Pero, el pensar que sus penas nos salvarían, le hizo no sólo soportable sino amable el padecer.
¡Oh amabilísimo Niño Jesús!, quiero por tu amor tener mi corazón dispuesto a hacer todos los sacrificios que exijas de mí, sabiendo que esos sacrificios me purificarán el corazón y me acercarán a Ti. Jesús, mi dulce amor, hiere e inflama mi corazón para que siempre arda de amor por Ti.

DÍA OCTAVO:
HUMILDAD DEL NIÑO JESÚS
Entonces dijo Jesús: "...aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". (Mt. 11, 29).
El Niño Jesús fue humilde de corazón. Humilde en su nacimiento, humilde en su infancia, humilde en toda su vida, no queriendo ser reconocido sino como el hijo de un sencillo artesano, "el hijo del carpintero". Más tarde, cargado de oprobios delante de los tribunales de Jerusalén, rodeado de verdugos y calumniadores, no permitió a su corazón el más ligero desahogo.
¡Oh Santísimo Niño Jesús, mi único Modelo, manso y humilde de corazón! Dadme la gracia para que, a ejemplo tuyo, sea también manso y humilde de corazón en todas las penas, enfermedades y contrariedades que en adelante me sobrevengan. Amén.

DÍA NOVENO:
BONDAD Y DULZURA DEL NIÑO JESÚS
"El Niño Jesús crecía y se fortalecía; estaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él". (Lc. 2, 40).
"Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres". (Lc. 2, 52).
La bondad y dulzura fueron siempre las principales características del Divino Niño. ¡Con qué encantadora bondad y dulzura recibió a los pastores en la gruta de Belén, y a los magos... y más tarde en Nazaret, era tan atractiva la celestial irradiación de su bondad y la celestial dulzura de su hermoso rostro y divina mirada, que cautivaba a cuantos le conocían, los cuales llenos de confianza y admiración se decían unos a otros: "Vayamos a ver al hijo de José y María".
Adorable Niño Jesús, mi único tesoro... dígnate, dulce Bien mío, derramar sobre mi corazón, con la unción de tu gracia, la dulzura y bondad de tus sentimientos divinos, y por los méritos infinitos de tu Santa Infancia, regálame la gracia de un día contemplar tu hermoso Rostro en el cielo. Amén.

viernes, 28 de noviembre de 2014

QUERIDO ANGEL


Querido Ángel perdóname por haberte dejado tanto tiempo solo. Nunca tuve demasiado tiempo para ti, muchas veces dudé de tu existencia y no quise escuchar tus susurros para advertirme de los peligros que podía haber evitado. Hoy al evocar mi vida veo que siempre estuviste cerca de mi, levantándome y dándome aliento y fuerzas para continuar el camino. A partir de hoy deseo ser tu amigo, estrechar nuestra relación, acercarme a ti para poder recibir esas bendiciones que tienes para mi. Me dejaré conducir
dócilmente por tus sabios consejos, no quiero más estar sin tí, te necesito, abre tus alas y ven a mi. 
LILIANA VIEYRA TANGUY

domingo, 28 de septiembre de 2014

SAGRADO CORAZON DE MARIA



ORACION AL SAGRADO CORAZON

Sagrado Corazón de Jesús 
porque soy débil, te pido guíes mis pasos 
ampárame y bendíceme. 
Bendito seas Señor 
porque en tu Corazón está la salvación. 
Obra en mí según tu Voluntad. 
Amén.

domingo, 15 de junio de 2014

LA SANTÍSIMA TRINIDAD



Tanto amó Dios
Juan 3, 16-18. Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo A. Es el misterio del amor de Dios; del amor más puro y más hermoso del universo.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
Oración preparatoria
Santísima Trinidad, soy todo tuyo y me postro ante tu presencia en esta oración. Yo sé que Tú me ayudas en todo momento y que siempre cuento contigo. Nunca me dejes solo, pues sin Ti no soy nada.
Petición
Santísima Trinidad, ayúdame a vivir de acuerdo con mi identidad cristiana y a llevar a los demás hacia Ti, con mi testimonio de vida.
Meditación del Papa Francisco
Cristo se dirige al hombre en su integridad y no desea que nadie se pierda. "Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él". Lo hace sin forzar, sin obligar a nadie a abrirle las puertas de su corazón y de su mente. "El primero entre ustedes pórtese como el menor, y el que gobierna, como el que sirve" –dice Jesucristo–,"yo estoy en medio de ustedes como el que sirve". Así pues, toda actividad debe distinguirse por una actitud de servicio a las personas, especialmente a las más lejanas y desconocidas. El servicio es el alma de esa fraternidad que edifica la paz.
Que María, la Madre de Jesús, nos ayude a comprender y a vivir cada día la fraternidad que brota del corazón de su Hijo, para llevar paz a todos los hombres en esta querida tierra nuestra. (S.S. Francisco, conclusión del mensaje para la XLVII Jornada mundial de la paz 2014).
Reflexión
Muchas veces, cuando no entendemos alguna cosa, un poco en plan de broma decimos que "es más oscuro que el misterio de la Santísima Trinidad". Y, sin embargo, nada es más cercano a nuestra vida cristiana que este maravilloso dogma. Cuantas veces nos persignamos a lo largo del día, invocamos el nombre bendito de la Trinidad. ¿Y qué otra cosa decimos, sino: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Además, cada vez que rezamos el Gloria, hacemos un acto de adoración y de glorificación a la Trinidad Santísima: "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo". Pero, tal vez no somos muy conscientes de este misterio. Sabemos que Dios es Uno y Trino a la vez, pero no mucho más...
El verdadero amor, el amor más bello, más hermoso y noble es el amor puro y casto, el amor que sabe olvidarse de sí mismo y renunciar al propio egoísmo, al propio capricho y al placer desordenado para pensar en el bien y en la felicidad auténtica de la persona amada.
Desafortunadamente la sociedad está muy secularizada estamos bombardeados de hedonismo, de sexo y de erotismo... ¡Da una pena enorme ver a tantos jóvenes, en la flor de la vida, ya con ideas erróneas sobre el amor y con comportamientos a veces tan desviados! Por eso hay que proponerle a los jovenes estas ideas para tratar de sembrar así en su corazón valores nobles y sentimientos generosos. Y como los jóvenes aman lo bello y lo grande, responden a estos ideales de un modo positivo.
Pues la Santísima Trinidad es el misterio del amor de Dios; del amor más puro y más hermoso del universo. Más aún, es la revelación de un Dios que es el Amor en Persona, según la maravillosa definición que nos hizo san Juan: "Dios es Amor" (I Jn 4, 8). Siempre que nos habla de Sí mismo, se expresa con el lenguaje bello del amor humano. Todo el Antiguo y el Nuevo Testamento son testigos de ello. Dios se compara al amor de un padre bueno y a la ternura de la más dulce de las madres; al amor de un esposo tierno y fiel, de un amigo o de un hermano. Y en el Evangelio, Jesús nos revela a un Padre infinitamente cariñoso y misericordioso: ¡Con qué tonos tan estupendos nos habló siempre de Él! El Buen Pastor que carga en sus hombros a la oveja perdida; el Padre bueno que hace salir su sol sobre justos e injustos, que viste de esplendor a las flores del campo y alimenta a los pajarillos del cielo; el Rey que da a su hijo único y lo entrega a la muerte por salvar a su pueblo; o esa maravillosa parábola del hijo pródigo, que nos revela más bien al Padre de las misericordias, "al padre con corazón de madre" –como ha escrito un autor contemporáneo–, con entrañas de ternura y delicadeza infinita.
Éste es el misterio del amor más bello, el misterio de la Santísima Trinidad: las tres Personas divinas que viven en esa unión íntima e infinita de amor; un amor que es comunión y que se difunde hacia nosotros como donación de todo su Ser. Y porque nos ama, busca hacernos partícipes de su misma vida divina: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada" (Jn 14, 23). Y también porque nos ama, busca el bien supremo de nuestra alma: la salvación eterna. ¡Éste es el núcleo del misterio trinitario!
Ojalá que todas las veces que nos persignemos y digamos: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, lo hagamos con más atención, nos acordemos de que Dios es Amor y de que nos ama infinitamente; agradezcamos ese amor y vivamos llenos de confianza, de alegría y de felicidad al sabernos sus hijos muy amados. Y, en consecuencia, tratemos de dar a conocer también a los demás este amor de Dios a través de la caridad hacia nuestros prójimos: “Todo el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es Amor”.

domingo, 8 de junio de 2014

QUE ES PENTECOSTES?

¿Qué es Pentecostés?
Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).
PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...
La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.
Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Culminar con una vigilia:
Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.
Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.
Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.
En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.
Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.
No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.
Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

lunes, 2 de junio de 2014

Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo


1. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don de la SABIDURÍA, que dándonos a conocer la verdadera dicha, nos separe de las cosas del mundo y nos haga gustar y amar los bienes celestiales.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

2. Venid, os Espíritu Santo, y concedednos el don del ENTENDIMIENTO, para que más fácilmente conozcamos y penetremos las verdades y misterios de nuestra Santa Religión.

Gloria al Padre, etcétera.

3. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don del CONSEJO, que nos haga elegir en todo momento lo que contribuya más a la gloria de Dios y a nuestra propia santificación.

Gloria al Padre, etcétera.

4. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don de la FORTALEZA, que haciéndonos superar todos los obstáculos que se oponen a nuestra salvación, nos una tan íntimamente a Dios nuestro Señor que nada, ni nadie, pueda separarnos de Él.

Gloria al Padre, etcétera.

5. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don de la CIENCIA, que nos dé el perfecto conocimiento de Dios y de nosotros mismos y de los medios que debemos poner en práctica y los peligros que debemos evitar para llegar al cielo.

Gloria al Padre, etcétera.

6. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don de la PIEDAD, que nos conduzca a cumplir con facilidad todo lo que sea del servicio de Dios y nos haga encontrar siempre dulce y ligero el yugo del Señor.

Gloria al Padre, etcétera.

7. Venid, oh Espíritu Santo, y concedednos el don del TEMOR DE DIOS, que nos haga evitar con el mayor cuidado en todos los instantes de nuestra vida, todo lo que pueda desagradar a nuestro Padre Celestial.

Gloria al Padre, etcétera.

Venid, oh Santo Espíritu Consolador, Padre de los pobres, dulce Esposo y suave refrigerio de las almas; venid y enriquecednos con las misericordias de vuestros siete dones, y danos con ellos vuestros preciosos frutos, a fin de que con vuestra divina asistencia guardemos puro nuestro corazón en la tierra y merezcamos después ver a Dios eternamente en el cielo. Así os lo pedimos por Cristo Señor nuestro que con Vos y el Eterno Padre vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

domingo, 20 de abril de 2014

CRISTO RESUCITÓ ¡ALELUYA!


Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza,
a gloria de la víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva;
a Dios y a los culpables
unió con Nueva Alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla, y,
muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua".
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en Tí no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén, Aleluya.

martes, 1 de abril de 2014

ESTAMOS EN UNA ÉPOCA MUY ESPECIAL RECONCILIÉMONOS CON NUESTRO PADRE CELESTIAL


Pasos para una buena confesión
Estos pasos expresan simplemente un camino hacia la conversión.


La Iglesia nos propone cinco pasos a seguir para hacer una buena confesión y aprovechar así al máximo las gracias de este maravilloso sacramento.

Estos pasos expresan simplemente un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros.

1. Examen de Conciencia.
Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños. Puedes ayudarte de una guía para hacerlo bien.

2. Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.

3. Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.

4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.

5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.

miércoles, 12 de marzo de 2014

CONSAGRACIÓN A MARÍA




"Hoy quiero expresaros mi gratitud maternal por haber acogido la invitación a consagraros a mi Corazón Inmaculado.
En gran número habéis respondido de todas las partes del mundo. Seguid respondiéndome con generosidad y dejaos conducir por Mí al seguro refugio, que mi amor maternal ha preparado para vosotros.
En estos tiempos, todos necesitáis correr al refugio seguro de mi Corazón Inmaculado, porque graves peligros de males os amenazan.
Son ante todo males de orden espiritual, que pueden dañar la vida sobrenatural de vuestras almas.
El pecado se extiende como la peor y más perniciosa de las epidemias, y lleva a todas partes la enfermedad y la muerte a muchísimas almas. Si vivís habitualmente en pecado mortal, estáis espiritualmente muertos; y si llegáis al término de vuestra existencia en ese estado, os aguarda la muerte eterna en el infierno.
El infierno existe, es eterno, y hoy muchos corren el peligro de caer en él, por estar contagiados por esa enfermedad mortal.
Hay males de orden físico, como enfermedades, desgracias, accidentes, sequías, terremotos, males incurables que se propagan. También en esto que sucede en el orden natural, ved una señal de aviso para vosotros.
Debéis ver en todo una señal de la Justicia Divina, que no puede dejar impunes los innumerables delitos que se cometen cada día.
Hay males de orden social, como la división y el odio, el hambre y la pobreza, la explotación y la esclavitud, la violencia, el terrorismo y la guerra.
Para protegeros de todos estos males, os invito a guareceros en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado.
Pero en estos tiempos, tenéis necesidad, sobre todo de ser defendidos de las terribles asechanzas de mi Adversario, que ha logrado instaurar su reino en el mundo.
Es el reino que se opone a Cristo, el reino del Anticristo. En el último período de vuestro siglo su reino llegará a la cumbre de su fuerza, de su poder, de su gran seducción.
Se acerca la hora en la que el hombre inicuo, que se quiere poner en el puesto de Dios, para hacerse adorar él mismo como Dios, se manifestará con todo su poder.
Bajo el flagelo sangriento de esta terrible prueba, ¿cómo podréis evitar la dispersión y el abatimiento y permanecer fuertes en la fe y fieles sólo a Jesús y al Evangelio?
Mi Corazón Inmaculado será vuestra defensa fortísima, el escudo de protección, que os salvará a todos de los ataques de mi Adversario.
Pero hoy tenéis especial necesidad de ser consolados.
¿A quién podréis recurrir, en los dolorosos momentos que os aguardan, cuando llegue al culmen la gran apostasía y la humanidad llegue al vértice máximo de la negación de Dios y de la rebelión, de la iniquidad y de la discordia, del odio y de la destrucción, de la maldad y de la impiedad?
¡En mi Corazón Inmaculado seréis consolados!
Por esto os repito hoy a cada uno de vosotros lo que dije en Fátima a mi hija Sor Lucía: -Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino seguro que te conducirá a Dios.
En este día, en que la Iglesia me venera de modo particular, deseo que mi Corazón Inmaculado se muestre como el áncora de salvación para todos".
(Mensaje de la Virgen al Padre Gobbi)

PROMESAS DE MARIA AL CONSAGRADO
(María del Rosario de San Nicolás – Argentina)

Este Mensaje enuncia lo que podríamos llamar la gran promesa de María:
- Esto digo a mis hijos de todo el universo: Volcaos a Mi Corazón y desde allí viviréis con toda docilidad al Señor.
Desde Mi Corazón lo amaréis; desde Mi Corazón, lograréis fidelidad hacia Él; desde Mi Corazón llegaréis a su Sagrado Corazón.
Gloria al Todopoderoso. (M. 1369)
- María promete liberar al Consagrado del demonio y le garantiza la vida eterna:
(M, 275): A todos mis hijos que se Consagren a vuestra Madre, os digo: Mi Corazón recibe gozoso esa entrega, ese amor que ofrecéis porque son almas que se salvan de las garras del mal mereciendo la Gloria Eterna, la Gloria del Señor.
- María promete la libertad interior, el crecimiento y la renovación espiritual, su Corazón de Madre y el amor total a Jesús:
(M. 939): La Consagración no quita la libertad del cristiano, no lo anula, sino que lo hace crecer interiormente, hace que el espíritu se renueve día a día, se introduzca en Mi Corazón y se alimente completamente de Él. De esta manera se llega a amar a Jesús en forma total, sólo por medio de Mi Corazón.
Mi Corazón da y exige, más no exige lo imposible.
- María ofrece al Consagrado el vínculo que lo une a Su Corazón y una particular atención:
(M, 973): Que la Consagración, sea el vínculo que una vuestro corazón con el Mío.
Cada hijo necesita una particular atención de la Madre.
- María asegura que el Consagrado fiel jamás será abandonado por Dios:
(M.1042): Deben obrar de manera que Dios, siempre habite en ellos y no se verán por Él, jamás abandonados.
- María se compromete a conducir al Consagrado por el camino de la fidelidad al Señor.
(M. 1 223): Quieran mis hijos, ser totalmente Míos; eso hará que sean fieles al Señor, porque Yo, los conduciré a Él.
-María se ofrece a sus hijos como auxilio y protección y ofreciendo al humilde introducirlo en Su Corazón.
(M. 1242): Como Auxilio de los Cristianos, quiero rescatar a mis hijos, pidiéndoles la conversión y luego la Consagración a Mi Corazón de Madre.
Yo les digo: Responderé a vuestra Consagración con Mi Protección, es decir, os defenderé de toda adversión.
Haceos pequeños e interiormente humildes y entraréis en Mi Corazón.
-María promete ser para sus hijos refugio y consuelo y los conducirá con especial ternura:
(M.1305): En la Consagración, el hijo se entrega a la Madre y
Ella a su vez, será su Refugio y su Consuelo, porque es el Arca, donde los hijos depositan el corazón.
Responded a Mi llamado, responded a Mi pedido, veréis que tiernamente seréis conducidos por Mí.
El texto de Jeremías 24,7 señala: “Les daré un corazón para que me conozcan a Mí, que soy el Señor. Ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios, porque volverán a Mí de todo corazón”.
Y agrega el mensaje en su parte final:
(M. 1337): “Benditos sean mis hijos por Consagrar su corazón a María”.
“La Consagración irá directamente al corazón de María y Ella hace promesas concretas de unión con su Hijo a quien se dirige con amor y con la oración constante del Rosario”.
(M. 1426): Esa Consagración, que no requiere papeles ni fórmulas, porque esa Consagración irá directamente a Mi Corazón: será única y exclusivamente para Mi Corazón y será recibida por Mi Corazón.
Debéis tener amor y devoción a María; oración constante del Santo Rosario y participación diaria en la Santa Eucaristía.
En el amor a la Madre, hallaréis al Amor del Hijo; en la oración a la Madre, estaréis en unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo.
El mensaje nos invita a pertenecer a la Madre Y al Hijo, y la luz de María quitará toda oscuridad en el camino:
(M. 1534): Deben saber mis hijos, que los llamo a la Consagración, porque siendo Consagrados a Mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo.
Mi Luz quitará toda oscuridad y ayudará a mis hijos, a caminar el Camino que el Señor, ha establecido.
 QUIENES DESEEN RECIBIR EL LIBRO CON LA PREPARACIÓN Y LA CONSAGRACION MARIANA ENVIEN UN MENSAJE PRIVADO POR FAVOR QUE LES ENVIARÉ A LA BREVEDAD. LILIANA VIEYRA TANGUY

“¡Oh Madre! Quiero Consagrarme a Ti.
Virgen María hoy Consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida,
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén”.

lunes, 24 de febrero de 2014

LA VIRGEN DE LA SONRISA




Especialmente destinada para ayudar a rezar a quienes se sienten afligidos y agobiados por tristeza, depresión o alguna enfermedad física, emocional o espiritual o para interceder por quienes las que padecen.

“También la pobre Teresita, al no encontrar ninguna ayuda en la tierra, se había vuelto hacia su Madre del cielo, suplicándole con toda su alma que tuviese por fin piedad de ella...

De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa , tan hermosa , que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la encantadora sonrisa de la Santísima Virgen.

En aquel momento, todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de pura alegría... ¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído! ¡Qué feliz soy...!”

(Santa Teresita del Niño Jesús. Historia de un alma, III )

NOVENA A LA VIRGEN DE LA SONRISA

TODOS LOS DÍAS

(Se toma conciencia de la presencia de Dios, ante quien siempre estamos,
en quien somos y por quien vivimos,
haciendo con calma y fe la señal de la cruz)
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”
ORACION INICIAL PARA CADA DIA

Virgen de la sonrisa, Madre de la alegría.
Vengo a ponerme delante de tus ojos buenos.
Necesito esa luz de tus ojos serenos y esa esperanza de tu rostro amable.
Te doy gracias María, porque estás a mi lado en todos los momentos.
Cuando sufro, tengo tu alivio. Cuando estoy feliz, compartes mi gozo. Vengo a buscar tu ayuda de Madre para mí y para todos mis seres queridos.

(Pedir con humildad y confianza la gracia que se quiere obtener)

Te pido que hagas nacer en nosotros a Jesús.
Así podremos vivir con alegría,
y saldremos adelante
en medio de las dificultades de la vida.
Danos fortaleza, paciencia, valentía,
y mucha esperanza para seguir caminando.
Madre de la alegría, derrama tu consuelo
en todos los que están tristes y cansados,
deprimidos y desalentados.
Que la hermosura de tu rostro,
lleno de fuerza y de ternura,
nos llene a todos de confianza,
porque comprendes lo que nos pasa
y somos valiosos para tu corazón materno.
Amén.

ORACIÓN CONCLUSIVA PARA TODOS LOS DÍAS

De la mano maternal de María nos dirigimos al Padre con la oración que Jesús nos enseñó.

(Se reza un Padre Nuestro)

Depositamos en las manos de María nuestras intenciones.

(Se reza un Ave María y Bajo tu amparo)

Bajo tu amparo
nos acogemos,
Santa Madre de Dios.
No desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades.
Antes bien líbranos de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y bendita.
Amén.

PRIMER DÍA

Lectura bíblica:
Jesús dijo: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá: porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!” (Mateo 7, 7-11)

Reflexión:
Muchas veces hemos rezado “Bajo tu amparo…” y, sin embargo, nos cuesta reconocer la presencia protectora de Dios que se nos hace manifiesta en la imagen maternal de María. Él siempre cuida de nosotros y nos regala la vida para que la disfrutemos y compartamos. Pero para experimentar este amparo es necesario confiar en él como un niño pequeño y abandonarse en sus manos. La sonrisa de María nos habla del amor de Dios, que nos invita a vivir en ese amor como ella lo hizo toda su vida.

SEGUNDO DÍA

Lectura bíblica:
Dijo Jesús: “ Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.” (Mateo 11, 28-30)

Reflexión:
A veces estamos afligidos y agobiados por preocupaciones intrascendentes que nos quitan la paz y nos hacen perder el camino que nos lleva al Dios que habita en lo más íntimo de nuestro ser. A veces estamos divididos interiormente y vivimos disipados por mil cosas innecesarias que nos hacen descuidar lo principal… Si ponemos nuestros ojos en María, ella nos muestra a Cristo, que es nuestra luz. Es por eso que acudimos a ella con nuestras oraciones, para recibir esa luz que viene a nuestro encuentro para robustecer nuestra esperanza. Al mirar su rostro amable de Madre sonriente, confirmamos nuestra confianza en la infinita bondad de nuestro Padre Dios.

TERCER DÍA

Lectura bíblica:
Dijo Jesús: “Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego por su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.” (Juan 12, 24-25)

Reflexión:
El hombre de hoy, a pesar de vivir rodeado de otros hombres, muchas veces se siente solo, se llena de miedos y se pone a la defensiva. Cerrado en su egoísmo no percibe que si quiere tiene refugio en el seno maternal de María.

Para gozar de la compañía protectora de Dios es necesario tener los mismos sentimientos y disposiciones de María que siempre fue fiel oyente del Señor. Por su perfecta obediencia y la total disponibilidad que le hizo decir sí a Dios, a pesar de no entender ni saber cabalmente la dimensión que iba a tener su pedido, primero engendró interiormente a Cristo y luego lo dio a luz.

Así, siguiendo el ejemplo de la Virgen de la Sonrisa, el creyente descubre que su entrega se convierte en frutos abundantes, que sus obras son las que el Señor espera de él, porque se abre generosamente a la vida y se deja llenar de Dios.

CUARTO DÍA

Lectura bíblica:
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que fue anunciado de parte del Señor'. María dijo entonces: ‘Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora...'.” (Lucas 2, 39-47)

Reflexión:
Una de las cosas que debemos aprender de María es a compartir con los demás las alegrías, las tristezas, los gozos, los dolores.
María no es una mujer indiferente, cerrada en sus cosas, al contrario, ella está siempre disponible, acude siempre al encuentro del otro para tomar parte en su vida y para señalarle, con la sonrisa de sus labios, que la presencia de Dios lo acompaña en medio de todas las circunstancias.

QUINTO DÍA

Lectura bíblica:
Jesús dijo: “Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar”. (Juan 16, 20-22)

Reflexión:
El cristiano es un peregrino, un caminante esperanzado que avanza paso a paso hacia la Patria definitiva. Pero no por tener los ojos en el cielo deja de tener los pies sobre la tierra; vive en el mundo, pero no es del mundo.
Cuando los que piensan que la vida termina en la tumba se desesperan, él se anima porque cree que las angustias y dolores del parto presente se convertirán en el gozo y la alegría eternos. En este mundo, que a veces percibimos como un “valle de lágrimas”, una certeza nunca nos debe abandonar: María está siempre dispuesta a interceder por las necesidades de sus hijos. Ella peregrinó por este mundo y experimentó necesidades similares a las nuestras, ahora que goza del cielo intercede por nosotros para que sigamos caminando .

SEXTO DÍA

Lectura bíblica:
Jesús dijo: “No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino”. (Lucas 12, 32)

Reflexión:
Quien tiene a Jesús en su corazón tiene una alegría que nada ni nadie puede hacer desaparecer, porque se sabe parte del pequeño rebaño que él mismo pastorea. Quien tiene a Jesús en su corazón ve todo con los ojos de María y enfrenta las mayores dificultades sin perder la calma. La sonrisa bondadosa y serena de la imagen venerada de nuestra Madre nos anima, así enfrentamos todas las circunstancias que nos tocan vivir con la misma actitud de María, gozando, como ella, de la paz y de la confianza en Dios que todo lo puede: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar” (Salmo 23, 1) .

SEPTIMO DÍA

Lectura bíblica:
Jesús dijo: “No se preocupen por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen acaso ustedes más que ellos?” (Mateo 6, 25-26)

Reflexión:
Cada vez que emprendemos un camino nos invade un cierto temor, sabemos que la realidad muchas veces nos sorprende con sus dificultades, así como también con alegrías inesperadas.
Enfrentamos las contrariedades con confianza, porque creemos firmemente que tenemos un Padre bueno en el cielo que cuida de nosotros. Aunque nos esforzamos como si todo dependiera de nosotros, rezamos como si todo dependiera de él. Juntos, él con su gracia y nosotros con nuestro esfuerzo, vamos tejiendo nuestra propia existencia un día a la vez.

OCTAVO DÍA

Lectura bíblica:
“Se celebraban unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino'. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía'. Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan todo lo que él les diga'...” (Juan 2, 1-5)

Reflexión:
Ya sabemos cómo terminó la historia, esa fiesta que simboliza la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se aguó… La hora de Jesús ha llegado, si invitamos al Hijo y a su madre para que participen de nuestra vida haremos de ella una continua fiesta en donde el vino de la alegría y de la fraternidad nunca faltarán. Acudiendo a la Virgen de la Sonrisa encontramos el consuelo necesario para superar todas las circunstancias penosas que ponen en peligro la fiesta de la vida.

NOVENO DÍA

Lectura bíblica:
“El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido ( la condena y muerte de Jesús ). Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: ‘¿qué comentaban por el camino?'. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ‘¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!'. ‘¿Qué cosa?', les preguntó. Ellos respondieron: ‘Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron'.

Jesús les dijo: ‘¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?'. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: ‘Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba'. Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: ‘¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?'. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: ‘Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!'. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan .” (Lucas 24, 13-35)

Reflexión:
En el camino de la vida no estamos solos. Dios se hace caminante con nosotros y nos ofrece una nueva interpretación de las circunstancias que nos agobian o desconciertan. María con ternura inigualable, sonriéndonos nos llena de confianza en las horas más difíciles, porque de ella comprende nuestras debilidades y porque como madre nuestra nos siente carne de su carne y nos cobija en su regazo, cerca de su corazón que late de amor por nosotros y por el mundo entero.

martes, 7 de enero de 2014

Mateo 4, 12-17

«Cuando oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí en el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles, el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz; para los que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Haced penitencia, porque está al llegar el Reino de los Cielos». (Mateo 4, 12-17)
1º. «La Galilea de los gentiles, el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz».
Jesús, aún puedo seguir considerando la fiesta de ayer: la Epifanía, que quiere decir la Manifestación.

La adoración de los Magos venidos de Oriente fue la manifestación de tu realeza y, a la vez, la manifestación de que la salvación se extendía también a los extranjeros, a los gentiles.
Los gentiles, que yacían en las tinieblas, han recibido una gran luz: todo el mundo, como los Magos, ha recibido la luz de la estrella, la llamada personal a seguirte.

Porque la llamada a la santidad no es para unos pocos; es una llamada universal: «todos estamos llamados a la santidad; para todos hay las gracias necesarias y suficientes; nadie está excluido» (Juan Pablo II).

Ayer veía que esta llamada no me saca del mundo, de mis circunstancias familiares, sociales y de trabajo.

Lo que me hace es mirarlas con una mirada nueva, una mirada de fe, que les da un sentido profundo, un sentido de misión: esos quehaceres diarios son mi camino hacia el Belén eterno; son mi camino para encontrarte a Ti y, contigo, a tu madre y a San José.

En este camino hay constantes peligros: desiertos, tempestades, cansancio propio del viaje.
Mientras, veo a otros que se quedan tranquilamente en sus mundos llenos de placeres.
Pero ésos no van camino de encontrarte.

El peor peligro es el desaliento cuando, a veces, desaparece la estrella que me guía hacia Belén.

En ese caso, como los Magos, lo más prudente es dejarse guiar por el que tiene la ciencia, la formación adecuada: por el director espiritual.
2º. Narra el Evangelista que los Magos, «videntes stellam» -al ver de nuevo la estrella-, se llenaron de una gran alegría.

Se alegran, hijo, con ese gozo inmenso, porque han hecho lo que debían; y se a legran porque tienen la seguridad de que llegarán hasta el Rey; que nunca abandona a quienes le buscan» (Forja 239).

Jesús, si me dejo ayudar y sigo caminando, entonces la estrella aparece de nuevo.
Y qué alegría da volver a saborear aquella luz del alma que me ilumina y me impulsa, aún con mayor fuerza que antes, a seguirte por el camino de la vocación cristiana que me conduce a Ti.
Porque la estrella no había desaparecido; estaba oculta por una nube que, tal vez, se había formado por mi falta de lucha en el plan de vida o por mis flaquezas.

Una vez a tus pies, Jesús, quiero ofrecerte, como los Magos, oro, incienso y mirra.
El oro de mi trabajo hecho con responsabilidad, sabiendo que he de hacer rendir los talentos que Tú me has dado.

El incienso de mi vida de piedad, de mi devoción al Santísimo Sacramento del altar.
La mirra de mi afán apostólico, que calme esa sed -sed de almas- que tuviste en la Cruz, cuando te ofrecieron «vino con mirra» (Marcos 15,23).

Y no quiero abandonar el portal de Belén sin mirar a María, mi madre: hoy estás más guapa que nunca; joven -niña, casi-, radiante de alegría.
También quiero saludar a José.

José, tú no le das regalos al Niño: te has dado a ti mismo, por entero, con todo tu corazón joven y enamorado. Ayúdame a enamorarme también de Jesús ahora que es fácil; ahora que es un Niño pequeño, y aún no sabe ni caminar, ni hablar.
Esta meditación está tomada de:
"Una cita con Dios" de Pablo Cardona.
Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona

UN ALBIGENSE POSESO



Mientras Santo Domingo predicaba el rosario cerca de Carcasona, le presentaron un albigense poseído del demonio. Exorcizólo el Santo en presencia de una gran muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo, a las preguntas del Santo y confesaron:
1.º que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque había atacado los quince misterios del rosario;
2.º que con el rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo el infierno y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que arrebataba con la devoción del rosario;
3.º revelaron, además, muchos otros particulares.
Santo Domingo arrojó su rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los santos del cielo, a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.
A esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por la boca del poseso: “¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos no hacerte daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables, ¡ten piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Misericordia!”
El Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus preguntas. Dijéronle los demonios que responderían, pero en secreto y al oído, no ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que hablaran en voz alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra. Entonces, el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta plegaria: “¡Oh excelentísima Virgen María! ¡Por virtud de tu salterio y rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi pregunta!” Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y boca del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño. Los diablos gritaron entonces: “Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú lo quieras, te lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡ten piedad de nosotros!”
“¡Infelices sois e indignos de ser oídos!”, respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose, elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: “Madre dignísima de la Sabiduría, te ruego en favor del pueblo aquí presente –instruido ya sobre la forma de recitar bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!”
Había apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen rodeada de multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba al poseso y le decía: “¡Responde a Domingo, mi servidor!” Nótese que nadie veía ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.
Entonces los demonios comenzaron a gritar:
“¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; ohcamino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!
¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores.
Tened también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. ¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías! Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia que nos hacen–, que nadie que persevere en el rezo del rosario se condenará. Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos.”
Entonces, Santo Domingo hizo rezar el rosario a todos los asistentes muy lenta y devotamente. Y a cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del cuerpo del poseso gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos. Cuando salieron todos los demonios y el hereje quedó completamente liberado, la Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el pueblo, que con ello experimentó sensiblemente gran alegría.
Este milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta ingresar en la Cofradía del Santo Rosario.

(De “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, San Luis M. G. de Montfort)

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